Caso Tomás: Los chilenos abusadores de niños

02 Marzo 2021

Reflexión sobre la manera en que tratamos a los niños en Chile.

Veronica Grunewald >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Históricamente la infancia ha estado desprotegida en Chile. ¿Quién tiene el deber de proteger a los niños? Cada día se vulneran los derechos de niños, niñas y adolescentes. La sociedad chilena abusa, asesina, maltrata a sus niños, los minimiza. Los anula. Podemos revisar la prensa pasada o reciente. Nombres como el de Tamara Shayman, Olivia Silva, Esteban Rojo o Luis Diaz emergen simbólicamente, entre muchos otros nombres de niños y niñas golpeados, asesinados o  abusados por quienes estaban para garantizar su cuidado y seguridad.

¿Qué nos pasa? Somos una sociedad enferma que no sabe relacionarse con sus niños. ¿Quién es responsable? La sociedad, el gobierno, la familia, la junta de vecinos. Todos.

Los niños no existen políticamente. No votan, no tienen derecho a expresarse en   las urnas y no  se ha promovido la participación infantil en las decisiones políticas  que les puedan afectar.  No se les pide su opinión en la elaboración  de los  Pladeco y mucho menos se les consultará y considerará su opinión en la construcción de la  nueva Constitución.

En Chile, los niños existen en tanto estudiantes. Los relacionamos con la escuela y deseamos y se lo decimos constantemente, que crezcan luego. Los adultos nunca están felices con ese niño o niña. Los acosan para que aprendan a leer lo más pronto posible y luego, apenas se dan  tiempo para leer con ellos un buen libro.  La  verdad es que a la sociedad chilena le pesan los niños.

Les construimos salas cunas y jardines infantiles para institucionalizarlos lo mas pronto posible. Criticamos sus juegos, su diversión ¿acaso no está en su derecho el que un niño quiera jugar? No hay nada mejor para la preparación hacia la vida adulta, el juego, pero nos molestan los  niños jugando, somos como el ogro del cuento. Les quitamos la pelota, los mandamos a callar. En cualquier  lugar, un  niño está en peligro. Incluso en aquellos donde  los recursos permiten pensar que nunca estarán expuestos a peligros. Pero ya conocemos los casos que afectaron a niños y adolescentes cercanos a parroquias del barrio alto de Santiago, abusos cometidos por sacerdotes influyentes en la sociedad chilena.

Niños asesinados por sus madres o padres, niños abusados permanentemente, niños enviados a morir al SENAME. Esa es la sociedad chilena  y como actúa con la infancia. El peso político de un niño es nulo, por lo tanto, no está directamente considerado en las prioridades de los candidatos. Los derechos de la infancia son desconocidos

¿Qué podemos hacer? Un niño debe ser feliz de ser niño, debe crecer en un entorno seguro, bien alimentado, amado y respetado. Un niño debe disfrutar de afectos sin perversiones, afecto que le permita crecer sano y seguro, confiado. La sociedad chilena debe ser educada en esa certeza, de la necesidad de conocer y respetar los derechos de la infancia. Debemos valorar a los niños y niñas. Ellos son nuestro futuro.

Pero ¿Qué estamos haciendo? Hasta la economía  descansa sobre la infancia. Para que cada adulto pueda salir  a trabajar, muchos niños dejan de ser niños y se transforman en cuidadores de sus hermanos o sus abuelos. O son dejados al cuidado de otros parientes con el riesgo de ser  abusados, perpetuando el círculo de vulnerabilidad en la que  se sitúa la infancia.