Depresión Norte #3: La Mochila Azul (Yerbas buenas con Linderos)

09 Abril 2020

Poco me queda de la realidad compartida... Lo único que siempre nos unirá es la carencia. [Va con final alternativo]

Carlos Carvajal >
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Ya ni recuerdo quién era antes de octubre del 2019…  Ahora soy muy feliz viendo a mi mamita sonreír a ratos... Ahora me estiro los huesos, crujo y sonrío de satisfacción. Estoy sentado en una placita local mirando a la gente. Yerbas buenas con Linderos. Bonita plaza, le falta vegetación. El otro día vino a cantar la Denisse Malebran, la media volá’. Me gusta esta plaza, sentarme a observar al ciudadano promedio mientras me voy quedando dormido de curadito… Poco me queda de nuestra realidad compartida amigos...

A los 4 años iba en kinder, siempre fui torpe. Tenía una mochila de animaniacs preciosa que le costó la mitad de la plata que había ganado mi madre trabajando 2 meses preparando y sirviendo comida en Putre para trabajadores de la nueva carretera, mucho sacrificio para intentar educarme dentro de la pobreza extrema, era una mochila muy bella.

A los 4 años iba en kinder, siempre fui torpe. Un día vacilando unos penales con el Víctor, recuerdo que llegó la micro y me subí muy rápido, lo suficiente como para haber olvidado mi mochila en la esquina del cole.

En la casa me retaron, me sentí horrible. Fue una de las primeras veces que recuerdo que sentí que por mi responsabilidad hice sufrir a más personas. Me fui en volá’ con la culpa… mi familia  apañó todo el rato y encontramos solución, siempre nos unirá la carencia.

Usaría entonces una mochila de una de mis hermanas, una azul de Sailor Moon, habíamos encontrado una solución, pero igual les confieso que andaba con la media pera de presentarme con una "mochila de niña" al otro día… siendo “hetero cis” y full hijo sano de mi propia cultura patriarcal, en un colegio en donde los niños y adultos no dudan en externalizar su incomodidad ante la diferencia, la tenía clara… pero el apañe de mi familia siempre presente en mi mente me dio fortaleza para vivir una vez más la carencia con elegancia…

Aparte que realmente no me sentía mal personalmente, siento que de las primeras cosas que aprendí en un hogar con madre y dos hermanas fue una especie de mórbida igualdad de género, nos tratábamos como personas y descreíamos el modelo binario a nuestra propia forma… también me acomodaban las sailors y en el peor de los casos no había de otra... Tenia que usar la mochila.

Al día siguiente. Efectivamente, un par de adultos y varios compañeros preguntaron y hasta me hueviaron por andar con una “mochila de niña”, los miraba nomas, comprendía mi situación. Comprendía su situación. Nos unía la carencia.

Me toco esa a mí, a los 4 años en kínder. Ese mismo año el 98, me di cuenta de que mi compita 0scar asistía con blue jeansa las clases de educación física, porque no tenía el uniforme de buzo del colegio. Cuando me hice consciente de su situación, sinceramente no me dejaba dormir por las noches. Después de varios días, mi madre me preguntó que me pasaba y le conté... siempre que en nuestra familia nos faltó algo pal colegio nos la apañábamos. Como sea con creatividad y consiguiéndose cosas de por aquí y por allá.

Ahí estaba yo, sintiéndome angustiado un par de noches por alguien que no es de mi familia pero que si sentía que tenía el alcance de poder ayudar pese a apenas tener recursos suficientes para asegurar mi propia existencia y además, preocupando a mi madre, puta viejita te admiro todo el aguante, te perdono todo lo bizarro de nuestra relación, hoy sé que no hay tiempo suficiente para dejar de sentirme culpable por todo la preocupación demás que te he provocado.

Ese mismo año me di cuenta que mi compañero Roberto derechamente no tenía mochila, iba con una bolsa de BATTA® al kínder.

Esta vez yo analizaba en silencio, tanto a Roberto como a Oscar los hueviaron por su situación, no me gustó esa huevá’, tampoco los defendí, me hacia el huevón… pero hasta que dejé de verlos en la vida me preocupé de su estado, sentía que de alguna forma nos unía la carencia.

