Crisis económica mundial: Una alianza poco santa

11 Mayo 2011

Si se comparan los impuestos que otros países aplican a sus habitantes más acaudalados, el Estado alemán les ha dado hasta ahora muy buen trato a los ricos de este país. Por Juan Lama Ortega

Juan Lama Ortega >
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A raíz de la crisis económica mundial, la mayoría de los países europeos se están viendo obligados a ahorrar.

Se despide a funcionarios públicos, se reduce la ayuda social, se suben los impuestos y se piensa en aumentar las horas de trabajo y muchas cosas más. Normalmente es la clase trabajadora la que carga con el mayor peso.

Pero en Alemania se ha dado el curioso y desacostumbrado caso de que empresarios y profesionales han declarado en la prestigiosa revista Stern, que están dispuestos a pagar más impuestos, siempre que el Estado piense menos en los autocomplacientes intereses de los partidos políticos de gobierno y más en una estrategia económica que posibilite un mejor futuro al país.


Si se comparan los impuestos que otros países aplican a sus habitantes más acaudalados, el Estado alemán les ha dado hasta ahora muy buen trato a los ricos de este país. Considerando el total de las recaudaciones tributarias y los aportes a la seguridad social, el cupo tributario a los bienes y fortunas en los EE. UU. fue en el año 2008 de 11,7; en Japón de 9,0; en Suiza y Francia de 7,8; en España de 6,7; en Grecia de 4,5; en Portugal de 3,6 y en Alemania de sólo 2,3, según estadísticas de la Organización Europea de Cooperación Económica.

De acuerdo con los planes de ahorro, el gobierno federal alemán piensa reducir en miles de millones de euros los aportes a la seguridad social,  a municipios, empresarios, etc. Y aunque de forma obligada o voluntaria todos ellos tienen que aportar  a las arcas fiscales, se da el caso de que dos de las instituciones más ricas y poderosas del país no pagan impuestos.

Dicho sea de paso, hasta ahora no se ha escuchado de que éstas instituciones quieran seguir el ejemplo de los empresarios y profesionales antes citados. El privilegio de ambas instituciones confesionales está cimentado en concordatos de la Iglesia católica y en acuerdos de la Iglesia protestante luterana con el Estado alemán.

Uno de tales concordatos, firmado entre la Santa Sede y el gobierno nazi, sigue en vigencia, y tan pronto tuvo lugar la unión de las dos Alemanias, las dos grandes Iglesias, la protestante y la católica, se apresuraron a firmar acuerdos con los Estados federales alemanes.


Esta alianza tan especial entre el Estado alemán y la Iglesia hasta ahora no ha sido puesta en tela de juicio por ningún gobierno federal, aunque los últimos escándalos dentro de esta institución han hecho pensar a muchos ciudadanos alemanes, si es justo que una Iglesia, como por ejemplo la católica, sea excluida de un deber ciudadano como es el pago de impuestos. Esta duda es justificada, puesto que las Iglesias no pagan impuestos. Además, al revés de otras corporaciones que disfrutan de los mismos derechos, como por ejemplo las universidades, las Iglesias no están sujetas a ningún control por parte del Estado.

Una de las tareas de los obispos católicos, como publicó últimamente la página Web de noticias, Spiegel online, es defender el derecho que tiene la Iglesia en relación con sus bienes, ya que el Derecho Canónigo establece que “la Iglesia católica tiene el derecho natural, independientemente del poder secular, de acumular bienes para la realización de sus propios fines, de poseerlos, administrarlos y enajenarlos”. El politólogo berlinés Carsten Frerk calcula que las instituciones de la Iglesia tienen disponibilidades en efectivo por un valor de unos 50 mil millones de euros.


Según esta información, las Iglesias alemanas han acumulado su cuantiosa fortuna en el curso de siglos, haciendo inversiones en bienes inmuebles, bancos, acciones de la bolsa, fundaciones y herencias. Todo esto es patrimonio secreto, al que sólo tienen acceso los altos cargos de la Iglesia, pero no así la delegación de hacienda del gobierno. Se sabe que el Estado alemán subvenciona los sueldos de los obispos y curas castrenses, (unos 11 mil euros por mes y por persona).

A los sacerdotes, considerando su sueldo como si fueran funcionarios estatales; financia  parvularios, asilos, construcciones eclesiales, etc., etc. Todo con un gasto de 14 mil millones de euros al año. Además, a esto se agrega el impuesto a favor de la Iglesia que paga mensualmente cada ciudadano que está inscrito como católico o luterano (unos 10 mil millones de euros). De lo que el ciudadano alemán poco o nada sabe es que el Estado otorga otras subvenciones directas o indirectas a las Iglesias, las que ya en el año 2000 ascendieron a unos 17 mil millones de euros. Como no existen publicaciones de parte de la Iglesia sobre sus bienes, los periodistas de la revista Spiegel, a su pregunta sobre el monto de los bienes eclesiales, recibieron como respuesta de un importante obispado: “La fortuna del obispado es algo secreto, pero escriban mejor: ‘confidencial’


El caso más espectacular lo constituye el del depuesto obispo Mixa, de Augsburgo, acusado no sólo de haber golpeado a niños y de tendencia al alcoholismo, sino de haber malversado dinero de una fundación de asilo de niños. Pero también en la diócesis de Münster se descubrieron 30 cuentas negras de un clérigo con labores administrativas. Al igual que en el caso del escándalo de los curas y pastores pederastas, la Iglesia ha tratado de ocultar los hechos. 

En vista de los hechos expuestos anteriormente, para cualquier persona con una actitud crítica debería estar claro que el mantenimiento por parte del Estado del poder, de la pompa y de las prebendas de una institución que alberga entre sus muros a tantas personas de carácter dudoso como las descritas anteriormente, no se justifica, sobre todo en tiempos de crisis. En todo caso, el pueblo tampoco se entera de tales secretos. El gran poeta alemán Goethe advirtió en su tiempo cuando dijo: “No hay nada que el clero, alta y ricamente dotado de bienes, tema más que el hecho de que se instruya a las masas de la población”.

Sea como sea, la alianza entre el Estado y la Iglesia tiene historia, como desvelan tres libros encontrados en una página web alemana y que en español se pueden ver en www.editorial-la-palabra.com, con el título “¿Quién está sentado en la silla de san Pedro?”.                       

 Egidio Moreno-Juan Lama. www.radio-santec.com     Alemania