Los payasos que me devolvieron la esperanza: ¿Cultura y artes como salvación para Arica?

28 Junio 2018

Diversas son las iniciativas y proyectos que hacen destacar a nuestra ciudad como un punto de cultura nacional y trifronteriza.

Marcelo Valverd... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Arica piensa que tiene que fomentar el turismo y nos da rabia, porque nunca lo logramos y siempre quedan los proyectos a medias. Nos enojamos porque nuestras playas son amplias, diversas y calentitas, pero no están explotadas turísticamente como en Iquique. Nos molestamos porque tenemos un comercio barato, riqueza de productos naturales, pero todos se van a comprar a Tacna y se quedan allá todo el fin de semana, gastando en sus hoteles, sus casinos, sus restoranes y sus centros comerciales... y aquí nos seguimos empobreciendo.

Lo que no hemos notado es que mientras parece que seguimos pobres y olvidados, en verdad la ciudad se enriquece más y más cada día. El tema es que seguimos viendo dentro de la caja y pensando en el turismo clásico y tradicional. Es cosa de que saquemos la cabeza y miremos alrededor para darnos cuenta de que están pasando muchas cosas en nuestra ciudad, especialmente ligadas a la cultura y a las artes.

Las vueltas de la vida

Yo estudié psicología y era impresionante la cantidad de compañeros y compañeras que se desempeñaban en diversas disciplinas. Había quienes hacían teatro, tenían bandas, organizaban eventos, dibujaban, generaban contenido audiovisual, etc., pero no como un hobby pasajero que haces porque se te hace fácil. Muchos de los proyectos personales que llevaban a cabo eran muy valorados localmente y varios terminaban yéndose a Santiago para dedicarse profesionalmente a eso. De hecho yo soy uno de esas personas, que luego de terminar la carrera y trabajar lo suficiente para juntar dinero, emigré a la capital para dedicarme a la comedia profesionalmente.

Durante junio volví por una semana a Arica por trabajo, misma semana en donde se realizó “Escena Movida”, una especie de encuentro de teatro organizado por el “Centro MB2 para la experimentación de las artes” de Fernando Montanares. Puse asistir una sola noche, pero fue suficiente para llenarme el corazón de amor por lo que pude ver.

Llegando me encontré con Luis Faúndez, cantautor local que brilla en la capital, ya que también debió migrar para poder vivir de la música y que, además, es parte de la banda de Manuel García, otro que salió de la ciudad para poner su nombre en alto.

Entre el público de la obra, que estaba por comenzar, había un montón de personas que conocí en la universidad y que hasta el día de hoy se dedica al teatro. Pero también habían familias, abuelitas, niños, parejas y mucha gente joven con ganas de disfrutar de la función. La misma gente que repletó el MB2 cuando se dio el aviso para poder ingresar.

La sala se fue a negro, los murmullos comenzaron a disminuir y entre un silencio expectante, adornado solo por una canción de Violeta Parra que sonaba como saliendo de una vitrola, se dio inicio a la obra. Entran los actores a escena y vi a viejos conocidos.

Primero, me doy cuenta que uno era el José Campos, a quien conocí mientras estudiaba psicología, cuando asistió a un taller de Stand Up Comedy que impartí hace algunos años, donde además supe que él impartía un curso de teatro aéreo, entre varios proyectos paralelos más. Después, vi al Jaime Escobar, a quien también conocía, porque era parte de “La Mendiga Banda y la mono verde”, una agrupación de cumbia muy psicodélica que me dejó vuelto loco desde la primera vez que la escuché. Al rato entra el tercer personaje, interpretado por Cecilia Acuña, con quien también me había topado varias veces, porque era parte del “Carnavalón Teatral”, un evento organizado anualmente que conecta al teatro con las poblaciones, donde pude ver obras que jamás me hubiese topado de no ser por esa instancia y que permitió generar lazos entre muchos actores profesionales, amateurs, niños con ansias de conocer ese mundo y un montón de gente ligada a las artes de otras ciudades.

La obra trataba de 3 payasos, todos llenos de frustraciones y malas experiencias, que se juntaban para conversar con una persona que les iba a permitir llevar un proyecto que por fin les permitiría tener un sueldo estable -aunque fuese bajo- y dedicarse 100% a lo que más amaban, poder destinar tiempo a escribir nuevas rutinas y comprar pinturas para mejorar su show. Todo esto en contexto de dictadura, una dictadura que buscaba invisibilizar el arte y cualquier expresión de libertad y que, aunque en ningún momento se trata explícitamente, llena de oscuridad el contexto en que se desenvuelve la obra.

Que no se nos pase por alto

Debo aceptar que hubo muchas sutilezas que pasé por alto, por mi falta de training viendo teatro, y lo dejo en claro para poder explicar que no tengo un ojo entrenado para el arte y muchas veces no entiendo nada de lo que veo. Pero aún así los payasos me transmitieron tantas emociones que sabía que estaba en presencia de algo que nacía desde el amor más puro y que estaba siendo interpretado de manera magistral. Estuve casi toda la función riendo y con un nudo en la garganta al mismo tiempo. Una obra simple, con muy poca ornamentación, con 3 personajes que en casi ningún momento salen de escena y que en todo momento están transmitiendo cosas, aunque no estén hablando, aunque no estén en la situación principal de la escena, aunque la luz no los esté enfocando. Una obra que no solo deja en claro el oficio de sus intérpretes, sino que es resultado de un trabajo arduo de investigación e internalización de la obra hasta llevarla a cabo.

Todo eso lo sentí, no lo sabía concretamente, pero por suerte al finalizar -luego de un aplauso cerrado, que no se detuvo en un largo rato- realizaron un conversatorio en donde se pudo exponer todas esas sutilezas que había pasado por alto y, como cuando ves una película muy buena, pero que no entendiste completamente y luego te metes a Youtube para ver un vídeo de análisis y detalles esconditos, terminé amándola mucho más después de la conversación posterior. Ejercicio que se debería repetir siempre que se realiza un show en vivo.

¿A qué voy con todo esto? A que “Los payasos de la esperanza” me hizo cerrar el círculo que me permitió ver el panorama completo. Arica tiene una escena cultural y artística extrañamente nutrida, por factores que en algún otro momento tendremos que analizar, pero que desemboca en un grupo muy grande de gente enormemente talentosa que está haciendo cosas hermosas y que la mayoría se conoce, se quiere, se respeta, se cuida y se apoya. Por cierto, todo esto en una ciudad que está estratégicamente ubicada entre Perú, Bolivia, Chile, Argentina y es lo más cercano del país para todo el resto de Latinoamérica.

Así que ¿por qué mejor no dejamos de intentar ser una ciudad tradicionalmente turística y transformamos a Arica en la ciudad ancla de la cultura y el arte?

Si pueden, traten de ver “Los payasos de la esperanza” (Compañía EkekoMunay) y pasen por el MB2, que luego supe que llenó todas sus funciones durante “Escena Movida” y más de 1.000 personas vieron teatro esa semana.

Ver también:

Renombrarían a Momias "Chinchorro" para no confundirlas con medio de Arica que nos dejó en vergüenza

¡Exigimos un blanco invierno! 5 Propuestas para hacer nevar en Arica