La ‘Lauchita’ de Chañaral y el milagro de Semana Santa

14 Abril 2015
Crónica al día después del desastre y de la amenaza que pende en un Chile de catástrofes.
David Saavedra ... >
authenticated user

Hoy es Viernes Santo. Chañaral está convertido en un campo de batalla. Militares armados patrullan todo. El toque de queda aún se mantiene. Los helicópteros sobrevuelan la bahía y lo que fue el centro de la ciudad, ahora está enterrado bajo toneladas de barro y escombros.

 La gente todavía camina con la mirada perdida, nerviosa, tratando de entender lo inentendible, saliendo al encuentro de los visitantes, esperando volver a sus casas embarradas de miseria con un bidón de agua, con galletas, con unas palabras de ánimo, con unos tarros de atún.

En la primera esquina del pueblo, un hombre nos detiene para tratar de convencernos de que el Papa Benedicto XVI es su hermano y de la relación del número de la bestia, del 666, con todo lo que está pasando a su alrededor.

El agua ya no corre a raudales por las principales calles del puerto minero, es cierto, acarreando lodo y piedras por montón, sepultando familias y barrios completos. Hoy es el día después.

Pero más exactamente, la semana después. Nueve días han pasado desde que la naturaleza bajó con furia por el lecho seco del río donde se levantó Chañaral, el miércoles 25 de marzo, cuyas imágenes revisadas una y otra vez por la televisión nacional, todavía estremecen por la potencia y el desenfreno del aluvión que arrastró  con fábricas, con minas, con relaves, con pueblos, con casas, con árboles, con camiones enteros, con vidas humanas, con planes, con historias, con sueños, en una catástrofe que todavía tiene de rodillas a este puerto minero, que tenía 14 mil habitantes. Y a todo Chile consternado.

Llegamos con un camión de ayuda humanitaria desde Arica, concertada buenamente por el alcalde Salvador Urrutia Cárdenas. El agua ya no corría con la muerte a rastras por la ruta 5, por el centro de la ciudad, es cierto. Pero la tristeza y la locura parecían haber reclamado a Chañaral para sí mismas. La esperanza aquí parece estar totalmente perdida.

Aquel viernes santo terminaron de romperse definitivamente las cámaras y las tuberías de las aguas servidas. El olor era nauseabundo, insoportable. Los vecinos del barrio Aeropuerto, todavía sin luz, desolados, aún con palas en las manos, estaban con las cabezas blancas por la tierra y el polvo en suspensión, con el peligro latente del veneno invisible, del plomo, del mercurio, del arsénico, del cadmio y del ácido sulfúrico, mientras las maquinarias pesadas laboraban incansables,moviendo más polvo, tratando de cambiarle la cara de barro y de muerte a la ciudad sitiada por la desesperanza. 

Maldito cambio de turno

El alcalde Héctor Volta, que supervisaba aquel día el trabajo de las maquinarias, moviéndolas de aquí a allá, al menos trataba de sonreír como podía a quienes se le acercan, pidiendo más y más ayuda. No era fácil, habiendo dormido como promedio dos horas al día, según cuenta.

“El cuarto día recién pude dormir un poco más. Tres horas. Había que contener a la gente. Corrían hacia los cerros. Todos querían agua, comida, leche. Por suerte llegaron los militares y nos apoyaron. Pero aquí en la entrada (sector barrio Aeropuerto) Ese día se quedaron atrapados decenas de buses cargados con decenas, con cientos de mineros. Justo era el cambio de turno. Arrasaron con todas la galletas, con todo el pan, con todas la latas, hicieron sus necesidades en la calles. Los primeros días fueron terribles”. 

Después de un recorrido, al segundo día del alud, dos de sus colaboradores dejaron al alcalde Volta en su casa y se fueron a tratar de dormir, en la camioneta de servicio. Nunca llegaron. Uno de ellos fue arrastrado con vehículo y todo por el torrente y el otro está en el hospital.

Los Jóvenes de Chañaral que ya no ríen

Los jóvenes voluntarios del liceo Federico Varela, donde llega toda la ayuda de Chile y del mundo en forma de arroz, de papas, de tomates, de latas y de agua, mucha agua, se ven cansados y ojerosos. Hoy no ríen, no juegan, no chacotean. Tampoco enganchan con ese esfuerzo aplaudible de poner una película para todos, una pantalla gigante, por la noche, en la entrada del liceo, como para que al menos los niños saquen sus mentes frágiles e impresionables del horror de estar vivos en Chañaral. Al menos por un rato.

