Juan Pablo Mohr y la arquitectura de las cumbres: Chileno en el K2, la esperanza es lo último que se pierde

18 Febrero 2021

Las noticias sobre las gestiones de ubicación y rescate de estos escaladores que ascendían la segunda montaña más alta del mundo cerraban la puerta a la ilusión.

Veronica Grunewald >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

El mensaje de la alpinista italiana Tamara Lunger,  cierra la puerta a la ilusión de ver la imagen sonriente del chileno Juan Pablo Mohr,  diciendo que alcanzó la cumbre con el equipo que habían formado junto con Ali Sadpara (Pakistán) y John Snorri (Islandia).

Las noticias sobre las gestiones de ubicación y rescate de estos escaladores que ascendían el K2 (con 8.610 metros es la segunda montaña más alta de la tierra) a través de la vía pakistaní nos quitan la esperanza ya que luego de 12 días de perder el contacto con los sistemas de comunicación que  llevaba el grupo,  el gobierno de Pakistán ha presentado oficialmente las condolencias   a las familias de estos tres escaladores.

La esperanza es lo  último que se  pierde

Es lo que escuchamos desde niños y eso creemos.  Pero mi experiencia me dice que la esperanza puede a la vez transformarse, llegar a ser energía y movilizarte de manera que ves la vida de modo diferente. La esperanza da paso al fuego que permite que reinicies, que vuelvas a empezar. Si no  ¿Por qué deportistas como JP Mohr subieron las montañas tantas veces? A pesar de ver partir a sus compañeros y amigos, a pesar de  condiciones climáticas adversas, enfrentaron el reto de escalar las montañas una y otra vez, sin miedo.  En su  último intento, la montaña quiso dejar  en el camino a su compañero español Sergi Mingote. Y ahora, él. Ellos, la élite, el selecto grupo  de  los “ochomilistas”, los  escaladores  de montañas, los soñadores, los  perseverantes y porque no, los atrevidos. Sí. La montaña no es para los débiles o temerosos.

¿Qué llevó a intentar esta hazaña al chileno? 

En una cumbre donde el riesgo de perder la vida es 1 de 4.  La respuesta  no es fácil, pero está. Se encuentra en los sueños y esperanzas de Mohr,  en su arquitectura de cumbres, en su intento por acercar  la montaña a la gente común, en su sueño por  transformarla en amigable para todos.   Tal vez este chispazo  de vida  que significó Juan Pablo en la inmensidad del universo, sea suficiente para resignificarnos la montaña. Los chilenos la tenemos de norte a sur. Ella, con su grandeza nos  cuida, nos  abraza y también nos amenaza cuando horadamos su base, cuando interrumpimos el curso de sus aguas  o cuando ponemos en riesgo sus  glaciares.

Una montaña es  para ir a meditar en ella. Para conocernos mejor en el camino, para llegar a su cumbre, sea cual sea y observar nuestra propia pequeñez. Porque eso somos, pequeños seres que habitan solitarios la inmensidad del espacio, en un planeta hermoso que no sabemos cuidar

Existe en la pérdida de la esperanza un  fuego que la transforma. Sin embargo, como decía, la esperanza aviva el fuego interno y te impulsa a continuar, por otros caminos, y tal vez, fundar nuevas esperanzas. Esperemos que  la maravillosa vida de  JP Mohr y los otros tantos  soñadores  valientes que suben cumbres nos transforme, nos  humanice, nos  baje de la cumbre de egoísmo  en la que vivimos, esa del capitalismo,  sus corporaciones y sus rascacielos absurdos y nos eleve por estas otras cumbres, las de la naturaleza y su relación  de unicidad  con la vida humana.