Amor y resiliencia: Ariqueña con huellas de guerra

18 Mayo 2020

Los 43 puntos que lleva en su cráneo, es la huella de la guerra que en algún momento tuvo que dar, la cicatriz que aprendió a querer, después de su operación de un tumor cerebral.

Ada Angélica Rivas >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Hoy preside el grupo Alerta Mallarauco, lejos de Arica. Es la historia de lucha, resiliencia y coraje para crear nuevas propuestas en apoyo de otros. Nadie es profeta en su tierra, dicen.

Estaba en Santiago. Ese día 20 de octubre de 2018 fue a la cita con su ginecólogo, quien le había pedido exámenes hormonales, pero aun cuando no tenía ningún malestar no recibió la noticia que esperaba. Se enteró que tenía un tumor cerebral, craneofaringioma. Un mes después se lo extirparon, quedándole 43 puntos en su cabeza rapada, la misma en la que tenía una abundante cabellera color castaño y que tres de sus hermanas también rasuraron, como una forma de decirle: aquí estamos.

María José Saavedra, ariqueña, hija de José y Blanca, estudió secretariado en el Liceo B-4 y luego en Inacap. Le gustaba trotar, andar en bicicleta, jugar paintball y juntarse a compartir una fogata con sus amistades en la playa o ir al desierto a explorar su inmensidad al atardecer.

Iba todo demasiado bien, hasta ese día marcador en sus hitos vitales, que se prolongó en el año 2019 en 30 sesiones de radioterapia donde una máscara especial fue su compañera. Fue un proceso doloroso, que se veía eterno, pero que junto a sus hermanas, hermanos y sobrinos fue más llevadero, pleno de amor y apoyo, el que siempre existió en la familia.

-Cuando supe que tenía un tumor cerebral no sentí tristeza, sabía que iba a estar con mis padres y eso para mí era suficiente, soy una mujer de carácter fuerte y luchadora, lo que me ayudó mucho.

En Arica trabajaba en Haciendas Piemonte, de la familia Lombardi, quienes le ofrecieron administrar un campo a 70 kilómetros de Santiago, en un valle ubicado en la localidad de Mallarauco, donde se cultivan de preferencia cítricos y paltos, oferta que María José no dudó en tomar. 

-Encontré que era un gran desafío y oportunidad de desarrollo maravillosa, no le tengo miedo a los cambios, no tenía hijos y era fácil moverme. Hay ocasiones que se presentan solo una vez, por eso no lo pensé mucho, hoy creo que ha sido la mejor decisión de mi vida.

Hace 19 meses, mientras estaba en Mallarauco, cuando la vida en un instante le dio vueltas, sus jefes en pleno estaban ahí, para darle la tranquilidad que requería en este proceso.

-La vida es corta y puede cambiar fácilmente de un día para otro y las personas que se preocupan por ti son las que menos imaginas, siento que no es bueno esperar nada de nadie porque sufres, es muy importante hacer las cosas que nos hacen feliz, y darles siempre el primer lugar a tu familia, pues son ellos quienes van a estar a tu lado. Vivimos tan rápido, es tan natural levantarnos a diario y no somos capaces de agradecer por ello, porque tenemos donde dormir, nos pudimos levantar, caminar, ver, sentir, oler, hablar y otras cosas que sólo aprendemos a valorar cuando algo nos pasa y nos muestra lo importante que son.

Administrar el campo ha sido su máxima alegría, porque siempre quiso trabajar en el rubro agrícola, y agradece la oportunidad de cumplir su sueño.

-Aquí me siento plena y creo que se refleja en mi desempeño, es muy gratificante recibir una remuneración por hacer algo que te gusta, por estar en un lugar hermoso y un ambiente laboral grato.

Este espacio, donde el respeto va de la mano con el afecto y reconocimiento, fue el mejor escenario para que María José después de la operación solo haya tomado dos meses de licencia e iniciara una recuperación que en poco más de un año y medio la tiene felizmente trabajando.

-De lunes a viernes me levanto muy temprano a desarrollar mis labores en el campo, y por lo menos una vez por mes participo de las reuniones del grupo Alerta Mallarauco, que presido. El fin de semana es para ordenar la casa y estar con Hugo, mi pareja, un santiaguino bonachón, que habla hasta por los codos, así que siempre estoy entretenida.

Llevan varios años juntos, sólo celebraron su primer aniversario, porque todo fluyó.

-Un día Hugo fue a verme al campo con un ramo de flores y yo le digo ¿Qué weá hiciste? Abrió los ojazos que tiene, y me dice muy asustado “nada, lo que pasa es que hoy estamos de aniversario”, y yo le respondo: “no me gustan las flores, son para los muertos”, y él no lo podía creer.

Esta ariqueña dice que su única lucha personal es con los kilos que le dejaron los medicamentos, pero que está feliz, porque ¿A quién le dan una segunda oportunidad? Entonces su energía está en ayudar a los demás, por lo que tomó la iniciativa de crear el grupo Alerta Mallarauco, ha implicado vincularse con la comunidad de agricultores, que apoyados por sus jefes donaron una camioneta al retén de Carabineros de esta zona ubicada entre Peñaflor y Melipilla, buscando combatir la delincuencia, también gestionó la fumigación habitual de la calle de la localidad en este tiempo de pandemia. 

María José nunca se echó a morir, confió en que todo iba a estar bien, porque la mente es fuerte, dice, y solo depende de cada uno. Los 43 puntos que lleva en su cráneo, es la huella de la guerra que en algún momento tuvo que dar, la cicatriz que aprendió a querer, porque tiene claro que si la tiran a los lobos ella liderará la manada…

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