Sobre héroes, tumbas... y otros: Solidaridad a martillazos en la pandemia

12 Junio 2020

¿Podría llegarse al momento -si la solidaridad existe y los perjuicios sociales se repartieran efectivamente- de que los funcionarios públicos deban rebajar sus sueldos para "democratizar" la pandemia?

Rodrigo Muñoz Ponce >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Hay situaciones extremas que exigen extremas actitudes. Las necesidades humanas de subsistencia básica son, sin duda, comer y dormir. Mantenerse con salud tambien lo es. ¿Qué pasa cuando una crisis obliga a elegir entre comer o estar saludable? Hay sectores de la población para los cuales esta disyuntiva es real y, lamentablemente no es de respuesta individual. Me explico: Si a una mujer con tres hijos -el caso no es de laboratorio- se le obliga a estar en casa sin poder trabajar para llevarles comida, la respuesta es clara: Ella no respetará la cuarentena y saldrá igual, aún a riesgo de contagiarse. Es una regla natural y biológica de la maternidad. Si es una madre intuitiva (la mayoría de ellas lo son) tomará los resguardos mínimos de protección, como el uso de máscara o mantener ciertas distancias, por ejemplo. Más de la mitad de la población chilena tiene que salir a ganarse el pan diariamente. La otra mitad tiene contratos públicos o privados que le garantizan, de una forma u otra, tener alguna mayor tranquilidad para decir "quédate en casa". Este segundo grupo de chilenos está en una situación, no de privilegio, pero si bastante mejorada, respecto de aquellos que deben levantarse diariamente para poder comer, sin sueldos o salarios seguros.

No he mencionado en estas dos mitades de la nación chilena, a riesgo de reprobar en matemáticas, a un sector minoritario casi mitológico de la población, privilegiado de siempre, para quienes las estadísticas y las normas no aplican. Me refiero a los especuladores económicos y a los congresistas (diputados y senadores). Ellos son la élite intocable, unos tiburones y otros simples rémoras, indistintamente, por lo que esta columna no se refiere a dicho Olimpo criollo, sino a los ciudadanos conunes y mortales. Dejo tambien fuera a los verdaderos héroes de la sociedad (sean ricos o pobres) que hacen su deber ética y solidariamente siempre, independiente de los gobiernos de turno. En Arica, recuerdo a una anciana llamada "la tía petita" que mantenía un comedor para personas de extrema pobreza. Era nuestra sor Teresa de Calcuta y su "empresa" era mantener economicamente a flote el último estrato de dignidad humana. 

Esta columna, en cambio, se refiere a ciudadanos corrientes como nosotros, ni con aspiraciones a dioses, héroes o mártires. Los gobiernos trabajan, bien o mal, eficázmente a veces, tórpemente otras, pero trabajan. La administración pública, por su parte, la llevan sobre sus hombros aproximádamente dos tercios de los funcionarios, el otro tercio saca la vuelta y generalmente es conocido de algún congresista del Olimpo al que nos referimos anteriormente. Por eso, en realidad, a pesar de lo que diga la letra de la ley o la Carta fundamental, y a riesgo de reprobar en Derecho Constitucional, en este país no hay un sistema presidencial, pues el que manda realmente es el Congreso, a través de sus redes que ya se han institucionalizado. La administración pública está plagada de aquellos operadores "conocidos del senador x o del diputado y". Chile así, en realidad, está cooptada por los congresistas. No me quería desviar del tema, pero bueno, en las cuarentenas tiende uno a divagar.

Para denotar una realidad económica y social que subyace entre nosotros, se puede exagerar, imaginando un futuro hipotético de alargamiento de esta pandemia. En este caso, el Estado se empobrecería al no recibir los ingresos que le cobra a los particulares, para sustentar sus necesidades. Si la población no gana dinero, no hay a quién cobrar impuestos. Esta afirmación parece pueril, pero en ningun caso es trivial. Si no hay a quién cobrar impuestos, el Estado no puede cumplir los cometidos acordados por el pacto social y ni siquiera podria mantener a los funcionarios que viven de los ingresos que precisamente recaudan.

En un oscuro futuro ¿podría llegarse al momento -si la solidaridad existe y los perjuicios sociales se repartieran efectivamente- de que los funcionarios públicos deban rebajar sus sueldos para "democratizar" la pandemia? Este término, esta obviamente mal utilizado, pues la idea es que no existan ciudadanos de primera o segunda clase. A nivel institucionales también existen estas diferencias. No es tan fácil decir "quédate en casa" cuando existe la intranquilidad del mañana. La inteligencia y la creatividad deben ser utilizadas con mucha compasión y empatía. Espero que podamos hacer congeniar estas virtudes.