La Feria Dominical con jaqueca de tanto pensar que pasará al olvido

19 Febrero 2019

El modelo mall puede tener algo de culpa, pero lo principal aquí es la falta de visión de los comerciantes menores, que, en la comodidad de lo seguro, han vendido durante años lo mismo que encontramos en las ferias instaladas”. Aquí 5 puntos para tener en consideración.

Víctor Mérida Huerta >
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La Feria Dominical siempre ha sido baluarte de la identidad de nuestra ciudad, polo de atracción turística durante décadas y un paseo obligado para el ariqueño en busca de la economía. Sin embargo, en el último tiempo hemos visto cómo este centro comercial ambulante, ha sufrido los embates de la modernidad y la llegada de gigantes comerciales, que han dejado a la "domi" con jaqueca. 

¿A qué se debe esta merma de consumidores? 

Las respuestas parecen ser más simples de lo que se podría pensar. El mall sería el primer culpable, según los mismos locatarios de la feria; la llegada de otras ferias itinerantes en sectores periféricos, como la de Yerbas Buenas; el comercio informal que se da vía redes sociales, que también amenazaría las ventas; o la importación masiva desde China que ahora rellena los difuntos supermercados del centro.

Claro, todos son culpables, en parte, pero el origen del problema es otro.

El error de apuntar al formato feria dependiente del efectivo

Las ferias ariqueñas han tenido una curva de desarrollo muy extraña, que nos hace remontarnos a la época en que el “Centro Comercial El Morro" y la “Feria Santa Blanca" eran nada más que un galpón de Nepal que albergaba a los locales separados con cholguán. Estas ferias tradicionales en la ciudad decidieron crecer y construir un recinto acorde a su propuesta, y en parte, resultó. “El Morro", tiene sus locales repletos y una oferta variada y consistente, mientras que la “Santa Blanca”, pasó a penar casi tanto como el “Shopping Center” o el “Cosmocentro”, otro elefante blanco que sufrió un destino leve como su par el “Parque Colón”, y menos funesto que su hermano mayor, el ya mencionado “Shopping Center del Pacífico”.

La escasa visión de sus creadores al generar espacios pequeños y de poca visual externa, casi lúgubres, cometieron el mayor error que fue, precisamente, apuntar al formato feria con un sistema dependiente del efectivo.

La falta de un crédito de fácil acceso para la clase media

El “Shopping Center” hizo lo mismo de una manera más épica. 350 tiendas en 3 niveles con estacionamientos y una plaza de eventos, restaurante y supermercado, pero también cayendo en la métrica de feria, con locales pequeños, y lo peor, tiendas de productos de lujo con abrigos de piel, perfumes franceses y ¡joyas de esmeraldas poh, wn! Y con un acceso al crédito nulo.

El peor error de Abusleme y sus socios, así como el de Concha en el “Parque Colón”, fue no apostar por invertir en volumen superior y no haber generado las condiciones para la instalación de las grandes tiendas como Falabella, Ripley, que eran las primeras en extender créditos de fácil acceso a clientes de clase media. Ahí estaba el negocio, y así lo entendieron algunos cuando plantearon la posibilidad de un mall. Las grandes tiendas atraen un montón de comercio asociado y servicios hormiga que se nutren de ellos. Además, la capacidad de endeudamiento cortesía de Friedman, había crecido y la ciudad ya no podía esperar hasta las 11 AM para comprar un par de medias escolares en Las Palmeritas. 

Apostar a la especialización del comercio, la estética y la comodidad

En resumen, el modelo mall puede tener algo de culpa, pero lo principal aquí es la falta de visión de los comerciantes menores, que, en la comodidad de lo seguro, han vendido durante años lo mismo que encontramos en las ferias instaladas (muchos son los mismos dueños), y la gente se aburrió de comprar en lugares con cero atractivo estético, en locales donde podías comprar desde chicles hasta reactores nucleares, pasando por sungas con nariz y calzones de leopardo, pilas y lápices chinos, todo de mala calidad y en una presentación carente de cualquier respeto por los avances de la tecnología. 

La Feria Dominical debería comenzar por estandarizar sus locales, de algún color o varios, que le den un toque estético, y no esas sábanas de motel gringo y toldos de camión boliviano que "adornan" el pasar de la gente. Además, pensar en bloques techados removibles, sería una buena oferta para el cliente que no está ni ahí con quedar como Eduardo Cruz-Johnson por ir a comprar palmeritas.

Ojo con el ejemplo del carnaval

El carnaval demostró que se puede lograr algo cómodo y visualmente atractivo, con los toldos que cubrieron el paso de los bailarines y músicos en calle Pedro Montt.

El mall y su compinche del frente, demostraron que la mano está en la especialización del comercio (y Tacna nos saca la cresta en eso hace rato), la apuesta estética y la comodidad. Sin eso, nuestra querida Dominical, está condenada a morir, así como las eternas ferias del centro que ya suman varios nombres al olvido.

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