Chile de papel: Queremos escribir nuestro ideal, sin reescribir antes nuestra conciencia

20 Octubre 2020

¿Es más importante encontrar la verdad o ponernos de acuerdo acerca de ella?

Rodrigo Muñoz Ponce >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Recuerdo que con los amigos del barrio en mi infancia, entre medio de los juegos, aparecía el conocido y muy chileno "cacha mal paga doble", cuando alguien golpeaba por error a quien no correspondía. A veces, estos juegos terminaban mal, sobre todo por la susceptibilidad de un par de hermanos algo mayores, cuyo temperamento sanguíneo era conocido por todos los que usábamos pantalones cortos. Así, una vez que alguien por error golpeaba mal, se iniciaba una vendetta seguidilla de combos -explicables en su propio mérito- pero absurdos en el contexto.

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Me explico, la "justicia" de devolver la mano a quien ha sido injustamente golpeado, no se condice con lo irracional del fenómeno en su conjunto. Esto, lamentablemente, se ha extendido dramáticamente a toda la sociedad. La pelea entre carabineros y manifestantes es, en el fondo, una pelea entre jóvenes deprivados social y culturalmente. Ambos, por ambos lados, sienten la injusticia de un serio y macabro "cacha mal paga doble", esta vez con ojos, quemaduras, caídas al Mapocho. Y ambos bandos sufren y se las ingenian con cualquier truco, mientras los parlamentarios están tranquilamente sentados en sus escaños mirando y "debatiendo con altura de miras" en uno uno y otro sentido.

Las sumas en las heridas, mutilaciones y bajas de jóvenes, se cuentan como revanchas en una triste jugada que ya no es de niños, sino personas que malinterpretan la ciudadanía, en un cuento de nunca acabar. Esta generación es la carne de cañón de una protesta idealista (jugando al espía algunos, posando en selfies delante de incendios otros) y ambos grupos están convencidos acerca de lo que es mejor para la sociedad.

Sin embargo, estas dos visiones son tan extremas que no dan siquiera para un proceso dialéctico en que podamos conseguir la "síntesis" que Marx interpretó. Acá en Chile nadie escucha al otro. De hecho, esta misma columna se reenviará a aquellos que estén de acuerdo, por las preferencias de las redes sociales. Yo les escribo siempre no a quienes están de acuerdo, sino a los que no lo están, para poder dialogar.  No podemos contentarnos con sólo mirarnos el ombligo por disfrutar el facilismo del like.

La intolerancia nos hace muy mal, qué duda cabe. Tengo conocidos (personas, en general, educadas) que no soportan escuchar a Kast o Kaiser y otros (igualmente educados) que no aguantan a Jadue o a Jiles. Estoy seguro que todos mis amigos tienen buenas intenciones, pero ellos han ido escuchando solo una cara de la verdad. 

Como se pregunta el filósofo Gianni Vátimo, ¿es más importante encontrar la verdad o ponernos de acuerdo acerca de ella? Es una pregunta que, lejos de ser cínica, refleja una gran mirada; ¿Cuánto de la Verdad, con mayúscula, podemos en realidad saber? 

Quien sufrió la pérdida de un ser querido -porque se lo mataron- ve la verdad como una sola, y siente que es ésa la verdad. La única verdad, sea del sector que sea. 

Hay, en Chile, una extrema derecha y una extrema izquierda que, cada cierto tiempo, saca de sus tumbas a Allende y a Pinochet, para que vengan a tomar una especie de mando fantasmagórico en defensa de demandas insatisfechas, respecto de los derechos sociales e igualdad, por un lado y respeto de libertad y derechos individuales, por otro. Pero ninguno de aquellos personajes, lamentablemente, es el Cid Campeador, que seguía ganando batallas después de muerto.

No sé, amigo lector, qué usted votará. Pero se declaren los derechos que sean, la sociedad no cambiará nunca si no se dan dos condiciones: 1. Tomar conciencia (lo que equivale, entre otras cosas, a tener compasión) y 2. Reducir los beneficios de los parlamentarios que nos tienen atrapados con sus trampas. Si no cambia el sistema electoral que nos mantiene en una democracia de mentira, lo único que continuará será una versión macabra y mortal más del juego persistente e infinito de un "cacha mal paga doble" que la sociedad ya no aguanta.