Mariana Vera Barraza, iquiqueña con fibromialgia: "El cannabis me trajo a la vida"

30 Octubre 2016

El primer diagnóstico a los dolores fue una osteoporosis. Tuvo muy mala experiencia con la medicina tradicional. Pero hoy aprendió a vivir de nuevo.

Fundación Daya >
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Mariana Vera Barraza vive en el centro de Iquique y tiene 53 años. Madre de dos hijos y con Fibromialgia diagnosticada desde 1996, cuenta que su vida era normal junto a su esposo René, hasta que comenzaron diversos dolores físicos.

“Mis hijos sufrieron cuando empecé a enfermarme. Eran chicos y me veían tirada. Ni siquiera podían prender la luz porque me molestaba. Era un dolor terrible desde el pelo hasta los pies. Ni los ojos podía abrir a veces”, recuerda.

El primer diagnóstico a los dolores de Mariana fue una osteoporosis. “Empecé con un problema hepático, del páncreas. Me dieron medicamentos que me hicieron bajar de peso y nunca me dijeron lo que tenía realmente. Los medicamentos me hicieron muy mal”, comenta.

Tuvo muy mala experiencia con la medicina tradicional. “Pasé mucho dolor, desprecio e incomprensión por parte de los médicos que me vieron. Más de alguna vez me miraron como una enfermedad, no como un ser humano. Me vieron como un paciente, alguien que tiene paciencia y espera”, cuenta.

Mariana comenta un caso que le sucedió. “¿Cómo le explicas a un médico que te duele el brazo y ni siquiera te mira? Y te receta y receta medicamentos. Una vez un doctor me dijo que a los 45 años era normal tener dolor. Lo miré, me paré y me fui”.

Pero hoy aprendió a vivir de nuevo “Cuando llevas tanto tiempo sin reírte y te vuelves a reír, te ríes desde dentro, desde el alma”, asegura la iquiqueña.

Historia con el cannabis

Sus dos hijos le pidieron que probara con el cannabis hace un par de años, pero no quiso. “Tenía un rechazo enorme y mi marido también. Era lo peor. Mis hijos consumían y yo no estaba de acuerdo. No consumían delante de mí”, indica. “A ti te enseñan que las cosas son así y no puedes desviarte”, agrega.

Tras una visita al departamento de sus hijos, todo cambió. “Vine a Santiago a ver a mis hijos y su departamento estaba muy desordenado, pero no pude limpiarlo. El cuerpo no me daba; me sentí muy mal”, recuerda.

En mayo de 2016, Mariana acepta conocer más sobre el cannabis medicinal y se acerca a Fundación Daya.

Su primer acercamiento fue asistir a la marcha “Cultiva tus Derechos” que convoca Fundación Daya, Revista Cáñamo y Movimental, la que convocó a más de 400 mil personas por una nueva política de drogas. “Lo pasé estupendo. La gente fue muy amable, lo que me extrañó: tenía muchos prejuicios”. Prejuicios que también tuvo al acercarse a Daya por primera vez en compañía de su hija. “Pensé que me dirían que no está tan enferma, que no me iban a pescar, como pasó con tantos médicos”.

Y fue todo lo contrario. “Llegué a Fundación Daya y todos me atendieron súper bien. Me enseñaron sobre autocultivo y medicina cannábica”, comenta. “Como me fue bien, insté a mi prima que tiene cáncer a que se acerque también. Las dos hemos vuelto a la vida. Dentro de todas las nubes negras, vemos rayos de sol. Y eso lo logré gracias al cannabis”, agrega.

De haber estado enferma física, mental y emocionalmente, Mariana ha pasado a tener una vida totalmente distinta.

“Ahora bailo con mi esposo, salgo, me baño y me visto sola y hasta he ido a pescar. Soy capaz de tirar una lienza. Aunque tenga mis dos codos fracturados por problemas en los huesos, pero no importa: puedo  caminar, bailar, tejer. Me he sanado. Sé que estoy enferma y que la Fibromialgia no se me va a pasar, pero he vuelto a vivir, el cannabis me trajo a la vida, porque como estaba, no estaba viviendo”, comenta emocionada. “Prefiero vivir un año así como estoy, que vivir 10 años como estaba”, asegura. 

Tratamiento con Cannabis

En la actualidad, Mariana no se ha realizado examen médico alguno ni ha vuelto a consumir medicamentos tradicionales.  “Consumo aceite de cannabis tres veces al día y vaporizo a voluntad. De haber estado con una vida muy limitada como no poder vestirme sola o tener dificultades para cepillar los dientes, pasé a tener una vida totalmente distinta”.

René, su esposo, si bien fue el más reticente a la medicina cannábica,  en la actualidad la ayuda a cultivar. “Mi única preocupación ahora es  que mis plantas tengan sus frutos y preparar mi medicina”. El cambio radical en su vida, ha hecho de Mariana una mujer jovial y con ganas de emprender proyectos.

Al vivir en una de las zonas más desérticas, Mariana se crio sin plantas. “Ahora tengo otras plantas, aparte de cannabis, como una ruda y quiero tener más. Me he conectado con la tierra. Me he vuelto menos consumista”, indica.

“Quiero ayudar a difundir, porque cuando recibes un regalo, y un regalo  que te ha hecho tan feliz, no puede ser para ti solo. Tienes que devolverle al mundo lo que te entrega”. El cambio de vida ha sido tan radical, que apenas suena el reloj, ella se levanta aunque no tenga cosas que hacer.

El aceite lo probó por primera vez en mayo, y a los dos meses estaba bastante bien y cada vez es mejor. 

La relación con Fundación Daya

“Daya para mí es renacimiento. Volví a nacer. Estoy feliz, encantada. Descubrí algo que te aporta sólo cosas positivas”. Mariana comenta que en Daya no la atendieron como la “fibromialgia”, sino como una persona.

“Esta Mariana no tiene nada que ver con la Mariana de hace siete meses”, dice. Ha vuelto a cocinar, a preparar la mesa, a limpiar, algo impensado hace poco tiempo. 

¿Qué le dirías a la gente que no cree en el Cannabis Medicinal?

“Lo primero que les digo a las personas, es que uno tiene que mirar las cosas sin prejuicios y tiene que vivirlo para poder saber. Antes de asistir a Fundación Daya, leí sobre MamáCultiva, y si una mamá es capaz de darle cannabis a su hijo. Ese argumento lo usé para mí, ya que a mis hijos nunca les hubiese dado algo malo.

Si alguna persona tiene la más mínima duda, que se instruya, que lea con la mente abierta. Puedes descubrir que estuviste equivocado muchos años de tu vida”. 

www.fundaciondaya.org