Un nuevo octubre y las promesas no cumplidas del estallido social

01 Octubre 2020

Es ya casi un año desde aquel 18 de octubre, en que la ciudadanía se tomó las calles y exigió sus derechos. 

Enzo Varens >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Posterior al estallido social del 18 de octubre del 2019, al borde de su extinción, la actual clase política ofreció una serie de promesas, a fin de calmar al pueblo. Hubo algunas de ellas – como el plebiscito –, que se han cumplido. Pero muchas otras, sin embargo, no lo han sido, o se han cumplido en menor medida. Veamos cuáles son.

1.- La rebaja de la dieta parlamentaria. En el clímax del estallido social, la clase política anunció, con bombos y platillos, que se rebajaría el sueldo de los parlamentarios en un 50%. ¿Qué pasó? La rebaja efectiva fue de un magro 25%, la mitad de lo prometido. Además, la reducción sólo incluye la dieta parlamentaria (el sueldo), y no toca las famosas “asignaciones”: pago de asesores, viáticos, etc.

2.- Sueldo mínimo de 500 mil pesos. Quizá muchos de los lectores recuerden ésta. Los más grandes empresarios del país, y los parlamentarios, acordaron fijar el sueldo mínimo en 500 mil pesos. ¿Cómo va eso hoy? El Gobierno propuso un reajuste del sueldo mínimo en seis mil pesos, el que se está discutiendo en el Senado. Así que, a la fecha, el sueldo mínimo sigue en 300 mil pesos líquidos.

3.- Jornada laboral de 40 horas. Este proyecto de ley dormía el sueño de los justos desde el 2017, hasta que llegó el estallido social y se aprobó de manera express en la Cámara de Diputados. Hoy el proyecto sigue durmiendo el sueño de los justos, pero en el Senado.

4.- Escaños reservados para pueblos originarios y tribal afrodescendiente. El Gran Acuerdo Nacional no contemplaba la existencia de escaños reservados, pero la ciudadanía dijo otra cosa, y así, se ingresó un proyecto de ley en tal sentido. ¿El resultado? A 25 días del plebiscito, el proyecto sigue en el Senado, así que nuestros pueblos originarios y tribal afrodescendiente deberán seguir esperando.

5.- Justicia para las víctimas del estallido social. La represión policial ordenada por el Presidente y sus esbirros causó que miles de personas fueran muertas, lesionadas y abusadas. Las recurrentes lesiones por lacrimógenas y balines fueron denunciadas por numerosos organismos internacionales. A medida que los casos se iban haciendo públicos, vimos un desfile de sentidas declaraciones clamando por justicia y reparación. ¿La situación al día de hoy? 8.575 víctimas y sólo 16 carabineros dados de baja.

Resulta sorprendente que, cuando la ciudadanía sale a las calles a exigir sus derechos, la clase política reacciona con celeridad. Pero una vez que las cosas se calman, vuelven a su sopor habitual. Muchos políticos y políticas locales y nacionales, simplemente se colgaron de las demandas ciudadanas, repitiendo eslóganes como loros, pero sin resultados prácticos. Lo que uno espera de quienes aspiran a ostentar cargos políticos es más que eso: se exige liderazgo, que den la cara, que practiquen con el ejemplo, que arriesguen, aunque sea, algo.

La ciudadanía es el mejor juez de la clase política. Por eso, estimado lector, cuando tenga al frente una papeleta con candidatos, fíjese en qué han hecho por la región y por el país. Y exija que cumplan sus promesas, de manera íntegra. Pacta sunt servanda. Los pactos se deben cumplir.