La Mermelada

21 Marzo 2012

Lluvias inusuales en los extremos del país, hicieron que el gobierno enviara al Norte de Chile al Ministro de Desarrollo Social y a Punta Arenas a la Ministra del Trabajo, ambos sin ninguna relación evidente con la materia

Fernando Cabrales G. >
authenticated user

En la semana que termina quedaron de manifiesto, una vez más, varias incoherencias en la conducción del gobierno que hacen dudar de la capacidad de gestión del Estado que muestra el actual equipo.

Lluvias inusuales en los extremos del país, hicieron que el gobierno enviara al Norte de Chile al Ministro de Desarrollo Social y a Punta Arenas a la Ministra del Trabajo, ambos sin ninguna relación evidente con la materia (inundaciones, desbordes de caminos y canales, etc.). Mientras eso ocurría, los choferes de un troncal del Transantiago dejaban sin transporte público a 23 comunas de Santiago afectando a más de 750.000 personas… por problemas laborales con la empresa. La Ministra del Trabajo, mientras tanto, anunciaba el despido fulminante de la Directora Regional de la Onemi de Magallanes por llamar a la tranquilidad sólo minutos antes que se desbordara el rio Las Minas y anegara el centro de Punta Arenas (lo que demuestra una vez más lo peligroso que es escupir hacia arriba). Por cierto, también se ocupó de reiterar que el problema lo dejaron los gobiernos anteriores y que el actual no tenía nada que ver con la inundación de la ciudad. Útil habría sido que se publicara su informe de “cometido funcionario” en la ciudad para saber cuál fue el aporte de la Ministra del Trabajo en ese problema.

También aprovechó de declarar que le parecía inaceptable que el Estado decidiera sobre la continuidad de un embarazo inviable y no lo hiciera la mujer afectada. Este comentario tampoco tiene nada que ver con nada, ni con su cartera ni con Punta Arenas, pero tiene que ver con los proyectos legales en que trabajó cuando senadora. Lo curioso es que el Ministro de Salud intervino señalando que Chile no necesitaba de una Ley de Aborto Terapéutico, pues –dijo- ningún médico en Chile acepta riesgos para las mujeres embarazadas ante enfermedades de la madre, accidentes o causas similares. De ello habría que concluir (supongo) que el aborto terapéutico existe de hecho (aunque quizás no de derecho) en Chile. Con su locuacidad habitual, el Ministro calificó de ignorantes a los proponentes de dicha ley, entre ellos a su colega de Trabajo. Por cierto, creo que no están hablando de lo mismo; pues las propuestas legales (Matthei –Rossi, Girardi –Ominami y Escalona) más parecen leyes de eugenesia que de aborto terapéutico.

Este tema llegó al ridículo cuando la Senadora designada y ex -vocera de Gobierno planteó que las mujeres embarazadas en verdad estaban “prestando” su cuerpo a un nuevo individuo (sólo que a veces el “préstamo” es sin permiso del dueño, es decir, la mujer, por ejemplo, en caso de violación) o cuando el Presidente se mostró dispuesto a defender la vida desde la concepción para adelante. Ahí el enredo conceptual es simplemente inentendible.

El anuncio presidencial del envío de una reforma tributaria, completa el cuadro de enredos más relevantes. Ocurre que el Ministro de Hacienda ha reiterado hasta el cansancio que las cuentas fiscales se encuentran en orden, pero que había que reducir el gasto público que se encontraba muy alto (de hecho el 2011 se encontraba alrededor de US$ 9.000 millones sobre el gasto previo a la crisis), que el financiamiento del programa de gobierno de Piñera no requería más gastos permanentes sino al revés, había que reducirlo para evitar la caída del tipo de cambio real y aumentar la competitividad de las exportaciones. Peor aún, a fines del 2011, la Dipres calculó en unos US$ 1.600 millones los ingresos adicionales por los próximos cuatro años. Además los ingresos por exportaciones de cobre se calcularon con precios entre US$ 2 y US$ 3 (por libra) y a los actuales precios, eso significa que el gobierno está ingresando recursos por cerca de US$ 5.000 millones fuera de presupuesto.

Ahora el Presidente justifica el alza de impuestos porque la carga tributaria chilena es muy baja en relación a los demás países de la OCDE. El mismo argumento que consideraba absurdo durante la campaña presidencial mientras ofrecía a los transportistas la reducción o eliminación del impuesto específico a los combustibles. Un sector importante de la derecha ha destacado que nada de lo que el gobierno está haciendo estaba en el programa que comprometieron con su electorado.

Parece evidente que lo que está ocurriendo sólo se puede entender en el contexto de los años electorales que quedan de la gestión del Presidente. En otras palabras, significa que el gobierno se dedicará en adelante a las campañas electorales y que su gestión ya terminó.