Coronavirus: El virus del autoritarismo

27 Abril 2020

Me gustaría aclarar que el autoritarismo y el populismo no es patrimonio de la derecha internacional, sino que atraviesa todo el espectro político.

Jaime Retamales >
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El famoso lingüista Noam Chomsky afirmó que el manejo del covid 19 podría llevar a presidentes populista a implantar regímenes autoritarios, según El Clarín de Argentina, en una entrevista publicada este 21 de abril. Chomsky criticaba al presidente Trump, atacándolo por no actuar con rapidez o no querer hacerlo, para proteger al sistema económico neoliberal. Probablemente, las decisiones que ha tomado el presidente, las ha hecho sin olvidar su reelección. Trump no quiere parecer inepto o inseguro, eso lo lleva a negar sus errores y buscar culpables donde sea. Frente a la pandemia, el público informado, ha mostrado suspicacia, porque durante su campaña y presidencia Trump ha sido escéptico frente a la evidencia científica.

Por esta razón, pareciera que el objetivo detrás de sus decisiones u opiniones, tuvieran que ver con mantener su electorado antes que impedir la propagación, por ejemplo, prohibir la inmigración, negar dinero a la OMS, insinuar la inyección de cloro como medicina, obligar a la Ford a construir ventiladores y a 3M no vender mascarillas a otros países o escribir mensajes en Twitter instigando a los habitantes a protestar contra las cuarentenas impuestas por los gobernadores. Sin embargo, ha tomado buenas medidas como enviar un cheque a todos para ayudar a los desempleados, extender el pago de impuestos o ayudar a los negocios pequeños. Me gustaría aclarar que el autoritarismo y el populismo no es patrimonio de la derecha internacional, sino que atraviesa todo el espectro político. Por ejemplo, Ortega en Nicaragua o Maduro en Venezuela lo comprueban.

Volviendo a Trump, el nueve de abril, la revista estadounidense Politico público un artículo de Jack Shafer titulado Behind Trump’s Strange ‘Invisible Enemy’ Rhetoric (Detrás de la extraña retórica del enemigo invisible de Trump). Shafer indica que cuando Trump se dio cuenta que la pandemia era realmente seria, creo el concepto del “enemigo invisible”, dándole características humanas, como la maldad, el deseo de eliminar la raza humana. Según este artículo el presidente ha ocupado el concepto 44 veces.

Shafer indica que el cinco de Abril dijo lo siguiente “It is tough and smart, but we are tougher and smarter.” (El virus es fuerte e inteligente, pero nosotros somos más fuertes e inteligentes). El periodista cuestiona lo dicho por Trump indicando lo extraño que un presidente reconozca esos atributos a una maraña de ácido nucleico dentro de una caparazón cubierta por grasa. Obviamente, esto no es casual, ni son desvaríos, este es el momento de la ciencia, de los lideres con conocimientos científicos, no populistas. Sin embargo, Trump necesita mostrar éxito y fortaleza para enfrentar una crisis sanitaria, por lo tanto, un enemigo y crear un ambiente de guerra.

Algunas de sus decisiones, se basan en decretos para tiempos de guerra. Incluso, en su afán de terminar con las cuarentenas y abrir la economía, advirtió que tenía el poder de hacerlo sin preguntarle a nadie, pues están en guerra contra un “enemigo invisible”. Pero, Estados Unidos no es un sistema presidencialista, por lo tanto, el presidente no tiene todo el poder como en Chile. El gobernador de New York, Andrew Cuomo, se burló de él, diciendo que en Estados Unidos no existen los reyes, sino presidentes. Trump, nuevamente, intentaba hacer efecto una ley que le entrega todo el poder en tiempos de guerra. El enemigo invisible, fuerte, inteligente, poderoso parece ser la retórica de todo líder populista que encuentra una excusa para imponer medidas autoritarias y Chile no es ajeno a esa retórica.

