Mujer y sola, caldo de cultivo para que surja la voz de los machistas arcaicos

07 Mayo 2021
¿si yo fuera hombre, este señor machista me gritaría así?, ¿si no viviera sola, haría lo mismo?, ¿por qué no les grita a los otros vecinos, que también dejan los autos en la misma posición y lugar? 
Ada Angélica Rivas >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

No me considero tan pesadita como para que me amenacen con los carabineros como si fueran el cuco, pero esto es parte de un historial. Hace alrededor de 12 años me cambié de barrio y apareció un vecino a husmear mi morada, mirando por el portón, con deseos de saber quién era la “nueva” que llegaba a la cuadra. 

Era corpulento, alto, rubio, ojos azules, con acento extranjero y de avanzada edad, lo invité a pasar y le mostré el patio, le conté que trabajaba en una institución y en mi casa, por supuesto, le dije que lo que necesitara de mi parte me avisara, pues estaría dispuesta a apoyar buenas causas. 

Pasó el tiempo y una tarde estaba con mis amigos, amigas y amigues en la terraza y el vecino abrió el portón, entró a mi casa y me conminó a sacar el vehículo que estaba en la vereda, indicándome que de inmediato llamaría a los carabineros. Le dije que no podía ingresar, que estaba en propiedad privada, luego me gritó, porque tiene un vozarrón notorio, diciendo que su cuñado era abogado y otro familiar también.  

Quedé con una sensación muy fome, porque no es la idea andar discutiendo con quienes viven alrededor, hay formas de decir las cosas, pero este caballero gritaba y como es grandote, además me sentí muy intimidada. Siempre me pregunto, ¿si yo fuera hombre, este señor machista me gritaría así?, ¿si no viviera sola, haría lo mismo?, ¿por qué no les grita a los otros vecinos, que también dejan los autos en la misma posición y lugar? 

Pasó algo parecido en otra oportunidad y ahora en pandemia de nuevo. Hace una semana circunstancialmente quedó un auto de una visita a media vereda, ya que no hay donde estacionar en el sector y este vecino, no aledaño a mi propiedad, menos mal, llegó con muletas a mi puerta a gritarme que llamaría a los carabineros. Le respondí, “por favor, llámelos”, a estas alturas ya da lo mismo que convoque a un escuadrón completo.  

Hace tiempo no veía al señor cascarrabias, está más viejo, pero su cara de amargado no cambia. Qué triste su vida, pareciera que se levanta y duerme infeliz, pues deja una estela de negativismo a su paso, pero quizás no, desde afuera interpretamos a los demás sin claridad. Me levantó la voz, dijo que llamaría a los señores de verde y siguió su camino. Luego pasó en auto, mirando de reojo con cierto sarcasmo. 

No quiero más amenazas, ahora seré yo la que junte las evidencias y tome cartas en el asunto, es mucho tiempo practicando la tolerancia con una persona que no tiene derecho a irrumpir el difícil estado de armonía que tanto cuesta construir. A la próxima convoco a los testigos de todas las veces que esta persona ha traspasado los límites de lo privado e iremos de verdad ante los señores de verde. 

Me molesta que hombres de paradigmas machistas arcaicos atropellen y abusen de quienes creen que somos las débiles, que estamos solas, que no tenemos voz para defendernos. Para la próxima lo grabo y listo, de ahí para delante la cosa tendrá otro matiz.

Quizás de color verde.