Aislamiento social: ¿Qué tan conectados estábamos?

24 Marzo 2020

No sabemos por cuánto tiempo recomendarán que nos auto aislemos o nos obliguen a aislarnos, pero de algo si podemos estar seguros y es que nos ofrece la oportunidad de restablecer nuestros anhelos como individuo/a y sociedad y una instancia para evaluar nuestras maneras de generar vínculos.

Marcela V. Rodríguez >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Cuenta la historia de las civilizaciones que toda sociedad inició a partir de un contacto, con el fuego, con la rueda, con el arte o con alguno que otro primate. Eso dicen los antropólogos y los paleontólogos, eso dictan los intelectuales. Y de eso hay rastros y vestigios, del cómo se reunían para comer y para cazar, para protegerse o abastecerse, alrededor de un muerto o de un cadáver.

Cuenta la historia que desde ahí iniciaron las sociedades, bajo el supuesto de una comunidad, bajo el resguardo y el refugio hacia el ambiente. Eso nos cuenta J. Navelles Gómez en su ensayo Acercamiento a la distancia social.

En estos días resulta casi “normal” escuchar evita los espacios aglomerados, evita abrazar o besar o estrechar la mano al saludar. Evita reuniones más aún donde el espacio entre las personas sea menor de un metro. Evita comer en restaurantes e ir a bares. Evita asistir a iglesias. Evita viajar en transporte público. Reduce las distancias. Evita, evita... EVITA EL CONTACTO!

La expresión oficial es distanciamiento social y confinarnos a adoptar nuevas prácticas sociales y de aislamiento. Y claro porque la distancia social es actualmente la única herramienta que tenemos disponible para obstaculizar la propagación del COVID-19.

No sabemos por cuánto tiempo recomendarán que nos auto aislemos o nos obliguen a aislarnos, pero de algo si podemos estar seguros y es que nos ofrece la oportunidad de restablecer nuestros anhelos como individuo/a y sociedad y una instancia para evaluar nuestras maneras de generar vínculos.

Promover la integración social en tiempos del aislamiento social es un reto, porque estuvimos muy conectados durante mucho tiempo, pero en realidad estábamos desconectados en términos de comunicación sobre todo en nuestras relaciones personales más intimas.

Porque estábamos conectados pero desconectados a la vez porque si bien internet y las redes sociales han facilitado mantener el contacto con amigos/familiares que viven lejos o conocer nuevas personas, también han hecho que pasemos demasiado tiempo pegados a una pantalla y no traslademos esas relaciones a la realidad.

El mundo digital está repleto de información y de herramientas que nos llama la atención y que nos facilitan muchas actividades, pero en el tema de las relaciones personales, han conseguido que despersonalicemos el contacto físico y poco a poco nos estamos aislando de la comunicación directa.

Nos hemos convertido en seres que construyen relaciones interpersonales en la red y no sólo eso, hemos ido creando una versión de sí mismos. Un carnet digital que además se alimenta día a día con gran avalancha de información que es actualizada y donde las personas conocen de nosotros o más bien ven lo que se quiere ser frente a esa sociedad.

Un carnet digital que el psicólogo social Kenneth Gergen lo denomina como la “saturación social del yo” porque las nuevas tecnologías suministran el contexto necesario para la conformación de un nuevo tipo de identidad construida mediante estrategias contextuales mediatizadas por las interacciones con los otros.

Gergen afirma que la tecnología de la época actual, además de ampliar la gama de las relaciones humanas, modifica las preexistentes toda vez que muchas de ellas, antes circunscritas a situaciones específicas al vínculo cara a cara se desplazaron al vínculo electrónico donde no existen márgenes geográficos pudiendo tener lugar en cualquier sitio.

Una serie de cambios en nuestra sociedad en donde las relaciones directas cara a cara que se mantenían contrastan agudamente con las sociedades tecnologizadas actuales.

Entonces si hemos estado muy conectados pero desconectados a la vez. Por eso con la distancia social, podemos seguir siendo sociales, solo que de maneras diferentes; distancia física. Y la distancia física puede ser una excelente manera de fomentar la creatividad y la versatilidad en las relaciones cotidianas.

Este aislamiento social, es una invitación a un alejamiento físico, pero de una cercanía en otras dimensiones como el conectarse con sí mismo y aprender a estar solo/a porque una cosa es estar solos físicamente, y otra cosa es sentirse solos.

Ahora vamos a volver a comunicarnos cara a cara en torno a una mesa, a través de una ventana, por medio de una llamada y vamos a conversar con ese otro/a, en vez de solamente seguir sus historias por redes.

Esta es una instancia para empezar a valorar lo simple de la interacción con el otro/a, a reírnos juntos, cuidarnos entre sí y apoyarnos los unos a los otros y derribar los cercos que nos separan para comenzar armar una vida familiar, social y de comunidad de una manera diferente... ¡conectados!