Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, pero...

01 Julio 2018

Crecí mirando su retrato colgado en el muro de la casa familiar, tratando de comprender por qué. ¿Por qué no eres tú, Vicente, quien me cuenta quién eres? ¿Por qué no eres tú, Vicente, quien me cuenta sobre tus luchas?

Lenina Barrios ... >
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Escribir y leer esto es complejo. Históricamente, el peso de rememorar, de anclarse a la memoria, se lo cargamos a los viejos, porque para algunos es más fácil olvidar que recordar el dolor. A veces es más fácil olvidar y no sentir, pero eso es algo que los familiares de detenidos, desaparecidos y torturados no aceptamos.

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, el hermano de mi abuelo. El 21 de marzo de 1990, en Colina aparecían los primeros restos de detenidos desaparecidos en una fosa clandestina de un ex regimiento militar, y entre esos cuerpos inhumados en secreto, con violencia, estaban los restos de Vicente Atencio Cortez, el tío de mi madre. Yo cumplía recién 1 año, y no conocía a Vicente Atencio Cortez.

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, el obrero que venía de la quebrada Los Chacayes, en el interior de la quinta región. Nunca pude sentarme con él a escuchar sus historias, a mirar la profundidad de sus ojos, a aprender de su grandeza. Él no pudo contarme sobre ser pirquinero en el sur, sobre ser obrero del salitre en el norte, sobre ser obrero de la construcción en Arica, sobre ser obrero desde niño, sobre luchar con tu trabajo por tu dignidad, con tu dignidad por tu país.

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez. Crecí viendo su retrato colgado en el pecho de mis abuelos, de mi madre, de mis tíos. Crecí viendo bailar a mi abuela la cueca más triste del país por él, por Vicente. Crecí viendo al país más triste sin él, Vicente.

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, y no quiero versarlos en su historia, quiero que recordemos que yo, que ustedes no lo conocimos porque Vicente fue detenido, torturado, asesinado y desaparecido. Vicente nos fue detenido, nos fue torturado, nos fue asesinado y nos fue desaparecido.

El 11 de agosto de 1976, Vicente Atencio Cortez fue detenido en Santiago por agentes de la DINA. Trabajadores -como él-, gente del pueblo -como él- lo aparecieron en 1990, encontraron su cuerpo, el cuerpo de un arenero, de un pirquinero, de un obrero de la construcción, de un regidor, de un alcalde, de un diputado, de un hijo, de un padre, de un hermano, de un tío, de un cuñado, de un amigo. Desde el 11 de agosto de 1976 los Atencio de entonces viven con una herida abierta, y los Atencio de después comenzamos a nacer con la misma herida, con el mismo dolor, con la misma rabia. No, no lo conocimos, no abrazamos su cuerpo, no miramos sus ojos, no escuchamos sus tangos, no acompañamos sus marchas, porque quisieron enterrar su memoria.

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, pero nací con una herida abierta. Crecí mirando su retrato colgado en el muro de la casa familiar, tratando de comprender por qué. ¿Por qué no eres tú, Vicente, quien me cuenta quién eres? ¿Por qué no eres tú, Vicente, quien me cuenta sobre tus luchas?

Yo no conocí a Vicente Atencio Cortez, pero nací con una herida que palpita. A medida que crecía, más escuchaba la pregunta “¿Eres algo de Atencio?”. No entendía… ¿a qué Atencio se referían? “El diputado”, me decían. El diputado… el diputado… pero él era tanto más que un diputado. “Sí”, contestaba yo, “es mi tío”. Algunas veces preguntaban “¿Y qué fue de él?” con una sonrisa ignorante. Esas veces, mi herida palpitaba, se infectaba. ¿Cuánto dolor se puede esconder en el olvido de la gente? Otras veces, me contaban historias hermosas de su lucha. Eran hermosas porque estaban llenas de dignidad, porque Vicente no fue sólo un diputado: fue un hombre alegre, un hombre consecuente, un hombre humilde. Acompañó a los obreros, luchó con los pobladores, compartió con los aymara, jugó con los niños, abrazó la dignidad de todas las personas sin distinción. Eso es lo que le pesó a la dictadura: la dignidad. Eso quisieron quitarle: la dignidad. Pero ni la tortura, ni el asesinato, ni la desaparición pudieron con la dignidad de Vicente. En la herida que nos hicieron, floreció la semilla de su dignidad, de su alegría, de su fuerza, de su lucha, de su amor por Chile.

Dicen que cuando la gente muere todos dicen que eran buenos. Pero Vicente no ha muerto. Yo conozco a Vicente Atencio Cortez, él vive en mi memoria, en tu memoria, en nuestra memoria, y con su ejemplo mil veces venceremos.

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Vicente Atencio Cortez (Valparaíso, 16 de septiembre de 1929 - Santiago, c. 11 de agosto de 1976) fue un obrero, político y dirigente sindical chileno.

Perteneció al Sindicato de la Construcción de Arica y participó del Consejo Departamental de la CUT de la misma ciudad, llegando a ser presidente provincial de Arica.

En 1957 ingresó al Partido Comunista, donde ocupó, desde 1958, los cargos de dirigente regional en Arica, y miembro del Comité Central del Partido.

En 1963 fue electo regidor por Arica, ejerciendo hasta 1966; fue reelecto en 1967, por un año. Paralelamente, se desempeñó como alcalde de dicha ciudad, entre 1967 y 1968.

En 1969 resultó electo diputado por la Primera Agrupación Departamental, Arica, Iquique y Pisagua, período 1969-1973. En 1973 fue reelecto diputado, por la misma Agrupación Departamental, período 1973-1977. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973, puso término anticipado al período.

El 11 de septiembre de 1973, se encontraba en la ciudad de Santiago, lugar desde donde comenzó su actividad política clandestina en contra del régimen militar. Luego de su detención y desaparición el 11 de agosto de 1976, sus restos, con evidentes señales de tortura, fueron encontrados 14 años después, el 21 de marzo de 1990 en una fosa clandestina en el fundo "Las Tórtolas" de Colina, ex-recinto del Ejército de Chile.

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