La Búsqueda

03 Mayo 2013
Patricio Hermos... >
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Era sólo ternura, ternura para un gato herido que apenas lamía sus costras… no pedía más. No quería can-dilejas ni aplausos y detestaba la superficialidad que flotaba en el ambiente, era un perfecto antisocial, sólo que de una clase distinta, atípica, misteriosa.

Soñaba con espantar mariposas celestes corriendo por el prado junto a una compañera que nunca llegó; saltar algún arrollo y continuar libre por los caminos de nadie, mi-rar sin premura el sol en su viaje de luz y echarse de espaldas para ser lamido; no era más Señora Nadie, só-lo un huérfano terminal del amor… Ah!, pero era un felino, y pese a que las cicatrices que horadaban su cuerpo y su alma desde siempre jamás le hablaban del sosiego, algo en él desataba su naturaleza y no logra-ba esconder su ancestro salvaje; su mirada inquisitiva y su celo libertario eran más fuertes que la comodidad del Luis XV que había dejado tempranamente, cuando decidió seguir el destino que su sangre le dictaba.

La vida se encargó de hacerle entender que alguna vez sería enterrado sin honores ni fanfarrias; que para él no habría coronas de orquídeas negras ni plegarias encomendándolo al Eterno: era un gato y debía prever su muerte como tal. Quiso amar, y entre su conflictuada pero segura soledad y la dolorosa decisión de entregar-se, esperó y esperó: nada; sólo maullidos lejanos, algunas siluetas de tejado bajo la fría luna de Agosto, y un insidioso tráfago de hojas secas que solía buscarlo cuando el ensueño, como un consuelo, le hacía bajar los párpados. ¡Ay!, si sólo pudiera, decía para sus adentros, si sólo pudiera cambiar esta amarga soledad por unas almohadillas dulces, cercanas, incondicionales; pero era un gato Señora Nadie, un felino condenado por su instinto…

Dicen que una tarde de Abril, un mes que él amaba por la impredecibilidad de sus días, le-vantó sus orejas puntiagudas, giró la cabeza como hacen aquellos que aún aterrados mantienen la dignidad, y se marchó. ¿No lo ha visto?... perdón, ¿no lo ha visto?... yo soy su sombra. Arica, Otoño de 2013.