Más que un piropo callejero: El acoso es una palabra con varios apellidos

10 Mayo 2018

Diversos casos públicos nos llevan a replantearnos cómo se encuentran funcionando las organizaciones en este tema.

Mª Cristina Alfred >
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Nuestro país se encuentra en plena época de cambios en cuanto a perspectivas y aspiraciones de las personas. Por fin estamos reaccionando. Desde el año 2016 se han hecho públicas de una serie de conductas que afectan tanto a las mujeres como a los hombres. Es el acoso o mobbing conocida en el ámbito empresarial. Claramente es algo que siempre ha existido, lo que incomoda es la poca seriedad, que como sociedad hemos dado a este tema. Cuando hablamos de acoso, por lo general, encasillamos el concepto con el apellido "sexual" y resulta que tiene más apellidos; y eso es lo importante y urgente cuando queremos generar conciencia.

Si llevamos el tema planteado a hechos particulares, encontramos la divulgación de diversos casos: un trabajador decide finalmente quitarse la vida al sentirse acosado laboralmente en la empresa Fruna; la denuncia de Nicole Putz sobre acoso laboral de parte de un director de una conocida agencia de comunicaciones; el ex embajador Patricio Hales desde el año 2016 se ha visto involucrado en temas de acoso con sus cooperadoras directas.

Si vamos más lejos, el poderoso director de Hollywood, Harvey Weinstein, se encuentra enfrentando a la justicia por una serie de denuncias en materia de acoso sexual como también, el comediante Bill Cosby que fue sentenciado por agresión sexual a sus 80 años, en Venezuela la periodista Keila Torres del canal “Vive TV” aprovechó la despedida del noticiero matutino que conducía para denunciar públicamente a su jefa de hostigamiento junto a su equipo de trabajo (situación que la llevo a ser despedida al día siguiente).

En estos últimos meses no ha cambiado el escenario. Hace pocos días se dio a conocer una denuncia de acoso sexual de 5 carabineras por uno de sus jefes. Así también el ámbito académico no se encuentra excluido de este tipo de prácticas, sobre todo cuanto este 2018 la Universidad Austral desvinculo a uno de sus académicos que se encontraba acusado de acoso sexual por un grupo de alumnas. Y, para iniciar este mes de mayo con las denuncias, un director de Canal 13 recibió en una serie de acusaciones en el ámbito sexual por algunas actrices.

Estos son sólo algunos de los casos públicos que nos llevan a replantearnos cómo se encuentran funcionando las organizaciones.

Lo anterior, no es un tema que nos pueda enorgullecer, sobre todo si profundizamos en el significado del acoso, que tiene referencia con “dominar o humillar a los demás”. Y si a esto se agrega el apellido "sexual", "físico", "telefónico" o "laboral", la solución va más allá de castigar un piropo callejero.

Desde el año 2014, según el estudio realizado por la Universidad de Guadalajara, Chile es el segundo país que encabeza la lista de los más explotadores y de propiciar malos tratos en el lugar de trabajo, después de Costa Rica.

Bajo esta misma mirada, es posible encontrar el estudio realizado el año 2016 por el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Diego Portales en conjunto con el Ministerio de Salud y la Asociación Chilena de Seguridad, donde se identifica que el 80% de los trabajadores en Chile han sido afectado por algún grado de violencia laboral. A su vez, un 10% ha presentado un alto grado de agresividad en el lugar de trabajo. También un 13,9% revela acoso psicológico en un grado medio y alto, donde los generadores de violencia correspondían en su mayoría a jefes (51,6%) y de sus propios compañeros de trabajo o pares (22,45%).

Para sorpresa de todos, el acoso no es solo un tema que afecta a las mujeres, sino también a los hombres. Prueba de esto son las denuncias en Latinoamérica respecto el acoso, un 20% corresponde a denuncias establecidas por hombres en materia de acoso por parte de las mujeres, siendo este un dato que se espera se incremente el año 2018.

Si bien, el acoso laboral es más común de lo que se cree en nuestro país, desde el año 2012 se norma y sanciona el acoso a través de la Ley N° 2.607.

El mobbing es considerado como una práctica incompatible con el principio de respeto a la dignidad de las personas indistintamente de su género, pues implica actuaciones que involucran situaciones de hostigamiento, frustración o molestia excesiva reiterada, las que pueden ser ejercidas por un empleador u otros trabajadores (pares) o cualquier otro medio. Estas actitudes tienen como resultado el maltrato o disminución de la persona, perjudicando su salud mental y oportunidades laborales.

Por lo tanto, al hablar de acoso debemos ser claros y transparentes al incluir prácticas como: el hostigamiento verbal, el cambio de funciones sin justificación en el lugar de trabajo, el aislamiento del grupo de trabajo, el ser objeto de burla o de constantes amenazas de ser despedido o sancionado por un superior, etc.

Si bien, no existe industria o empresa inmune a las prácticas de acoso, es importante reconocer que muchas de estas se dan en base a la dinámica del poder. Es decir, las empresas muchas veces designan en puestos de poder a líderes negativos donde, más que liderar, imponen y gestionan bajo la teoría de la zanahoria o el látigo (recompensa o castigo). Si bien este tipo de liderazgo pueden tener buenos resultados en cuanto a niveles de productividad y crecimiento para una organización, el ¿cómo se logra? debería ser urgente de analizar si queremos una sociedad más sana y terminar con los altos índices de corrupción que a la fecha se presentan.

Finalmente, lo que se debiera plantear es: ¿hasta cuándo las organizaciones justifican y privilegian conductas poco éticas por la eficiencia, crecimiento y productividad? ¿Es más importante el talento que la conducta ética de un líder, jefe o colaborador? ¿La conducta poco ética se justifica por un buen currículo? ¿Las empresas realmente se encuentran preocupadas de los líderes y jefes que poseen?

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