Los bomberos del equipo USAR son los primeros en salir cada mañana, temprano, después de las reuniones de rigor en el casino del liceo Federico Varela, a buscar cuerpos y ojalá sobrevivientes con sus largas pértigas para intrusear por entre el barro. Allí vimos a Mauricio Valdivia de Arica, todavía motivado. Al menos ellos tienen esperanza de encontrar todavía sobrevivientes. Bomberos.

El comediante bombero

Y el ‘Flaco’, Paul Vásquez, en la base principal de los bomberos, el estadio de fútbol, ese querido comediante, hoy no está para chistes. El superintendente de los bomberos de Olmué, Nelson Salgado, llegó con su equipo hasta Chañaral de los primeros para colaborar y cuando volvía se mató en la carretera, de puro cansancio. Dicen. Puede ser.

“Yo estoy muy orgulloso de pertenecer a esta familia tan noble de los Bomberos de Chile. Desde Arica a Punta Arenas siguen llegando camiones con ayuda. Pero esa es la historia de bomberos, está en nuestro ADN. Salimos sin saber si volvemos. Y eso les pasó a los chicos de Olmué. Pero mientras más pasan estas cosas, mientras más cosas malas suceden, mientras más años cumplo yo me vuelvo más joven. Agradezco a la comunidad de Arica por entregar su ayuda solidaria. Somos todos hijos del rigor”.

El reportero radial que casi no la cuenta

Carlos álamos, reportero radial de Chañaral, luchó por su vida como un ninja acorralado cuando el río volvió a ser río en su ciudad y él no quería soltar su micrófono.

“Era como un cuarto para la una de la tarde cuando los carros de bomberos empezaron a hacer sonar sus alarmas y a recorrer el centro, gritando que había que evacuar. Desde mi caseta en el centro vi el torrente bajar. Era una pared de agua, barro y madera. Olas de cuatro a cinco metros. Alcancé a reportar que el agua había arrasado con los camiones con ácido de la planta El Tamarugal. Me quedé cerca de una hora informando, hasta que el agua empezó a entrar. Colgué el micrófono en el pedestal y me despedí del mundo”. 

El milagro de Semana Santa

Cae la tarde en Chañaral. Comienza el toque de queda. Ya es hora de volver. Vuelve la desesperanza a reinar en este pueblo arrasado. La santidad espiritual de la Semana Santa y toda su protectora religiosidad, con su ‘Ben Hur’ y su ‘Quo Vadis’ incluidas, parecen totalmente lejanas, ajenas a este pueblo y a sus circunstancias, hoy olvidado de la mano de Dios. Arrasados en lo más íntimo, igual que Diego de Almagro, que Paipote, que parte de Copiapó.

La experiencia en Chile nos dice que mañana puede ser Arica, puede ser Iquique…. O Villarrica, con su volcán despierto que hoy muestra su lava ardiente, con más hambre de chilenos desprevenidos. 

De pronto, como por milagro, nos reencontramos con doña María Escobar, de 51 años, tres hijos, vecina del barrio Aeropuerto y dueña del emblemático restaurante ‘Los Arbolitos’,que se levantaba orgulloso en el centro de Chañaral. Habíamos conversado con ella la tarde en que llegamos.

Su cara estaba llena de emoción. Ella y su marido, Enrique Lazo, fueron arrastrados con restaurante y todo por el río de barro y piedras hacia el mar. Su rostro mostraba serios moretones y un ojo hinchado, que de a poco a poco, ya sanan. El cuello ortopédico se le sacudía de la enorme alegría.

“¡Apareció la ‘Lauchita!’. ‘¡Apareció la ‘Lauchita!”. Casi gritaba de la emoción. Ellos, marido y mujer, sobrevivieron flotando abrazados a un durmiente en pleno océano Pacífico. Su perrita ‘Lauchita’ había desaparecido desde el mismo día del aluvión, junto con la ‘Reina’ y con ‘el Chavo’. Y ella, ‘la Lauchita’, su lauchita, por fin daba señales de vida, para la tremenda alegría de su familia.

Era el milagro de la semana santa, ese que nos hacía falta, a mi colega y a mí. Parece que todavía quedan esperanzas en Chañaral. Aunque ‘el Chavo’ todavía no de señales de vida. 

Galería Imágenes

  • La ‘Lauchita’ de Chañaral y el milagro de Semana Santa
  • La ‘Lauchita’ de Chañaral y el milagro de Semana Santa
  • La ‘Lauchita’ de Chañaral y el milagro de Semana Santa