El naipe electoral: cartas sobre la mesa y cartas bajo la manga

28 Febrero 2012

El panorama preliminar muestra precandidatos a alcalde medianamente posicionados mientras que la confirmación de otros dependerá de una decisión al más alto nivel o del desenlace del caso Sankán

Braulio Olavarr... >
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Siempre se ha dicho que las elecciones municipales tienen un  sello distintivo, en el sentido de que la calidad personal de los candidatos prima relativamente más que las referencias político-partidistas. Sea como fuere, esta vez, sin embargo, pareciera que se avecina una contienda en que se dirime un espacio de poder altamente significativo. Como nunca antes, las diferentes fuerzas que se insinúan como protagonistas se proponen conquistar la alcaldía y/o la mayoría del Concejo Municipal.

En primer lugar, tenemos una Alianza por Chile deseosa de recuperar un municipio que dominó por espacio de ocho años. En dicho sector, falta por decidir (será un gallito escenificado tanto en Arica como en Santiago) quién va a ser su postulante a la alcaldía: si un militante UDI (José Durana) o de Renovación Nacional (Carlos Valcarce, Ximena Valcarce). En esto pareciera que no habrá más nombres. Es lo que hay.

Por su parte, la Concertación se mantiene en compás de espera aguardando el desenlace del caso Sankán. En la eventualidad, bastante probable, de que éste quede imposibilitado de repostular, no sería nada de raro presenciar un tenso tira y afloja, puesto que las pretensiones del PPD quedarían sumamente desacreditas, aunque como maquinaria política y descomunal bolsa de trabajo que es no da para pensar que vaya a ceder así como así la opción al socio restante más fuerte, el Partido Socialista y, específicamente, a su hasta ahora presunto abanderado Luis Rocafull.  

El ex intendente desistió de competir en primarias con Waldo Sankán, argumentando que no estaba dispuesto a medirse con un político cuestionado. Lo cierto es que antes de esta declaración surgió una señal que para Rocafull no tuvo dos lecturas: cuando Sankán se inscribió para esas primarias, se hizo acompañar por los tres jóvenes piscoleros y pistoleros que se han adueñado de la Concertación: los presidentes del PPD, Patricio Sanhueza; de la DC, Andrea Murillo (ambos funcionarios municipales) y del Partido Radical, David Zapata. No concurrió, obviamente, el presidente del Partido Socialista, Oscar Ojane, por un asunto de doble inhabilidad: ser a la vez competencia y funcionario municipal. Así, al menos a nivel cupular, la situación quedó oleada y sacramentada.

Presuponiendo que Sankán quedara marginado, podría visualizarse que el sankanismo apostaría por alguno de sus representantes de relativo mayor peso político: los tres Patricios (Moya, Barrios y Sanhueza) y párele de contar. El nominado tendría que disputar primarias con Rocafull. Si es que éste acepta enfrentar a la aplanadora.

Una cosa clara es que a partir del cuestionamiento que afecta a Sankán, la Concertación ha quedado escindida en dos: por un lado los sankanistas a sangre y fuego y, por otro, los que no quieren que los salpique la corrupción. Entre éstos, aparte de Rocafull, están los DC Daniel Espinoza y Juan Arcaya, que no han titubeado en criticar los desatinos de su ultra sankanista presidenta Andrea Murillo.

De imponerse y prevalecer este operativo de higiene política al interior del mundo concertacionista, hasta es posible que alguno de los recién nombrados llegue a sonar y ser tomado en cuenta. Si de algo debieran estar convencidos los militantes y adeptos de la Concertación es que en su sector la podredumbre tocó fondo y se desfondó. Urgente será reivindicarse, limpiando y ordenando la casa. De lo contrario, ayudándote a sentir…

A la derecha le conviene confrontarse con una oposición que hasta este minuto aparece jugando a tres bandas: el candidato concertacionista por designar, el doctor Salvador Urrutia e Iván Paredes, ex alcalde y ex diputado. Pero se sabe que en Santiago, así como se ha hecho lo imposible por librar a Sankán de su incómoda situación judicial, también se discute si no será electoralmente más correcto llevar a uno solo. Lo que implicaría la bajada de dos de ellos. Tarea bastante azarosa e incierta. Sin embargo, la política es el arte de lo posible.

Observadores locales cercanos a la Concertación han expresado su inquietud por lo que avizoran como una alarmante amenaza: aseguran que la derecha se dispone a competir a dos bandas: con una lista oficial y otra complementaria.

Esta última mantendría tapada o al aguaite su candidatura a la alcaldía. Se especula que hay un nombre en la punta de la lengua ( Víctor Pizarro Bossay), a quien desde dos programas radiales se le formulan fervientes llamados a fin de que se decida; y otro nombre alternativo: Marcela Palza, la que llama con frecuencia a la misma emisora. Al parecer, la nominación también estaría supeditada al resultado del juicio a Sankán.

