Leyendas de Arica y Parinacota: La historia de "Jurasi"

23 Agosto 2018
El relato que hoy escribiremos está asociado, entonces, a la juventud, a la belleza, a la naturaleza y al medio ambiente.
Hermann Mondaca... >
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La leyenda de descansa en las Termas de Jurasi

Las leyendas son una verdadera línea de tiempo que se transmiten como un eco del tiempo, de boca en boca, de un pueblo a otro pueblo, de una generación a otra generación.

Son una parte o fragmentos de la reconstitución de nuestras historias, aquella historia que el receptor termina de construir en la soledad y en la profundidad de sus conversaciones consigo mismo, reconstruyéndola con su propia interpretación como oyente o lector en este caso.

Las leyendas, constituyen verdaderas obras poéticas temporales que conservan, y a la vez proyectan a diversas identidades culturales y nos aproximan a los misterios, las fantasías y las verdades ocultas.

Arica y Parinacota, es una de las regiones de Chile que posee una potente tradición legendaria, por la constitución de su poblamiento y las migraciones de más de 11.500 años antes del presente, AP.

Su territorio alberga relatos legendarios e historias, mezcla de ficción y realidad, que nos transportan al tiempo prehispánico, como también del tiempo de la Colonia y los tiempos modernos. Esto lo podemos afirmar después de investigar el valioso rescate que realiza Alfredo Raiteri Cortez, sobre las leyendas ancestrales de Arica y Parinacota.

Arica y Parinacota, donde comienza Chile, es en sí, una hermosa leyenda y enriquece la diversidad cultural de Chile.

De manera exclusiva en El Morrocotudo, iniciaremos la sección “Leyendas de Arica y Parinacota”, que cada semana, durante tres meses, llegará a ustedes para motivarles a que continúen el relato, y a incentivarlos a escribir las leyendas que ustedes conozcan. Comenzamos esta saga con la “Leyenda de Jurasi”, a las cuales se agregan las que ya hemos escrito (La mesa de la Iglesia de Parinacota; La Novia de Azapa; La Cueva del Inca; Socoroma, la tierra donde Wiracocha petrificó a los zampoñeros), cuyos links, aparecen al final de esta leyenda.

LA LEYENDA DE JURASI
Una historia sobre el Amor, la Belleza y la Juventud

Dentro de la variedad de leyendas de Arica y Parinacota, uno de los temas recurrentes es aquel deseo milenario de la mujer por exaltar su belleza o sus atributos físicos, sus piernas, sus senos, sus ojos, la suavidad de su piel...

Entendemos que la Belleza es un concepto asociado directamente a lo cultural y a cada sociedad, como ocurre con la Belleza de la Venus de Milo o la concepción de belleza que tenían los griegos; o la belleza de los esquimales; hoy también se pueden contar muchas historias modernas acerca de tratamientos de belleza, sistemas reductivos naturales o a través de la cirugía, que pretenden finalmente esta suerte de ansiosa búsqueda por los cuerpos o rostros juveniles a módicas sumas.

El relato que hoy escribiremos está asociado, entonces, a la juventud, a la belleza, a la naturaleza y al medio ambiente. Es la Leyenda de Jurasi.

Jurasi es un fantástico baño termal que está ubicado a cerca de nueve kilómetros del pueblo de Putre o Putiri, que significa: “rumor de las aguas”. Su existencia es milenaria y cuentan que antiguamente sus aguas brotaban con mayor fecundidad y fuerza.

Para llegar a Jurasi, solo existe una huella de tierra que en los períodos de lluvia o invierno altiplánico prácticamente queda inaccesible. Sin embargo, comuneros y particularmente por la iniciativa don Herman Blanco Vásquez, el camino siempre ha permanecido transitable para quienes deseen disfrutar de un reparador baño de barro, termal o de aguas sulfatadas.

En este hermoso lugar se encuentran brotes de manantiales de aguas que surgen en un alto manantial a un promedio cercano a los 40° de calor. Bajan por una acequia bordeada por champas de coirón y matorrales de cortadora, que balancean y ondulan al fresco viento, sus penachos de cola de zorro. Veamos ahora, qué sucedió en sus cálidas aguas…

Cuenta la leyenda que habitaba en la región una hermosa Ñusta o princesa indígena que irradiaba belleza y salud.

De figura tallada finamente y de estilizada musculatura de fibra, tan ágil como los felinos del altiplano. Se caracterizaba porque siempre se veía joven y sonriente y nadie le conocía que hubiere tenido jamás ninguna enfermedad.

Ciertamente era la favorita y preferida de muchos de los jóvenes lugareños.

Al correr del tiempo y quebrando la tradición, ella era la mujer que había desposado a muchos jóvenes lugareños que como el resto de la comunidad –y de los mortales- enfermaban y envejecían.

De hecho, la bella y atractiva princesa ya había enterrado a varios de sus esposos; sin embargo, a su más reciente esposo, le comenzó a llamar mucho la atención el por qué la princesa no sufría enfermedades ni tampoco envejecía.

Habían tenido ya varios hijos todos muy hermosos y saludables y la bella princesa parecía que volvía a ser una doncella casta y pura después de cada parto.

Sus caderas que se habían ensanchado para soportar el encaje de cada uno sus hijas e hijos preparándose para entrar a este mundo, volvían por arte de magia a juntarse lentamente y su cintura quedaba del tamaño de una verdadera mariposa.

