Nada presencial: ¿Puedes poner la cámara?

26 Mayo 2020

Te has puesto a pensar ¿qué significa la cámara abierta o cerrada en una clase, reunión o conferencia?

Marcelo Oñederra SJ >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Hace unos meses muchos profesoras y profesores le tuvieron que decir a sus alumnos y alumnas que se encontraban en clases virtuales: “¿puedes, por favor, poner tu cámara?”. Las respuestas eran variadas, y los ruidos de los micrófonos abiertos hablaban de un ruido cotidiano: “no puedo, profe, la cámara está mala”; algunos no decían nada, con lo cual nuestra sospecha de ausencia era temida; otros ponían la cámara y el sistema se caía, con lo cual la persona tenía que entrar de nuevo; otros respondían: “prefiero que no, profesor, aquí está un poco desordenado”. Muchas respuestas, muchos focos que apuntaban a la intimidad de nuestros hogares. Incluso a una Senadora de la República, que se encontraba en Zoom, se la llevaba a la plaza pública por beber una copa de vino. El problema era que estaba en plena sesión del Senado, con lo cual los puritanos de siempre salieron en su contra. Los puritanos culpan más las copas de vino de una mujer por Zoom que las decisiones malas que toman por los ciudadanos. Una suerte de fariseos modernos.

La verdad es que hoy me cuesta pedir que pongan la cámara. Incluso me ha tocado ver a un alumno conduciendo su Uber, con lo cual aporta a los gastos de su familia. Las cámaras abiertas casi siempre significan una casa ordenada, algún escritorio, un espacio independiente. Las cámaras cerradas no solo pueden significar la ausencia del alumno o alumna, sino que en muchos casos significa una realidad que no se quiere mostrar. El mundo de nuestros universitarios en Arica no siempre es el mundo de los privilegiados de una habitación individual, sino de una casa o departamento pequeño y sobrepoblado. Las cámaras que exponen nuestras vidas nos han puesto de manifiesto que nuestras viviendas sociales fueron y son precarias, sus metros cuadrados no permitieron el deseado distanciamiento social.

Quizás con esta experiencia todo tiene que cambiar, también los metrajes de las viviendas sociales, los espacios públicos y cualquier lugar que pueda acoger personas en situaciones de emergencia. Cuesta pensar que nuestra vida siga igual después de la pandemia, nuestros encuentros y nuestras medidas sanitarias. La “nueva realidad” nos debe ayudar a pensar y proyectar nuevas situaciones. Y aún no he tocado el tema de la ausencia de computadores de nuestros futuros profesionales. O de aquellos que muestran frondosas bibliotecas de fondo que no sabemos si son del todo verdaderas.

Hoy, es mejor decir entonces: “queridos alumnos o alumnas, los que puedan, por favor, enciendan sus cámaras”, procurando con esas palabras el respeto a la intimidad del otra/a,  además del combate a mi curiosidad.