Una reacción que refleja a la Argentina fracturada

24 Febrero 2013

Nadie sabe qué referencia de Daniel Scioli irritó más al cristinismo, que ya venía alterado con él.

Libardo Buitrago >
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¿Fue la alusión del gobernador a un Néstor Kirchner pluralista, aseveración por cierto difícilmente comprobable? ¿O fue, acaso, su promesa de convertirse en un Nelson Mandela argentino, conciliador y "sin revanchismo"?

Esta última propuesta política de Scioli conlleva la grave descripción de un país tan fragmentado como estaba Sudáfrica tras décadas de vigencia del racista sistema del apartheid.

Sea como sea, Cristina Kirchner no ha inaugurado sola el año electoral con sus anuncios salariales y sus duras críticas a Mauricio Macri y José Manuel de la Sota. Inesperadamente, fue Scioli el primero que percibió que con enero se terminaban las vacaciones de muchos argentinos y empezaba la competencia electoral.
Fue inesperado porque sucedió cuando toda la comunidad política descontaba un acuerdo político y electoral entre la Presidenta y el gobernador bonaerense. Algunos, como Macri o Sergio Massa, consideraban que ese pacto ya estaba cerrado.
Tal vez suceda el acuerdo. Pero es evidente que Scioli ha decido hacerlo sobre condiciones diferentes a las del pasado, cuando él entregaba todo y no recibía casi nada. Su inédita osadía de demostrar todos los días que es diferente del cristinismo podría, sin embargo, trabar cualquier negociación.
El gobernador tiene razón en una sola cosa cuando confronta al nestorismo con el cristinismo: el ex presidente muerto era un político pragmático, que liberaba los estallidos de su humor en los buenos momentos.
Sabía que las elecciones no se ganan a golpes de caprichos. La Presidenta es más pasional que pragmática y también más definitiva en sus filias y en sus fobias. Su capacidad de perdonar es homeopática.

Scioli tiene cara de bueno, pero hace cosas de político implacable. Propuso, por ejemplo, hurgarle el presupuesto a la Presidenta, justo cuando ella se está quedando sin presupuesto. Es cierto que hay un consenso oculto en la política sobre la injusticia de los recursos con la provincia de Buenos Aires.

Recibe mucho menos de lo que le corresponde. Todos los dicen, pero todos lo callan. Será difícil, si no imposible, llegar a un nuevo acuerdo sobre los fondos coparticipables que beneficie más al distrito ya más poderoso del país. Scioli sabe que ese obstáculo, sin solución aparente, existe.

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