El 16 de Abril, El Desconcierto, publicó un artículo titulado “Estamos en guerra” y “enemigo poderoso e implacable”: Piñera y la repetición de conceptos estos últimos años. Piñera, al igual que Trump, utiliza al enemigo invisible como excusa cada vez que impulsa medidas autoritarias para responder a problemas de distintas índoles, sociales o sanitarias. La diferencia es que Trump no puede hacer lo que quiera, pues los gobernadores de los estados tienen autonomía, mientras que Piñera gobierna un estado con tintes monárquicos. Eso explica que una de las primeras medidas para combatir el virus fue el toque de queda, sacar a los militares a las calles, enviar el ejército a la frontera para impedir la llegada de inmigrantes. Por otro lado, ha seguido a cuentagotas los consejos de los especialistas, como la cuarentena general o crear una canasta básica para beneficiar a los miles de personas desempleadas. El último concepto que ha empleado Pinera es la “nueva normalidad”, usada por otros países, por ejemplo, el divulgador científico Luis Quevedo de RTVE (Radio televisión española) Indicó que la nueva normalidad se refiere a acostumbrarse a vivir con distanciamiento hasta encontrar una vacuna o que el 60% o 70% de la población adquieran inmunidad. Agrega que se busca proteger la salud, la economía y la libertad. Los tres conceptos son importantes, para lograr este objetivo se necesitan gobiernos realmente democráticos, no autoritarios.

El 17 de Abril, Ray Sanchez de CNN publicó un artículo titulado The new normal will be anything but ordinary (La nueva normalidad es de todo, menos ordinaria). Sánchez enumera una serie de características similares a las entregadas por Quevedo, añadiendo una que me llamó la atención “Orwellian government monitoring of cellphone location and other personal information”. Si leyeron el libro 1984, o vieron la película del mismo nombre, recordaran el control que ejerce el gran hermano sobre el resto de la población, a través de la represión, vigilancia y castigo. Si los gobiernos privan a los ciudadanos de su libertad, deberían asegurar la economía familiar y el acceso a la salud. Si van a aprobar leyes para castigar a quienes no cumplan cuarentenas, deberían entregar canastas básicas, perdonar el pago de cuentas, impedir el despido masivo de trabajadores o realizar test gratuitos. Hasta el momento en Chile se han perdido las fuentes de trabajo, la libertad y la salud sigue siendo un privilegio.

La nueva normalidad de Piñera defiende la libertad de consumo o sea el sistema neoliberal, por eso se insiste en abrir escuelas, centros comerciales u oficinas públicas. La frase “estamos en guerra contra un enemigo invisible”, ayuda a crear un clima donde lo importante es la seguridad, no la salud ni la protección del empleo. Por eso, es lógico que Piñera haya sacado los militares a las calles y declarado toque de queda poniendo el orden público sobre la salud. El plan de retorno seguro es solo una muestra, pues, cómo van a disminuir los contagios si las personas se aglomeran en calles, escuelas o en los centros comerciales.

El adjetivo elegido por el gobierno: “seguro”, no se refiere con que las personas no se van a contagiar, sino a orden y seguridad, se pretende el control sobre la población, por ejemplo, El Desconcierto informó este viernes 24 de la detención de trabajadores de la salud que protestaban siguiendo las normas de seguridad por la falta de insumos "Nos falta de todo en el hospital, pero el Gobierno tiene plata para seguir manteniendo a las Fuerzas Especiales, para comprarles carros nuevos", declaró un funcionario del Hospital Exequiel González Cortés, que se encontraba protestando en las inmediaciones de Plaza de la Dignidad la tarde de este viernes, antes de que las y los manifestantes fueran expulsados del lugar por FF.EE. de Carabineros, que terminó llevándose a dos de ellos deteexnidos”. Esta nueva normalidad Orweliana se trata de que los ciudadanos acepten estoicamente la falta de empleo, falta de acceso a la salud y la pérdida de las libertades cívicas (no de consumidor) sin reclamar ¿Están los chilenos dispuestos a aceptar la nueva normalidad Orweliana? Por suerte, no lo creo.