El Terminal Agropecuario

24 Agosto 2013

El árido entorno que rodean al Terminal, se contraponen con el maravilloso verde de sus puestos de verdura, donde el penetrante olor a los productos del campo, envuelve cariñosamente al visitante, generando un ambiente único.

José Olivares C... >
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Hoy quisiera hablarle de una rutina que pasa a engrosar nuestra lista de rituales familiares especialmente consagrados  que se refieren a nuestra visita semanal al Terminal Agropecuario de nuestra ciudad, situación que pensamos que es parte de muchos habitantes de la ciudad y que posiblemente se incluyen en nuestra cultura inobjetablemente.

A medida que pasa el tiempo, aquella salida para abastecernos de alimentos frescos y económicos, ha pasado a ser una gran necesidad, incluso me atrevo a decir que se convierten en una adicción, -muy favorable por cierto-, ya que depende de nuestra preocupación por la salud y estado físico de todos los integrantes, el prodigar de buenos frutos los menesteres de la cocina del hogar. Resulta común para muchos de nosotros, que casi por inercia, nos levantamos los domingos pensando ir al Terminal como una gran tarea irrenunciable.

Recuerdo, que en la década del sesenta, los productos agrícolas se comercializaban en la recordada feria dominical ubicada en la calle Maipú, luego empezó a incubarse la necesidad de que la ciudad tuviera un Terminal, el cual se aglutinó por primera vez a un costado de la actual rotonda de Azapa.  A fines de la década de los setenta y comienzos de los ochenta, el alcalde de la época, don Manuel Castillo Ibaceta, asignó unos terrenos a la entrada sur de la ciudad de Arica, para que se construyera el anhelado Terminal Agropecuario.

Por ser uno de los primeros agricultores en vender sus productos, recuerdo toda la odisea que significaba obtener un puesto de venta los fines de semana, teníamos que llegar a tomarnos un puesto a las dos o tres de la madrugada, al correr el tiempo comenzaron los conflictos entre los productores de la zona que vendían sus propios productos y los comerciantes que los traían del sur. De aquella onfrontación, nació otro Terminal (Asoagro), cuya construcción se levantó un poco más al sur. Cada lunes, miércoles y viernes, como un desfile multicolor, las camionetas llegan serpenteando las carreteras que unen los valles con la ciudad, con sus productos agrícolas, para satisfacer el mercado no solo local, sino a gran parte de la zona norte.

Este Terminal, es todo un “mall del pueblo”, donde se pueden encontrar sectores de alimentos, otro lugar llamado feria de las pulgas, donde existen toda clase de herramientas nuevas o usadas. En otro de sus pasillos, centenares de puestos de ropa americana ofrecen vestimentas  que interesan muy especialmente a los jóvenes, por sus módicos precios, Si seguimos caminando, nos encontraremos con los puestos de mueblería, donde sus propios fabricantes ofrecen sus muebles a precios para cualquier bolsillo. Las mascotas y las plantas también tienen su lugar, el cual es visitado especialmente por los niños y las dueñas de casa. Muy cerca están las bodegas de abarrotes y pequeños locales, con atractivas promotoras, tratando de interesarnos por adquirir las ofertas del día.

El Terminal es un mundo aparte, tiene sus propios reglamentos, que los guardias hacen cumplir muy prolijamente, tiene su propio Policlínico, cajeros automáticos y qué decir de su utilitaria radio, donde destaca el profesionialismo de su locutor. A diferencia de los grandes supermercados, los carritos para la comodidad de los usuarios en sus compras, hay que arrendarlos.

Punto aparte, son los más variados restaurantes de exquisita comida de la zona, incluyendo platos típicos de Bolivia a precios muy populares, en unos de los principales pasillos destacan grandes restaurantes donde los adultos, especialmente de los valles, comparten alegremente bebidas y cervezas con conversaciones que son amenizadas por videos musicales.

Toda una linda aventura dominical, uno se encuentra con grandes amigos, poniéndose al día de todas las novedades. El Terminal, se está convirtiéndose en un fiel reflejo de la cultura de gran parte de nuestro pueblo en su estado más auténtico. Es muy llamativo ir a está acuarela de lindos colores alegres, donde en cada puesto de nuestras caseras hay siempre una historia que contar.

El árido entorno que rodean al Terminal, se contraponen con el maravilloso verde de sus puestos de verdura, donde el penetrante olor a los productos del campo, envuelve cariñosamente al visitante, generando un ambiente único.

En más de alguna oportunidad he invitado a amigos de otras ciudades a conocer este centro abastecedor tan especial, lugar que debe ser motivo de orgullo de todos los ariqueños, para los cuales esta visita, se ha convertido en un gran acierto turístico, además de lo interesante que resulta apreciar la gran gama de productos y variedad de precios.