[ENTREVISTA] Maritza Quispe y las mujeres que marcaron su vida

08 Marzo 2021

Sus referentes más importantes son dos mujeres que marcaron su historia, su abuela Emilia y su madre María, en la precordillera, en Chapiquiña, donde conoció los valores ancestrales y prácticas culturales de su familia de origen aymara. 

Ada Angélica Rivas >
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Maritza Quispe Medina, nació en Arica, pero siempre paladeó la vida en comunidad, donde la reciprocidad, complementariedad y las relaciones de alteridad la formaron como una mujer sólida y empoderada. 

Su hermosa niñez, junto a los cerros degradados en infinitos colores, se fue matizando de papas chuño, pachamanca algún fin de semana, además de sus participaciones en las fiestas patronales y los carnavales en la época estival, alineados con el calendario agrícola, que marca la época de lluvia en las alturas. 

La sabiduría, heredada de la abuela, se complementó con la fortaleza de su madre, que debido a un accidente quedó con limitada visión y audición, pero la resiliencia le dio la opción de ser perseverante e inculcar en Maritza el trabajo con resultados de excelencia. 

Su familia está formada por su esposo Zenón, y sus hijos Eduardo y Sairi. Su sueño de ser educadora de párvulos lo logró en la Universidad de Tarapacá y luego, se fue perfeccionando en estudios orientados a la interculturalidad y liderazgo, en España y México, entre otros. Se ha desarrollado profesionalmente, aportando desde las bases en la educación intercultural para los niños de la región y luego con las mujeres en distintas instancias, entre ellas el PRODEMU, donde fue su directora. 

MUJERES INFINITAS 

Como protagonista de una linda relación con tu abuela y madre, ¿Cómo ves sus vidas en épocas pasadas en su rol de mujer? 

-Ellas nacieron en una época donde no existían derechos, ni había normas que velaran por su integridad, asumieron un rol de labores de casa y cuidado de los hijos. Por más que quisieron estudiar, no las dejaban por ser mujeres.  

¿Cuánto costó que las mujeres se empoderaran?  

-Las mujeres llevan décadas de lucha donde la mayor demanda es la igualdad de género. Ser mujer hoy es un gran desafío, ya que muchas veces vivimos como una lucha personal, somos hijas, somos madres, y nos es tan fácil compatibilizar con el ámbito laboral.  

Aunque hemos avanzado, dado que nuestro país ha firmado convenios internacionales que favorecen a las mujeres, y se hacen prácticas en las diferentes instituciones que brindan espacios para la formación y capacitación para su empoderamiento.  

A veces la mujer es la enemiga de la propia mujer, ¿será tan así? 

-En algunas ocasiones las mujeres no valoran a sus pares, porque provienen de familias machistas donde las mismas mujeres promueven este tipo de conductas. Nos falta solidaridad y apoyo entre mujeres, especialmente ante situaciones de discriminación sexual, actitudes y comportamientos machistas.  

 ¿Cuáles son los atributos que tiene el componente femenino? 

-En la actual sociedad el sacrificio es sin dudas una de las cualidades más sobresalientes entre las mujeres, por mi experiencia de vida las mujeres se postergan por sus seres queridos y son abnegadas y cuidadoras de su familia.  Son mujeres trabajadoras, motivadoras e inspiradoras con sus ejemplos de vida.   

¿Cuáles fueron tus principales logros como directora del PRODEMU? 

-Mi condición de mujer aymara de la zona, me permitió generar los vínculos afectivos, trabajar en terreno, logrando una alta participación de las mujeres. Los programas lograron una cobertura regional, disminuyendo las brechas de participación entre mujeres urbanas y rurales. Se establecieron convenios de colaboración con diferentes instituciones de la región. Entre todos los programas, la Escuela de formación de mujeres líderes, se posicionó como un eje para el cambio y transformación social, formando una instancia de participación colectiva e individual que buscó potenciar el desarrollo de las mujeres de la comuna en beneficio de sus comunidades. 

¿A qué mujeres admiras y por qué? 

-A María Victoria Peralta, una educadora de párvulos y hoy doctora en Educación, Premio Nacional de Ciencias de la Educación en 2019, destaco en ella su labor en establecimientos en condición de vulnerabilidad y su alto compromiso con los niños y niñas de sectores socioeconómicos bajos y sus aportes de libros sobre todo “El currículum pertinente”. 

Admiro a la artista Frida Khalo, por su valentía ante la adversidad y un acto de verdadero empoderamiento, a pesar de todas las dificultades, haber tenido poliomelitis a los 6 años, haber sufrido un accidente cuando tenía 17, a pesar de las más de 30 operaciones y la amputación de un pie. Es un ejemplo de liberación, de empoderamiento, de ruptura con los cánones y los roles de género, de abrazar nuestra propia identidad sin tapujos. La frase que más me gusta y me hace sentido “pies para que te quiero, si tengo alas para volar”. 

Y finalmente, a Bartolina Sisa, un ejemplo de mujer heroína que luchó y se resistió en contra de la explotación colonialista de los españoles y fue esposa de Túpac Katari. 

La mujer aymara es doblemente discriminada, ¿cómo percibes esto?  

-Las mujeres aymaras históricamente hemos sido invisibilizadas, discriminadas por la condición de ser mujeres, indígenas y pobres (concepto occidental), esto se observa en las diferentes actividades que se realizan. Así también, las condiciones de aislamiento geográfico en que viven las mujeres rurales hacen que la violencia que puedan experimentar sea difícilmente denunciada.  En estos tiempos de pandemia la desigualdad social entre mujeres se profundiza mucho más. 

¿Qué mensaje te gustaría entregar a las mujeres de la región?  

-Hoy más que nunca debemos estar unidas y trabajar colectivamente como lo hacen las comunidades indígenas, debemos practicar el ayni, el trabajo recíproco nos engrandece y es fundamental para lograr nuestros objetivos en contra de la discriminación y la violencia contra las mujeres. Cada organización de mujeres tiene su sello, su impronta que debe compartir. ¡Hay espacio para todas!  

Aprovecho la ocasión de saludar a todas las mujeres que han luchado, luchan y lucharán por mayores derechos, justicia e igualdad para las futuras generaciones; a las mujeres jóvenes, aprovechen de rescatar y escribir las historias de sus abuelas y madres, empodérense de sus derechos y ejérzanlo.