A 2 años de la revuelta social de Chile: Somos 81 valientes que decidimos no callar

18 Octubre 2021
Gases, violencia, quemaduras, golpes, violencia sexual, lacrimógenas y más. Ser víctima es horrible, uno nunca termina de aceptarlo, porque a nadie le gusta sentirse frágil, vulnerable, roto.
Estefani Carras... >
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Se cumpliern dos años desde la Revuelta Social que permitió que hoy se esté cambiando la Constitución que privatizó al Estado de Chile; con sangre y terror durante la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet, que hoy se sabe que tuvo apoyo de la CIA; es necesario no olvidar que esta posibilidad de cambio sustancial en el país, con una mirada más social y no mercantil, es gracias a un estallido social que lamentablemente dejó a muchas y muchos con un daño de por vida, incluso a varios les arrebató la vida. 

De acuerdo a las cifras oficiales del Instituto Nacional de Derechos Humanos, INDH, la revuelta social generó 3072 querellas donde solo 70 cuentan con formalización y de acuerdo a la Fiscalía serían más de 8 mil las víctimas de abuso de poder por parte del estado (8630, para ser exactos). Se trata de tortura, violación, lesiones, pérdida de la visión, fracturas e incluso asesinato. Lo peor es que estas cifras sólo corresponden a las personas que se atrevieron a realizar la denuncia, porque muchos aún no denuncian lo que les pasó.

Ser víctima es horrible, uno nunca termina de aceptarlo, porque a nadie le gusta sentirse frágil, vulnerable, roto. De acuerdo a cifras del INDH de Arica y Parinacota, la Revuelta Social del 18 de octubre de 2019, dejó a 81 víctimas. De ellas, 65 hombres, entre ellos 2 menores de edad; y 13 mujeres, entre ellas 5 menores de edad. 

De este grupo de personas el 34% realizó la querella por sufrir lesiones por perdigones; el 17% por golpes, amenazas, quemaduras, empujar al río y gas al rostro; el 15% por perdigones incrustados en el cuerpo; un 11% por trauma ocular; un 10% por lesiones por lacrimógenas; un 6% por violencia sexual, desnudamiento; un 4% por fracturas por lacrimógenas (Maxilo facial, cabeza y rodilla); 2% por fracturas por perdigones y un 1% por tortura. En 66 casos los presuntos agresores son Carabineros, en 10 el Ejército y en 3 la PDI.

De acuerdo a la Convención Internacional Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes la tortura es “todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores y sufrimientos graves, ya sea físico o mental, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que haya cometido, o de intimidar o coaccionar a una persona o a otras o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación cuando dichos dolores sean ocasionados por funcionarios públicos u otras personas en ejercicio de funciones públicas a instigación suya o con su consentimiento o aquiescencia”. 

La Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la tortura agrega a la definición “se entenderá también como tortura la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica”.

Como ya mencioné antes, no es fácil definirse en la vida como víctima: es doloroso, agobiante y traumático. Pero siéndolo, no se puede escapar. Es algo que te acompaña toda la vida y te la cambia completamente. Se tiene que aprender a vivir con ella y de a poco a sanar, como cuando pierdes a alguien que amas mucho.

Ese camino de sanación tampoco es fácil. Es un vaivén de emociones y sensaciones: enojo, rabia, decepción, frustración, amargura, negación, mucha negación, tristeza, depresión, vacío y de vez en cuando esperanza. Que lindos son los días con esperanza. Cuando avanza el caso, cuando ves colaboración colectiva, cuando sientes empatía, unión social, el arte, cuando escuchas con amor a otras personas como tú en el camino de sanar.

Hay muchas formas de alimentar la esperanza, pero este gobierno en dos años solo la ha marchitado. En enero de este año distintos medios informaban que más de 3 mil causas de querellas de violaciones a los derechos humanos fueron terminadas, ya sea porque “no habían suficientes antecedentes”, o porque el Ministerio Público optó por no iniciar una investigación. Creo que mi caso es el único de la región donde hay una formalizada (cabo segundo de Carabineros Francisca Estefani Benavides Vera), lo cual se logró después de casi dos años, el pasado 15 de septiembre (los hechos ocurrieron el 23 de octubre de 2019). Solo luego de un año, en noviembre de 2020, se me hizo el peritaje físico y psicológico en el Servicio Médico Legal. 

Con esto digo que las instituciones fallan, porque extender prolongadamente los casos de víctimas de derechos humanos, es prolongar el sufrimiento de miles de personas y sus familias, quienes buscamos justicia. 

Pero el fin de esta columna no es generar odio a esas instituciones, es NO OLVIDAR, no renunciar a la esperanza y hacer un pequeño homenaje a esas 81 personas en Arica y Parinacota que se atrevieron a enfrentar su trauma y dolor, hacer la denuncia y mantenerse firmes en el proceso. No es fácil, lo sé y por eso agradezco su valentía, porque a pesar de que no nos conocemos y ha fallado el intento por organizarnos, su valentía me hace saber que no estoy sola y eso me da esperanzas todos los días.