Migración: del orden al caos

31 Diciembre 2021
El “problema” de la migración ha ocupado importantes espacios en los discursos políticos de los líderes de distintos países, con mayor fuerza en el último tiempo.
Veronica Grunewald >
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Foto: Unsplash

Vimos a Donald Trump amenazar con la construcción de un muro en la frontera con México para poner fin al movimiento migratorio que se produce desde Centroamérica, desde países como Honduras, El Salvador y Guatemala, principalmente. En Francia hemos visto como el presidente Macron endurece su postura frente a la falta de regulación  en el ingreso y permanencia de más de 8 millones de migrantes, la mayoría proveniente de países africanos como Argelia y Marruecos.  

Por su propia naturaleza el ser humano ha buscado históricamente algo así como “la tierra prometida”. Los migrantes han sostenido extensas áreas de la economía, amparados  en acuerdos como el Programa Bracero (1942-1964) que permitió mantener los índices de producción agrícola en estados como California (EE.UU) con trabajadores mexicanos que llegaban a trabajar por 30 centavos la hora. No obstante, y pese a la regulación, no se pudo controlar el ingreso de indocumentados. 

Según cifras de datosmacro.com los países con mayor presencia de migrantes, de acuerdo con su población total, son Suiza (29,89%), Canadá (21,18%), Australia (29,54%) y Nueva Zelanda (21,53%. Los migrantes en estos países se han integrado a la fuerza laboral en  áreas especializadas, es decir, para las que se requiere entrenamiento y experiencia previos (manejo maquinaria pesada, soldadores, entre otros) y aquellos trabajos de mayor esfuerzo físico  y menor exigencia en las formalidades, en  áreas de  servicios y agricultura, donde reciben capacitación. 

En Chile, con 1,5 millón de migrantes (8%), podemos dividir la corriente migratoria desde Europa en los S. XIX y XX y desde Latinoamérica en el presente siglo. En la primera parte, provenientes de Alemania, España, Yugoeslavia, Italia, Francia e Inglaterra, emprendían desde Arica a Magallanes con sus negocios de telas, panaderías o heladerías o se integraban a la fuerza laboral en las empresas mineras o pesqueras, principalmente. 

En la segunda parte y menos regulada, los migrantes provienen en su mayoría de países vecinos. En primer lugar, desde Venezuela, llegan a Chile donde encontramos ingenieros-taxistas, arquitectas-peluqueras y ex policías-garzones. Luego tenemos los que vienen desde Perú, Colombia y Haití. En su mayoría mujeres. Mujeres que dejan sus familias. Hombres que dejan sus cargos importantes, pero inciertos. 

Hoy, la migración en Chile está desbordada. En el norte las casas sin moradores corren riesgo de ser ocupadas por las familias que ingresan por pasos no habilitados, arriesgando su integridad y la de sus hijos. En Santiago, familias enteras piden monedas a la salida de mall o metro. Urge la conversación entre líderes. Alguien tiene que organizar el caos. Por la seguridad del país y de sus habitantes.

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