Hay pocos pesebres y muchas luces: Una Navidad en Arica

23 Diciembre 2019

Si bien es cierto la Navidad es una fiesta religiosa, la venida del Dios con nosotros, a la historia de la humanidad, también es un momento de encuentro familiar, de desearle al otro un buen momento en la noche de Paz.

Marcelo Oñederra SJ >
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En distintos momentos de la historia universal fue en Navidad, específicamente en Noche de Paz, donde se han detenido bombazos y  guerras para salir de las trincheras y darse un abrazo. 

En la ciudad de Arica, que posiblemente es una de las ciudades que ha tenido menos repercusiones violentan en todo lo que ha significado el estallido social de este año 2019, la Navidad se celebra de distintas formas. Entre las peritas de pascua y los carros que circulan por la ciudad todo nos habla de una verdadera fiesta. Duendes y cientos de viejos pascueros transitan por las calles. No es raro ver como niños y niñas corren a la pasada de uno de los carros alegóricos, esperando que le caiga algún caramelo de regalo. Ahí los dulces le llegan a todo quien salga a mirar la pasada del carro adornado con luces navideñas. Incluso pudimos ver que se celebró Navidad en la rotonda Tucapel, con globos y juegos. Todos celebran. 

En el Chile de hoy y por tanto en Arica, podemos correr el peligro de perder la gratuidad que nos regala Navidad. Muy pocas cosas son hechas con gratuidad, pues en todo se busca una retribución, una medida que arroje el éxito y la fama. Buscamos ser reconocidos, que nos adulen y ojalá hablen de lo bueno que somos e hicimos. Y,  si es posible, no conflictuarnos con nadie, pues así cuidamos la imagen de intachables, casi como el himno de los ochenta “nunca quedas mal con nadie”. Al contrario, Navidad es gratuidad, no es medible a los ojos del éxito, es conflicto en la historia, pues lo arrogante y poderoso no son el lugar del nacimiento, sino el lugar invisible y sencillo. Incluso podríamos decir que durante estos últimos treinta años nuestros ojos estuvieron puesto en lo que ganábamos a costa de otros, en lo que producía, olvidándonos de quienes no compartían el éxito o eran los últimos de nuestra sociedad. Pero la Navidad es justamente al revés, es mirar todo desde lo empobrecido de la historia, no desde el oro o de la mirra, sino desde el pastor y desde el pesebre. 

Posiblemente para todos y todas los que asistimos a las fiestas de Navidad, ésta nos significa algo. Para algunos un momento de paz, de encuentro., de regalos para otros. A más de alguno le trae el recuerdo de momentos difíciles en la niñez que solo fueron transformados de adulto, otros sentirán la tristeza presente que en el pesebre de hoy no estará alguien especial. La Navidad es sin duda una experiencia personal dentro de la vida que tengamos. Cada uno la siente de forma particular y no podemos defendernos de eso. Por tanto, desde el respeto de la diversidad, es bueno reconocer que quien celebra Navidad tiene que ser reconocido desde su más profunda identidad.

Si nuestros ojos solo buscan las luces de Navidad, podemos correr el riesgo de no ver lo importante que está sucediendo. Muchas veces las luces oscurecen y sombrean la realidad. Es claro que en nuestra Arica hay miles de adultos mayores, de personas de calle, de migrantes que necesitan más oportunidades, de mujeres que viven violencia, que están no en las luces de los árboles sino en el pesebre oculto de Navidad. Ahí es donde tenemos que estar para celebrar con ellos la esperanza del Niño Dios, del Dios con nosotros. 

Ver también: Consulta Ciudadana de Arica: cuando la trascendencia nos mueve a decir lo que sentimos

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