El feminismo como domicilio político

08 Marzo 2020

Cuando Gabriela Mistral recibió el Nóbel en 1945, en Chile las mujeres aún no podíamos votar, por tanto no éramos ciudadanas. En 1948 el voto femenino fue declarado Derecho Universal y recién en 1952 las mujeres chilenas pudimos ejercer ese derecho por primera vez. 

Patricia Gálvez... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Se vivía la segunda ola feminista. Si pensamos que desde 1952 a la fecha han pasado 67 años, nos podremos dar cuenta que solo hace tres generaciones que las mujeres en Chile pasamos a formar parte de la vida pública como ciudadanas.

Chile construyó su vida republicana desde 1810 a 1952 sin la participación pública activa de las mujeres. Por eso, cuándo se critica el movimiento feminista, en cualquiera de sus luchas o reivindicaciones, les pido recordar este simple hecho histórico.

Las mujeres hemos tenido que demostrar desde que nacemos que NOS MERECEMOS las cosas. La sociedad no reconoce que SON NUESTRO DERECHO y por el contrario, nos cuestiona en todo ámbito de la vida.

Nos dicen que las mejores notas como estudiantes no las ganamos por nuestra inteligencia, sino que por usar falda corta o escote. Que no podemos dirigir reuniones de trabajo y liderar instituciones sin que un hombre nos explique cómo funcionan las cosas, hable por nosotras o que nos diga «Mija», aun cuando seamos sus jefas. Nos dicen que somos malas madres por trabajar y que la maternidad no es una opción, sino que una condición inherente a nuestro género. Para qué hablar del derecho a ejercer nuestra sexualidad de forma libre o decidir sobre nuestro cuerpo.

¿Existe alguna mujer a la que nunca le hayan preguntado con quién o dónde dejó a sus hijxs para trabajar o salir con sus amigxs?

Para que la sociedad nos VIERA y no solo nos MIRARA como objeto de deseo, tuvimos que quitarnos la polera, mostrar las tetas y ponernos una capucha en la cabeza para salir a gritar a la calle que cuando decimos NO significa NO.  Tuvimos que explicarles en cetáceo que no es normal que nos toqueteen en la micro, nos punteen en el metro o nos griten en la calle. Menos aún que nos violen y nos maten solo porque pueden, «porque son machos, son fuertes, son alfas o son hombres».

El patriarcado ha determinado todas las construcciones sociales que conocemos. Los principios que nos han enseñado a través de la educación, la religión, la justicia, el arte, la cultura o la política fueron formulados y proclamados por hombres. Por eso, pese a lo difícil que parezca, no bajaremos los brazos hasta CAMBIAR los paradigamas con los que crecimos y DECONSTRUIR para levantar nuevas estructuras conceptuales en donde el falocentrismo, androcentrismo, machismo y sexismo desaparezcan. 

Mientras la equidad de género y la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres no se vuelva una realidad y no queden consignadas en una Nueva Constitución para Chile, EL FEMINISMO SERÁ NUESTRO DOMICILIO POLÍTICO.