Después de tanto encierro: Salir a comprar papel higiénico y regresar dando las gracias

12 Agosto 2020

Hoy, más que nunca, todos nos parecemos cada vez más. En los temores de ir a la calle, de que otro ser humano se acerque a menos de medio metro, o ver a algún ciudadano, tocando las cosas en la feria más de lo que debe, con mayor razón si anda sin guantes. 

Ada Angélica Rivas >
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Al principio salíamos tímidamente con una mascarilla y si veíamos a otro con los escudos faciales, pensábamos que eran exagerados. Ahora hasta queremos andar enfundados en buzos blancos, casi al estilo médico. Porque en Arica hay más de cinco mil contagiados, casi 100 casos nuevos, la ocupación de camas no se reduce, y nadie asegura nada cuando hay hospitalización y entran a poner tubos traqueales. Cuando entras no sabes si vas a salir, y si sales no sabes en qué condiciones, pero seguro nada será igual. 

Después de 29 días en cuarentena responsable, tuve que partir obligada a comprar insumos al supermercado. Podría soportar no tener pan, ni harina, ni algo dulce para el tecito, pero que me falte el papel higiénico, no se disculpa. Así que mientras quedaba la parte del centro del rollo, esa que viene rellena de papel, fue ineludible sacar el permiso. El trámite de tres horas lo hice en una y media, sólo había dos personas haciendo fila. Hace tiempo no había encontrado un panorama así. 

Con lista en mano lo primero que compré fue el amado café, ya había recurrido al café boliviano para filtrar, a raspar el frasco con el café soluble y a tomar infinidad de mates lavados. Luego, harina blanca para hacer pan, panqueques y tortillas, porque a punta de arepas sobreviví el último tiempo y ese sabor a maíz aún no me conquista en su totalidad. Por supuesto, el papel higiénico. Después de la lista con productos elementales, accedí a una botella de vino de exportación y a su tonto pisco sour, ambos en botellas crecedorcitas. Hasta ahora poco alcohol y vida sana me dieron la libertad de permitirme estos brebajes, que irán bajando su nivel en las respectivas botellas, poco a poco. 

Compré con calma, como en un ritual, con el tiempo que hace tiempo no me tomaba. ¿Quién me apura, si no hay otro panorama más que volver a la casa? Si bien he propuesto armar espacios entretenidos y rincones cómplices, después de casi un mes, hasta mirar el movimiento humano era panorama.  

Me quedaba una hora y media, así que fui al mercado cercano a comprar vegetales y unas oleosas paltas, ya que en el supermercado una sola me costaba 900 pesos y era del tamaño mediana a pequeña. Capaz que adentro del cuesco anden buscando a Wally.  

Camino al mercado me dio pavor, todo era digno de ficción, poca gente, y muchas cortinas de plástico y letreros de advertencia en los locales de distintos rubros. Miradas inquisidoras iban y venían, y el plástico, del que tanto abominaba esta última temporada pre pandemia, ahora era la antesala de todo. Una larga fila en un consultorio municipal, con distancia desconfiada, era una señal que todo seguía en pie, que la pandemia llegó para quedarse pegada en nuestras vidas y que muchos apenas sentimos subir la temperatura quedamos jodidos de miedo. 

Si bien fui a pie al centro de abastos, tuve que regresar en Uber. El caballero que me capturó como cliente se demoró más de 15 minutos, iba a empezar a quejarme, pero me miré y dije: estoy viva, estoy bien, la vida me ha premiado, esperaré tranquila. El chofer me ayudó a subir las cosas a su auto y en el corto trayecto a casa, me contó que hace poco había salido a trabajar, que había tenido meses de insomnio del demonio. Yo le conté que tomaba unas pastillas naturales de melatonina, pero él ya las había probado y no le hacían nada, hasta que el médico le dio somníferos más potentes. 

Bajo mis cosas en cámara lenta, caliento agua y tomo un café… el mejor de mucho tiempo… de sabor intenso y de notas suaves. De repente todo lo malo se fue convirtiendo en algo bueno y mejor. Y no se trata de dinero. Es valoración, cariño, salud, paz y amor. Todo junto no tiene precio, pero en tiempos de pandemia vale el doble.