Opinión: Partidos políticos para partir de cero

25 Abril 2015

En la Concertación, tanto socialistas, demócrata cristianos y pepedés derivaron en neoliberales y hasta lograron encantarse con el sistema institucional y económico social legado por la Dictadura. 

Juan Pablo Cárdenas >
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En la base de todas las aberraciones de la política que hoy el país lamenta está el sistema vigente de partidos y el que éstos se hayan convertido en meras agencias de empleo para sus militantes como en el caldo de cultivo de los más siniestros operadores políticos. En la misma legalización de estas colectividades se cometieron en su momento todo tipo de irregularidades para reclutar militantes mediante el soborno y la inscripción de firmas falsas que fueron hasta autentificadas por ciertos notarios públicos. En esto de recolectar nombres, el dinero jugó también un papel fundamental y partidos que luego mostraron muy poca raigambre ciudadana fueron capaces de hacerse de muchísimos más adherentes que aquellas expresiones consolidadas en el pasado.

Después de todos los vicios de inscripción, al sistema electoral binominal se le debe la continuidad de algunas expresiones que debieron haber desaparecido hace mucho tiempo, si no fuera porque ambas listas del duopolio político les cedieron cupos y recursos para mantenerse en carrera y sumar los votos de los más incautos. Aunque de todas maneras ha habido organizaciones que nacieron intempestivamente así como rápidamente se les dejó morir, varias otras todavía deben su existencia a los arreglos cupulares o al hecho de que las coaliciones quieren retener cautivo el voto de uno dos diputados en el Parlamento. Ya se ha probado, además, que las cajas electorales han recaudado recursos que, bien repartidos, le permite a algunos partidos ser más hegemónicos dentro de los pactos y subpactos, al mismo tiempo que mantenerse en connivencia con los más pequeños o , más precisamente, en puro estado de ficción.

El carácter ideológico de los partidos se desvaneció muy prontamente. En la Concertación, tanto socialistas, demócrata cristianos y pepedés derivaron en neoliberales y hasta lograron encantarse con el sistema institucional y económico social legado por la Dictadura. Otros cambiaron su denominación de izquierda cristiana a izquierda ciudadana, conformándose con algunos cupos parlamentarios y una o dos embajadas, dejando de lado su inspiraciones doctrinarias del pasado para mantenerse bajo el buen abrigo de quienes detentan el poder en la democracia interdicta que todavía padecemos.

En la Derecha, asimismo, el partido fundado por Jaime Guzmán fue finalmente subyugado por el soborno empresarial y prácticamente no quedó rasgo en él de su antiguo acerbo gremialista y católico. Así como su aliado, Renovación Nacional, ha sido un verdadero “bolsillo de payaso” de las más distintas especies políticas: pinochetistas y ex pinochetistas; conservadores y liberales, como de un cuanto hay en el espectro de los intereses, más que de las convicciones. Por lo mismo, que la decisión de los más jóvenes y mejor inspirados han buscado agrupaciones propias pero que todavía no tienen chance de probarse electoralmente.

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