Sus senos que se hacían grandes y torrentosos para dotar de leche a sus pequeños volvían a convertirse milagrosamente en verdaderas naranjas rosadas.

Su geografía que se expandía con la maravillosa creación humana, después del parto se cincelaba mágicamente.

La musculatura acrecentada de sus muslos y sus piernas que se habían comenzado a arquear por efecto del vaivén similar al que tienen los patos al caminar, soportando el peso de alguna nueva criatura que portaba en su vientre, germinaba una transformación mágica después de cada nacimiento y poco a poco pareciera que un gran artista iba de nuevo modelando cada parte de su cuerpo y sus muslos volvían a tener la plasticidad de antes y sus piernas se movían elásticas como antes, y volvía entonces a causar un gran escozor a todos los jóvenes de la comarca por su inusitada belleza.

Por otro lado, el príncipe ya comenzaba a sentirse distinto al joven de antes. Sabía que inevitablemente estaba envejeciendo y que su bella mujer estaba siendo la atracción de otros jóvenes, como él lo era hace muchos años.

Decidió preguntarle a la bella princesa si ella tenía algún secreto y que, de ser así, deseaba que lo compartiera con él.

La hermosa princesa le respondió que si él la amaba debía confiar en ella, pues ella lo amaría toda su vida. Y que debía respetarla profundamente, respetarla en lo suyo, nada más. 

No obstante, el esposo no quedó conforme y comenzó a preocuparse de todos los actos de la bella princesa y estar en vigilia, sin que la princesa lo notara.

Al poco tiempo se dio cuenta que la esbelta y hermosa Princesa salía de sus aposentos en la oscuridad, para volver un rato más tarde a meterse en su cama justo antes del amanecer. La princesa todos los días se ausentaba antes del amanecer lo que le llamó profundamente la atención.

Entonces, decidió seguir a la bella y hermosa princesa y pudo comprobar que después de caminar en medio de la noche por diversos senderos, ella llegaba a un lugar muy hermoso cubierto de bellos matorrales, con la suavidad de las colas de zorros y donde se observaba una nube de vapor que salía de la tierra.

Vio entonces como la hermosa princesa se despojaba de sus túnicas quedando completamente desnuda, introduciendo suavemente sus pies en el agua y con sus manos deslizando suavemente las aguas del manantial sobre su rostro y sus pechos.

Vio cómo todo su cuerpo empezó a sumergirse suavemente en el manantial de vapor hasta quedar completamente cubierta por las aguas.

Cuando la Princesa salió del manantial, su bello cuerpo, sus senos y sus muslos parecían estar encendidos de maravillosa energía que se resaltaba aún más por el efecto del vapor que seguía brotando iluminando toda su esbelta figura. El príncipe enamorado, observaba cómo la princesa se ponía sus últimas prendas y con el mismo sigilo con el que había llegado, volvió a su cabaña para no ser advertido por ella.

Conociendo el secreto de su esposa, el joven príncipe comenzó a salir después de medianoche, esperaba que la princesa se durmiera y salía sigilosamente en dirección al manantial de aguas milagrosas, donde comenzó a disfrutar de sus aguas, para volver a sus aposentos entremedio de la noche.

Poco a poco, el cada vez más joven Príncipe, comenzó a sentir los efectos de las reconstituyentes aguas, no sólo en su piel que comenzaba a rejuvenecer sino también en su vitalidad.

Al principio, por cierto, a la princesa no le molestó tal vitalidad, sin embargo, pasados algunos años, su sospecha aumentó pues la energía del príncipe crecía y crecía, y se dio cuenta que este tampoco envejecía. 

Entonces fue ella ahora la que decidió esperar pacientemente las noches en vigilia y seguirlo, sospechando que había descubierto su gran secreto y que no había confiado en su amor. Así fue como una noche después de seguirlo, lo encontró justo cuando el joven Príncipe se encontraba en medio del manantial.

Ella se dio cuenta que él había descubierto su gran secreto y se sintió profundamente traicionada.

Le reclamó y lo increpó molesta, furiosa, indignada, sintiendo su confianza traicionada…

El príncipe le respondió que ahora los dos serían jóvenes para siempre; sin embargo, ella, irritada y molesta por la falta de confianza e indignada por lo desafiante del príncipe, levantó sus manos al cielo y profirió un conjuro mágico convocando a sus dioses: ¡¡Jurasi!!...¡¡Jurasi!!!...¡¡¡Jurasi!!! … Que en idioma aymara significa ¡¡Hierve!!  ¡¡Hierve!!!

Y el agua del manantial comenzó de inmediato a hervir siendo muy intensa su temperatura provocando la muerte del príncipe por las graves quemaduras. Pero, al mismo tiempo, provocando que ella ya no pudiera sumergirse nunca más en las aguas, ya que éstas no volvieron a su original y mágico estado natural. 

Años más tarde, cuentan los antiguos, la princesa murió siendo muy anciana.

Referencia: Mondaca Raiteri, Hermann; “Viaje al Corazón del Tiempo. La riqueza legendaria”, Libro 3, de la Colección Literaria “Arica y Parinacota, Tierra Milenaria en el Corazón de América”.

[Mira también: La leyenda de la Añañuca]