La cruzada y los silencios del senador Fulvio Rossi

26 Marzo 2012

Durante siglos el tabaco ha acompañado la soledad y la reunión. Este ataque despiadado tiene rasgos patológicos, más allá de los números de la seguridad social y el ministerio de salud. Por Pedro Armendariz.

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Fulvio Rossi, senador socialista en representación de las regiones de Aricay Parinacota y Tarapacá, se ha embarcado en una cruzada contra el fumar tabaco, o sea, también, contra los fumadores.

Propone cosas razonables, como eliminar todo tipo de publicidad a las empresas tabacaleras. Otras no tanto, como subir el precio de las cajetillas. Se ve que el senador no fuma, y si conoce los precios en cuestión será el monto de su cartera el que no le ayuda a percibir que están por las nubes. No hay, que yo sepa, país sudamericano donde sea tan caro fumar.

Soy fumador, y he soportado estoicamente el asedio y represión que viene sufriendo este hábito social desde ya al menos dos décadas. Resulta sorprendente el alcance que ha logrado este ataque.

Siempre me ha parecido falsa esta lucha en manos de los políticos profesionales, que son en definitiva los que ponen la firma a los cercos en que nos limitan nuestras acciones.

Falsa porque pone énfasis en reprimir y regimentar el accionar de un colectivo, los fumadores, cual si se tratara de delincuentes, de tipos que le hacen mal a la comunidad. Este afán purista apesta a fascismo hipócrita. Lo vemos en propuestas nacidas en los Estados Unidos que siguen las autoridades de los países que le siguen la cuerda, obviando el hecho de que aquel país da muestras evidentes de clara decadencia y ruina cultural y moral en todos los órdenes de la vida.

El fumar tiene que ver la soledad del individuo, o con la relación con los demás, tiene que ver con los nervios, el ritmo sicológico, el pensar reflexivo, el apreciar el gusto y el aroma del tabaco, con la reunión, el encuentro y el rito social. Esto no lo puede entender, o aceptar todo no fumador, con el respeto que se merecen. El tema es convivir.

Durante siglos el tabaco ha acompañado la soledad y la reunión. Este ataque despiadado tiene rasgos patológicos, más allá de los números de la seguridad social y el ministerio de salud.

En el caso de Rossi, le agradezco el empeño, parece estar pensando en los niños que, claro está, mejor es que no fumen.

Sin embargo le reclamo semejante celo frente a las grandes empresas pesqueras que tienen liquidado el mar en el norte del cual es representante parlamentario. El mismo celo ante las empresas mineras, verdaderos poderes fácticos en la realidad política particularmente en Iquique, debido a su descomunal poder económico, además de contaminantes y depredadoras del agua, todo prácticamente gratis.

También sería interesante y positivo que el senador Fulvio Rossi abordara e hiciera avanzar las relaciones con nuestros vecinos peruanos y bolivianos, tema que, al igual que los anteriores, para él parece no existir.

Comentarios

Imagen de Miguel García Martín

  Entiendo perfectamente que

 

Entiendo perfectamente que la línea editorial del medio
utilizado o intereses personales del columnista le lleven al ataque directo al
senador Rossi, eso es tema político y por lo tanto no de mi incumbencia.  Donde sí me siento impelido a intervenir es
en su descripción del acto de fumar y la participación de los actores cuando dice,
por ejemplo

1.    
“Soy fumador, y he soportado estoicamente el
asedio y represión que viene sufriendo este hábito social desde ya al menos dos
décadas. Resulta sorprendente el alcance que ha logrado este ataque.”

Soy ADICTO a la droga llamada Nicotina, debería
comenzar el acápite y de allí para adelante todo el resto pierde valor, porque
lo único que hace quien fuma es dar satisfacción a su adicción.

2.      
“Siempre me ha parecido falsa esta lucha en manos
de los políticos profesionales, que son en definitiva los que ponen la firma a
los cercos en que nos limitan nuestras acciones.”

La lucha no está en manos de políticos profesionales, a lo
principal está en manos de la sociedad civil, (universidades, sociedades
científicas y organizaciones gremiales o sociales) no obstante son los
políticos profesionales o aficionados (no conozco el límite), quienes deben
hacer las leyes, teniendo a mano la evidencia científica y el interés de la
nación.

3.      
“Falsa porque pone énfasis en reprimir y
regimentar el accionar de un colectivo, los fumadores, cual si se tratara de
delincuentes, de tipos que le hacen mal a la comunidad. Este afán purista
apesta a fascismo hipócrita. Lo vemos en propuestas nacidas en los Estados
Unidos que siguen las autoridades de los países que le siguen la cuerda,
obviando el hecho de que aquel país da muestras evidentes de clara decadencia y
ruina cultural y moral en todos los órdenes de la vida.”

Lo que hace es proteger la salud de quienes sin desearlo son
fumadores pasivos, puesto que la legislación actual y la mala costumbre de los
fumadores activos, les permite difundir el humo, producto de su adicción en
espacios cerrados que contaminan. Fascismo, lo contrario, pretender imponer una
actitud que satisface a unos pocos (o muchos) en perjuicio de los demás (Mi
derecho termina donde empieza el suyo).   

4.      
“El fumar tiene que ver la soledad del individuo,
o con la relación con los demás, tiene que ver con los nervios, el ritmo
sicológico, el pensar reflexivo, el apreciar el gusto y el aroma del tabaco,
con la reunión, el encuentro y el rito social. Esto no lo puede entender, o
aceptar todo no fumador, con el respeto que se merecen. El tema es convivir.”

No se equivoque, fumar tiene que ver sólo con la adicción.
Un no fumador no necesita del tabaco (nicotina) para no sentirse solo; los
nervios y el resto de las apreciaciones son producto clásico de una adicción a
las drogas. Con respecto al aroma, remóntese e invito a hacerlo a todos los
fumadores, a recordar la primera aspiración del primer cigarrillo de su vida.
Ese es el verdadero sabor del tabaco, lo que sigue lo hace la adicción.

5.      
“Durante siglos el tabaco ha acompañado la
soledad y la reunión. Este ataque despiadado tiene rasgos patológicos, más allá
de los números de la seguridad social y el ministerio de salud.”

La defensa del tabaco sí que tiene en algunos casos rasgos
patológicos (enfermos de adicción) y en otros rasgos económicos, el negocio del
tabaco es el tercero en el mundo en movimiento de dinero, sigue a las armas y a
las drogas “duras”. Me resulta extraño que se insinúe legislar en salud sin considerar para ello la participación del ministerio del ramo y los antecedentes que aporte el sistema de seguridad social.