Ahora recuerdo que por esa mochila me intentaron pegar incluso… nunca me defendí, justificándome en que podía comprender la causa de que otro niño de 4 años quisiera hacerle daño a otro… y el ciclo de la violencia terminaba conmigo… ni siquiera en la básica ni en la media me defendí de nada nunca. En mi cubículo educacional siempre era lo mismo… niños dañándose entre ellos porque heredaron el miedo, a la diferencia, a la carencia, eso en mí cultivó paciencia, resentimiento y una elegancia gitana inigualable ante la pobreza.

En la actualidad, yo nunca subestimo a un niño o alguna persona más joven con su sentir, tienen sus rollos igual, todo humano es gente interesante… Admiro a mucha gente menor que yo, algunos son bacanes, más respetuosos con la diferencia. Cabros súper ubicados.

A veces creo que sigo teniendo 4 años llorando por que la libertad de credo es dolorosa a ratos, a veces cuando me comunico con el niño interior aun me sigue enseñando… a veces conversamos de la vida, su fin, las experiencias y cómo estamos de acuerdo en muchas cosas… como que todos somos un mismo organismo. Que se podría describir por partes que creen ser elementos individuales aparte en el inmenso mundo natural. Cada vez más sesgados por el sistema al que pareciera incomodarle que todos somos parte de un solo ser de proporciones cósmicas… porque quizás saber eso nos tocaría profundamente el modelo y muchos quizás no sabríamos que hacer fuera de él.

Sea como sea hoy día no me toca lidiar con eso.

Estoy sentadito en una plaza local recordando los tiempos en que nos unían más cosas, soy un caballero de 34 años, tengo un tatuaje de Sailors Moon en el antebrazo, mi escolaridad llegó hasta 2do medio C.I.E.F. certificado. Antes del modo cuarentena Intenté trabajar y enseñar, tenía emprendimientos que me hacen feliz de haber participado… Ahora me doy vuelta de apoco conociendo a gente increíble y aplicando el ayuno piola.

Ahora estoy curaito en la plaza… Ahí observando el mundo humano, recién pasó un cabrito chico como de 4 años con una mochila de animaniacs, la misma que tuve yo… el mismo diseño. Me reí tanto, la historia es cíclica como dicen.

Mi cerebro ve todo lo que nos separa y aun así elije quedarse con lo que nos une. A mí, a ti, a todos los ariqueños, a todos los chilenos, a toda la gente bella en esta desértica plaza… lo único que nos hace iguales es la carencia.

Así terminó Carlos Churro, tiraito en la plaza hablando de la carencia. Pelado, ¿quieres saber en qué están actualmente los personajes de este relato?, aquí te dejo un glosario en orden de aparición.

Glosario de apariciones:

  • Mi madre sigue trabajando en cocina para trabajadores de las nuevas carreteras, nos une la carencia.
  • Víctor, mi compita de kinder, la última vez que lo vi, fue hace un par de meses. Era un hombre robusto y muy familiar, aun nos une la carencia.
  • Roberto el compa que tenía una mochila de bolsa de BATTA®, falleció el 2003 en un trágico accidente en un local de telas céntrico.
  • Oscar, lo vi en redes sociales al otro lado del mundo disfrutando y creciendo. Estaba en Berlín, pero su mirada seguía aquí... la mentalidad se mantenía, nos une la carencia.
  • Mis 2 hermanas mayores, les amo y pese a que con el tiempo se han acentuado nuestras diferencias, algo nos unirá para siempre... la carencia.
  • La mochila de animaniacs, fue encontrada por la mama de la Constanza (Compañera de curso Kinder) , que se dio cuenta que era mi mochila y la guardo, me la devolvieron 7 días después de ser extraviada, seguía igual de hermosa esa mochila. La Constanza se cambió de cubículo educacional en 2do básico y nunca más le vi, era la más alta del curso.
  • La mochila de sailor moon, me acompaño esa bonita semana del 98, igual era bella.

Fin.

Final alternativo: Voy y le robo la mochila al niño de la plaza, vive una situación de incomodidad en la primera o segunda infancia o como le llamen y se convierte 30 años después en un villano que roba mochilas a la infancia ariquence en las plazas locales.