Cuando la violencia de género no es cuestión de voluntad

04 Marzo 2020

Debemos recordar quién es la víctima y quién es el victimario en la violencia de género porque evidentemente no es una cuestión de voluntad. 

Marcela V. Rodríguez >
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Las mujeres, por el sólo hecho de ser mujeres, viven diversas formas de violencia y las afecta independientemente de la edad, condición socioeconómica, religión o etnia, y puede ocurrir en espacios públicos como privados y van desde los insultos hasta la agresión física incluso la muerte, la forma más extrema de violencia de género.

En nuestro país los datos de violencia que tenemos están basados en las denuncias que hacen las mujeres y no sobre la situación real de la prevalencia e impacto de la violencia contra las mujeres por tanto el delito permanece invisible y se convierte en un grave problema que afecta a la mitad de la población. 

Es el caso de la violencia sexual (una forma de violencia de género) y que, aunque está en todas partes (en el trabajo, los estudios, el ámbito familiar, en las calles, en Internet) y es una forma de discriminación que inhibe la capacidad de la mujer de gozar sobre el ejercicio de sus derechos y libertades establecidos en los instrumentos regionales e internacionales, la mayoría de las víctimas prefieren callar. 

El informe estadístico anual 2019 del Ministerio Público revela que entre enero y diciembre del 2018 ingresaron un total de 1.331.351 denuncias a las fiscalías de todo el país y que las categorías que registraron las alzas más significativas fueron los Delitos Económicos y Delitos Sexuales. 

Estos últimos registraron la mayor cantidad de denuncias desde el inicio de la Reforma Procesal Penal donde se observaron un significativo aumento de un 24,81% respecto de igual período anterior, lo que significa un total de denuncias ingresadas de 28.132 delitos. 

En esta categoría, resulta importante el aumento del ilícito de abuso sexual en un 25,35% y el de violación que también incrementó sus denuncias en un 22,9%. De este total, el 71,364% de las víctimas son menores de 18 años.

El aumento reportado en los ingresos de denuncias no responde necesariamente a un alza en la comisión de estos delitos, sino que se podría explicar por una mayor disposición a la denuncia en respuesta al contexto social de los últimos años, principalmente del movimiento feminista, que han sido un punto fundamental para motivar a las víctimas a reconocerse como tales y a denunciar cualquier tipo de conducta vinculada a presuntos ilícitos sexuales a pesar que persiste la existencia de leyes que perpetúan el ejercicio de la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes ejerciendo una revictimización, violando sus derechos sexuales y derechos reproductivos.

Las víctimas se han ido despojando de ese sentimiento de culpa que las acompaña desde el momento del abuso y han interiorizado que el agresor es el culpable. Y ante esto, es importante que la sociedad pierda la costumbre de poner en tela de juicio los testimonios de las víctimas porque el miedo y la vergüenza por ser juzgadas son factores que llevan a muchas mujeres a no denunciar. Debemos recordar quién es la víctima y quién es el victimario y que estás niñas y mujeres se puedan sentir apoyadas en lugar de sentirse ofendidas o denigradas. 

Es el caso de la miniserie de Netflix “Inconcebible” que muestra la cruda realidad de un caso de violación en una sociedad machista poco preparada y que nos enseña de una manera muy clara lo que ocurre día tras día con distintos casos de violación de cientos de mujeres en todo el mundo y que la importancia de la comprensión de los hechos y la empatía, son un factor clave para erradicar la violencia de género. La historia demuestra una lucha contra la ignorancia, donde la cultura machista nos afecta a todos y no sólo se ve aplicado en los hombres.

Una historia que nos recuerda a 14 mujeres que fueron salvajemente violadas y asesinadas en una de las comunas más desposeídas de nuestro país, Alto Hospicio. Donde mientras familiares de las niñas reclamaban la desaparición de sus hijas las autoridades declaraban abandono de hogar, prostitución o consumo de drogas.
Debemos recordar que los prejuicios machistas afectan el criterio detrás de una denuncia de abuso y desacreditan a la mujer como persona y ser humano. 

Debemos recordar quién es la víctima y quién es el victimario en la violencia de género porque evidentemente no es una cuestión de voluntad. Pues no cabe duda que se necesita un cambio cultural profundo para la erradicación de la violencia contra la mujer. Un cambio que no excluye a nadie y donde es fundamental fomentar el respeto hacia la mujer que incluya una educación no sexista para combatir los estereotipos y las inequidades que reflejan las violencias sexuales y de género. 

¡Debemos recordar quién es la víctima y quién es el victimario!