No, tú no puedes ver el vestido

31 Marzo 2020

Les presento un extracto de la novela  “La importancia de tener un animal negro”.

Patricio Barrio... >
authenticated user Corresponsal

¡Qué lindo está mi traje de novia! Si hasta parece que compitiera en blancura y pureza con el que mandó a hacer el papá a la señora de la iglesia cuando recibí mi primera comunión. ¿Te acuerdas, papito? El Nico, que se parece tanto a ti, con sus pequeños doce años, se quedó boquiabierto mirándome, como si estuviera viendo, otra vez, una aparición. Bueno, también se parece un poco a la mamá en ese asunto de percibir las cosas en que otros no reparan y de adelantarse a lo que va a suceder. Me acuerdo cuando me dijo que había soñado que el primo en la guatita de la tía esposa del Clemente tenía problemas y que quería nacer luego; y, claro, a los pocos días tuvieron que hacerle cesárea y sacarle la guagua de siete meses, flaquita, chiquitita, que cabía estirada entera en una caja de zapatos. Y ahí se murió la pobre Elsa.

Fue entonces cuando la mamá insistió en que había que recuperarle rapidito el almita que estaba perdiendo el Neme y, en menos que canta un gallo, tomó la primera mantilla y la batió varias veces sobre su cabeza diciendo “que vuelva su ajayu, que vuelva su almita, que vuelva su ajayu, que vuelva su almita”, y el Nico como maravillado ante una tremenda revelación observándolo todo, como comprobando lo que él suponía tenía que ocurrir y que no quiero ni acordarme. Pero, de todas formas, me recuerda más a ti, papito, con esos ojitos dulces y medios tristones.

No, tú no puedes ver el vestido Manuel, ya sabes, es mala suerte que el novio lo vea antes del casamiento por la Iglesia, ya pues Manuel, si todo va a salir bien, no te preocupes mi amor. Hemos esperado tanto tiempo que una semana más no es nada. No importa que te haya tocado guardia en el retén y no puedas ir ¿qué tiene que vaya sola, acaso no soy ya mayor? La Virgen está esperando que cumpla la promesa que le hice cuando se fue mi viejito lindo y le pedí por su merecido descanso y que Dios lo tuviera en su santo reino. Y ahí mismo le prometí que te iba a amar toda la vida, como te lo prometo a ti cada día. Si ya está todo listo Manuel.

Sí, si ya fui donde el padre para fijar la fecha de la ceremonia religiosa. Sí, y también con el Oficial para la ceremonia por el Civil. ¡Va a ser más linda! Hasta la señora Eduviges se comprometió para cantar el Ave María siempre y cuando primero fuera a visitar a la virgencita a su santuario que queda subiendo para la cordillera. Sí Manuel, si ya conversé con don José, es más buena gente mi patrón, él se va a encargar del auto, y don Víctor, el dueño del conventillo, va a prestar las tres primeras piezas para que hagamos la fiesta. La Eginalda y la Luzmira van a decorarlas con flores y con cintas blancas. Sí, también van a adornar la iglesia. No te preocupes, los padrinos ya tienen las monedas, cambiaron hartas en el almacén del chino de la esquina y, como de chino silencioso no tiene nada, todo el barrio se impuso, los cabros chicos andan entusiasmados alistando sus bolsillos porque dicen que el “padrino cacho” viene poderoso.

Si hasta ellos te quieren  ¿Ves que tengo todo preparado? Sí, si ya sé que el viaje para encontrarse con la virgencita es sacrificado y que hay que caminar duro para llegar, todos me cuentan lo mismo, pero la ilusión de casarme lo más pronto posible contigo, amor, va a apurar mis pasos, no puedo faltar a mi promesa Manuel. La virgencita se enojaría conmigo y no cuidaría a mi papito y no protegería más nuestro amor. Ven, abrázame fuerte. ¡Ah! La mamá quiere que el Neme me lleve la cola. Dice que le va a hacer bien entrar a la iglesia para que se le quiten las ganas de hablar con duendes y aparecidos. Escucha, están cantando Los Panchos en la radio… “te puedo yo jurar ante un altar mi amor sincero…” Esa canción, mi vida, es para ti.


(De la novela “La importancia de tener un animal negro”)