Espectacular hallazgo paleontológico en Salar de Surire: Un caballo americano de más de 13.000 años

08 Abril 2021
El caballo de Surire constituye el registro más al norte y de mayor altura que se ha descubierto en Sudamérica.
Calogero Santoro >
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Sepultado por más de un metro de capas de sal en el Salar de Surire, en el altiplano del extremo norte de Chile, un grupo de investigadores de la Universidad de Tarapacá encontró los restos del esqueleto de una especie actualmente extinta de caballo americano. El hallazgo contrasta con la imagen nacional que inspiran los salares del norte de Chile, asociada a la gran minería no metálica, por las riquezas que encierran sus subsuelos. El Salar de Surire a más de 4.000 m de altura, con su superficie blanca y brillante, que imaginariamente evoca un paisaje lunar, escondía riquezas paleontológicas que resultaron ser un importante descubrimiento para la historia de la edad del hielo en el Desierto de Atacama.

En esa época, 15.000 a 10.000 años atrás, merodeaban por el continente americano una gran variedad de animales de gran tamaño: como milodontes, megaterios, mastodontes, tigres dientes de sable, paleolamas y caballos americanos. En el territorio chileno, sin embargo, restos fósiles de estos animales son escasos, más aún en zonas altiplánicas. Por tanto, el hallazgo de este esqueleto casi completo de un caballo americano de la especie Hippidion saldiasi contribuye a la historia de la flora y la fauna de la región y de América en general. 

Las operaciones mineras para la explotación de bórax en el Salar de Surire, expusieron en el 2003 parte de los restos óseos del animal, lo que motivó al equipo de la Universidad de Tarapacá, a resolver el misterio del hallazgo de estos huesos de gran tamaño, que no se comparaban con ningún animal moderno de la zona.

Tras la comprobación de se trataba de un caballo americano, los restos del animal comenzaron un largo periplo hasta su ingreso al Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, de la Universidad de Tarapacá, en Arica. Allí fueron curados y estudiados en profundidad, por un equipo de especialistas conformado por Rafael Labarca, paleontólogo de la U Austral; Francisco Caro, arqueólogo egresado de la UTA; José Capriles, arqueólogo de la Penn State University, el geólogo Esteban Briones, los paleoecólogos Natalia Villavicencio y Claudio Latorre de la PUC y el suscrito. Los resultados se vertieron en la reciente publicación de un artículo en la revista científica, Journal of Vertebrate Paleontology. 

El caballo de Surire constituye el registro más al norte y de mayor altura que se ha descubierto en Sudamérica. Hallazgos de esta naturaleza son comunes en la Patagonia, por lo que su descubrimiento amplía su distribución geográfica y ecológica. Este caballo americano era de tamaño pequeño, pero de estructura robusta, con una cabeza grande en relación a su cuerpo, y sus patas más cortas lo que lo distingue de los caballos modernos. Se puedo estimar que el caballo de Surire murió cuando tenía menos de 5 años y pesaba aproximadamente unos 350 kilos. Estos animales se extinguieron en la zona altoandina, como en todo el continente americano poco después que este ejemplar muriera. 

Los resultados del estudio documentan la complelidad de la biodiversidad del altiplano havia finales de la epoca del hielo, conocida como Pleistoceno a menos de 150 km al sureste de la ciudad de Arica, lo que representa una ventana a un pasado menos desértico. En la época del caballo de Surire, pequeños grupos de cazadores recolectores se expandían por los ecosistemas más diversos de Sudamérica, incluyendo los ambientes andinos, como el altiplano chileno. Este especimen, sin embargo, no murió por mano humana quienes hicieron de esta especie una de las presas favoritas hasta que se extinguiera. Dicho de otro modo, no encontramos restos arqueológicos asociados al esqueleto, por lo que técnicamente se trata de un hallazgo paleontológico. Junto con la identificación de la especie, se pudo establecer, con cierta exactitud, que el animal habría habitado el Salar hace unos 13.000 años atrás; época transicional de reducción de las precipitaciones. Consecuentemente, la laguna se tranformó en un bofedal  o turbera, un ambiente pantanoso y peligroso para este joven caballo que posiblemente quedó enfangado, lo que finalmente le habría precipitado su muerte. A continuación, fue cubierto por sedimentos lacustres, y por agua en la medida que la laguna se recuperó durante una última fase pluvial (13,000 a 10,000 años atrás aproximadamente). En ese contexto geológico, los restos óseos del caballo se preservaron excelentemente bien hasta el presente.

Esto podría servir para levantar otro tipo de valoraciones de estos paisajes, comúnmente ansiados como fuentes de recursos económicos cuya explotación, a escalas magníficas, están haciendo que este desierto sea cada vez más seco, alcanzando niveles posiblemente nunca generados por los factores climáticos que han gobernado las crónicas condiciones de híper aridez del norte de Chile. En otras palabras, el desierto no sólo es una fuente de riquezas mineras, cuyos dividendos retornan marginalmente a las regiones que las proveen, sino también una ventana al pasado que debería ayudar a cambiar la relación del centro del país con estos paisajes aparentemente agrestes y desolados del extremo norte de Chile.

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