Día de la Madre: Menos flores y chocolates hipócritas, más respeto por quienes decidimos gestar

10 Mayo 2019

Qué rabia sienten mis entrañas de mamífera cuando tengo que tanto doble estándar en esos saludos cínicos, cuando el resto del año ocupan la misma concha que los parió para sacárselas a sus enemigos como el peor de los insultos. 

Cecilia Fuentes... >
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Hace algunos años, estando en pleno puerperio, tuve el desagrado de ver posteo de un popular comunicador local de mi ciudad con una “denuncia” de mujeres extranjeras que vienen a parir “gratis” a Arica. Que ocupan el servicio de salud que pagamos los chilenos, que usan a sus hijos para obtener “derechos” y que alguien debería frenarlas, por aprovechadoras.

Seguramente después eso, al domingo siguiente, ese mismo ser (hijo de una madre, que quizás cuánto pagó por su parto, por cierto) puso un lindo saludo, adornado de flores, PARA TODAS LAS MAMIS DEL MUNDO EN SU DÍA. Porque así ha sido siempre. Porque así está siendo ahora. Y para que estamos con cosas: el día de la madre pareciera ser el momento reivindicatorio de las que hacemos el rol de madre, el momento en que somos reinas, las más lindas, las mejores, las más dignas de un homenaje “más que merecido”.

Y desde mi experiencia como mamá desde hace casi 7 años, pienso que todo eso no es más que el momento en que esta sociedad construida desde la fuerza patriarcal expurga todas sus culpas por el trato hacia las madres día tras día, en todos los niveles de nuestra vida social.

  • Porque qué lindas son las mamás hasta que son un cacho en el sistema de salud, esas caras mujeres en edad fértil que tanto dinero nos cuestan, que horror;
  • Porque son una molestia con sus críos en la micro, en el avión, en el cine, en el restaurant... qué se creen que no me dejan sentarme y más encima debo hacerme el amable;
  • Esas mujeres en el trabajo que se toman tantos meses para parir, que complicación, y más encima no las podemos despedir, y las muy hasta se embarazan a propósito para que no las echemos (¡qué viles!), porque tener un hijo pareciera ser un gran negocio.
  • Qué lindas son las embarazadas hasta que les vemos las estrías y la piel flácida (¡qué asco!) por guardar dentro de ella una nueva vida. Ni pensar en lo insoportables que son con el vaivén hormonal.

Y así nos rodean de rosas y flores como si fuéramos una imagen sagrada, esa mentira sagrada que sirve para las tarjetas que venden, pero no para simpatizar con la que está al lado. Porque nos pintan que las madres debemos ser la bondad, cuando siento que ser madre es lejos lo más rudo que me ha pasado en la vida: desde los dolores de la espera, pasando por el haber sacado un ser humano desde mis entrañas y llegando a ese periodo de confusión e incomprensión llamado puerperio, donde todo es entrega, dedicación, sacrificio y pobre que no la hagas porque ahí entrarás al infierno de las que se negaron a ser madres, de las que los dejaron, de las que los entregaron, de las que no supieron que hacer con tanta responsabilidad… pero de comprenderte por lo que estás pasando, mejor ahorrar palabras y tildarte de histérica. Es más sencillo. No nos compliques más, por favor. Tanto castigo rodeando la labor más hermosa y trascendental de la especie humana: la de traer y criar nuevos humanos.

Mi hijo me abrió el futuro como nunca antes lo había visto, le dio sentido a mi pasado y me definió el presente como una oportunidad de aprendizaje invaluable que aprovecho de la mejor forma posible en mi finita humanidad. Muchas veces sentí que me hicieron hasta sentir culpable por haber decidido ser madre, pero el serlo me fortaleció como nada antes ni después en la vida.

Qué rabia sienten mis entrañas de mamífera cuando tengo que ver tanta hipocresía, tanto doble estándar, tanta mentirilla barata en esos saludos cínicos, cuando el resto del año ocupan la misma concha que los parió para sacárselas a sus enemigos como el peor de los insultos.

Reinas por un día, estúpidas por el resto de la vida. Menos flores y chocolates hipócritas, más respeto por quienes decidimos gestar.

Imagen: Huawei / Agencia Uno

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