Estigma y procedimiento policial: El caso de Francisco

09 Febrero 2021

Con el correr de las horas se reveló que Francisco tenía el diagnóstico de esquizofrenia, trasladando la discusión a un asunto, a mi parecer, de mayor profundidad en lo que respecta a nuestras bases como sociedad.

Mariela Cortés Soto >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

A raíz del asesinato del joven Francisco Martínez Romero por parte de Carabineros el pasado 5 de febrero en Panguipulli, se abrió un debate en redes sociales sobre la responsabilidad de Francisco en el desenlace del control de identidad al que fue sometido.

En este caso algunos aludían que atacó a carabineros con un arma blanca (machetes de utilería para hacer malabares) y otros defendían la actitud de Francisco de defenderse, puesto que el procedimiento había sido ejecutado con violencia.

Me parece de suma relevancia mencionar que nunca la víctima será culpable de lo que le ocurre, puesto que el que perpetra la violencia es el que debe llevar la etiqueta de la culpa y en la mayoría de los casos que se han hecho públicos, pareciera que el control de identidad es finalmente un procedimiento cargado de estigma y ocupado principalmente como mecanismo de amedrentamiento.

Con el correr de las horas se reveló que Francisco tenía el diagnóstico de esquizofrenia, trasladando la discusión a un asunto, a mi parecer, de mayor profundidad en lo que respecta a nuestras bases como sociedad. Muchos mencionaron que él debería haber estado “encerrado”; que una persona con esquizofrenia no debería “andar suelto” en la calle; que la familia debería hacerse cargo de él; que en Chile no hay acceso a la Salud Mental, y un largo etcétera. Todas opiniones cargadas de capacitismo y estigma asociado a la esquizofrenia. ¿Puede una persona con esquizofrenia tomar sus propias decisiones?, ¿Puede una persona con esquizofrenia elegir vivir donde le plazca? ¿Puede una persona con esquizofrenia decidir si tomar un tratamiento o no? ¿Tienen las personas con esquizofrenia lo mismos derechos que las que no? Por supuesto que sí.

Tienen derecho a los mismos beneficios que las personas que no, puesto que su condición no los hace ser menos personas, y por consiguiente ciudadanos. Pueden decidir si someterse a algún tratamiento ambulatorio (no mencionaré las excepciones, puesto que es tema para otra nota), elegir donde vivir y con quien, y en definitiva, tomar decisiones sobre su propia vida como cualquier persona. Por lo mismo, tienen derecho a que se les hagan procedimientos policiales como a todos. Es importante destacar que las personas con enfermedades de salud mental, están más expuestas que el resto a sufrir maltrato, situación que está normalizada social y culturalmente. Un ejemplo de esto es que hace unos días se reveló en Brasil que un niño de 11 años era encadenado por sus padres a un tambor y dejado a sol sin agua y sin comida. Los padres justificaron esto aludiendo que el niño tenía una enfermedad mental.

Por otro lado, si el control de identidad se le hubiese hecho a una persona con esquizofrenia, pero que no estaba en situación de calle y que no debía ejercer su actividad laboral en la vía pública, ¿hubiese sido distinto el tono del procedimiento? Los antecedentes llevarían a pensar que es así. No olvidemos que hace unas semanas atrás, un sujeto disparó contra personas con un arma de fogueo en el Paseo Ahumada y el resultado fue distinto. En Chile se estigmatiza al que vive una vida precarizada, ya sea por problemas de salud mental o por su situación económica. Importa cómo te ves y no el rol que estas ejerciendo en tu comunidad. Francisco hacía arte callejero, tenía un rol establecido y era reconocido por los panguipullenses. En ocasiones dirigía el tránsito cuando un semáforo dejaba de funcionar. Francisco no fue asesinado por resistirse al control de detención, Francisco fue asesinado por el estigma hacia la pobreza y la precarización.

Este tema nos compete a todos a como sociedad, sino pensemos: ¿Cómo estaríamos los ariqueños si le hubiese pasado lo mismo a Ricardo Dodds Laspiur?  Es hora que ajustemos la brújula moral como sociedad y comencemos a mirar lo que es realmente importante: el respeto de los derechos humanos por sobre cualquier condición humana.