Se asevera que se trata de una fórmula instrumental que apostaría a ganar votos de concertacionistas indignados o arrepentidos, ofreciéndoles candidatos independientes o supuestamente tales (porque hay varios con rodaje en más de un partido político). Y, si bien se estima que no tendría chance para la alcaldía, sí reviste la posibilidad de aportar algunos concejales que, sumados a los de la Alianza, pueden conformar una mayoría edilicia.

Pero lo anotado no agota la cartilla electoral, ya que recientemente emergió la opción regionalista en el marco del partido Fuerza del Norte, que a nivel supra regional encabeza su propio creador, el ex alcalde y viejo caudillo iquiqueño Jorge Soria Quiroga. Todavía no se mentan candidatos.

Cuesta entender qué pertinencia pueda tener el ideal regionalista y anticentralista en una lucha electoral comunal tan cerrada y netamente política, como la que se prevé para Arica.

Se sabe que el regionalismo, con todo lo legítimo y esclarecedor que sea su discurso, no ha tenido hasta ahora incidencia en las lides electorales. Y está por verse la capacidad de un Movimiento Regionalista que a nivel local difícilmente supera el carácter de un club de amigos contados con los dedos de una mano.

El Movimiento Regionalista apoyó a Carlos Valcarce. Incluso su líder trabajó en la Municipalidad, al igual que la cabeza visible de la anodina Comisión Proyecto Arica. Posteriormente, ambos adhirieron a Piñera en el 2006 y a Sankán en el 2008.

No sorprende, entonces, que ya se estén percibiendo las entusiastas ganas de incorporársele de esos eternos líderes autodesignados, de paupérrima o nula representatividad. Son los sin bandera, los liberianos de la política ariqueña. A la mayoría, los mueve el instinto o el olfato por obtener ventajas personales; aunque hay otros que se gratifican con sólo salir en la foto, para autoconvencerse de que siguen vigentes.

Soria, el pretendido líder supra regional, es un caudillo que hizo maravillas en Iquique, pero está más que claro que el sorismo es un fenómeno estrictamente iquiqueño y desfasado. En su propia ciudad ya quedó retratado como un líder activo-negativo mesiánico (anda siempre detrás del poder, porque se cree imprescindible, tocado por el destino: sin él no hay historia).

Así mismo, es decididamente antidemocrático: un autócrata que no acepta otra estructura orgánica que la de él y su familia en la cúspide; luego un equipo de  colaboradores incondicionales y, al fondo, una masa idólatra donde tiene estratégicamente instalada una red de operadores de base.

Quienes han trabajado a su lado, manifiestan que Soria es un ogro, un tipo intratable al que sólo hay que obedecer y tratar de adecuarse a su megalomanía y frenético impulso por hacer cosas. El mismo que no tiene escrúpulo para desconocer en cualquier momento a quienes le sirven con lealtad. No son pocos los que han sufrido la terrible decepción de comprobar que su carisma, su humanismo y su sensibilidad social no son sino máscaras histriónicas que utiliza magistralmente desde el escenario frente a su adorada chusma.

Otra faceta de su abigarrado perfil es que el “Choro”, declaradamente enemigo de los partidos, se desquició progresivamente por su incorregible travestismo político. Veamos: antes del golpe militar, militó en el Partido Socialista y en la Unión Socialista Popular. Luego del retorno de la democracia, perteneció al PPD, postuló a alcalde en la lista del Partido Comunista, creó el Partido de Acción Regional (PAR); apoyó a Sebastián Piñera en la presidencial del 2006 y en la última respaldó al representante de la -para él- abominable Concertación. Y recientemente inventó su nuevo partido Fuerza del Norte. Una trayectoria de giros, saltos y vueltas de campana capaz de marear a cualquiera.

Pero lo peor de todo es que carga un inocultable condoro, porque al final de su carrera política, el “Choro” fue  inhabilitado como alcalde por choreo: cometió fraude al fisco. Por lo menos, eso es lo que dicen los tribunales. En estos tiempos de pasmosa incredulidad y de soberbios abanicos de culpas, la consigna es creer o no creer. That is the question.

¿Con qué cara podrá apadrinar candidatos suyos a las municipales en una ciudad que ha tenido consecutivamente a dos alcaldes inhabilitados?. Por lo demás, en nuestra ciudad no tiene arrastre. Basta recordar que cuando compitió por una senaduría por la ex Primera Región, en Arica alcanzó una magra cantidad de votos.

“Choro”: fuiste grande y eso es más que suficiente. Por eso, en vez de andar engrupiendo giles, mejor ándate a tu casa y vive como un guerrero en reposo que se deleita rememorando sus indiscutibles proezas.

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