Opinión: Hijos del Corazón

24 Mayo 2015

Estoy segura que mi historia con Sasha es una de entre tantas historias silenciosas que duermen en el improvisado cementerio de animalitos “Mascotas del desierto”, en las cercanías del hipódromo en Arica.

Jacqueline Muñoz >
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Vino al mundo en un hermoso día agosto del año 2000, alrededor de la una de la tarde. A penas nació la destacaron sus manchitas y color blanco muy distinta a sus papás. La vaquita le llamamos pensando en no darle un nombre definitivo pues se iba a dar en adopción como a sus demás hermanitos. Pero el destino tenía mejores planes para este angelito. Ella se hizo querer desde antes de abrir los ojitos, me buscaba con el olfato hechando de mi lado a sus demás hermanitos, me quería sólo para ella. Como cual angelito coronada con una aureola sobre su cabeza, buscaba la mía para acurrucarse en la cama. Así Sasha tomó su nombre para quedarse conmigo hasta su último suspiro, entonces yo sin saber que se convertía ya en un ser muy especial en mi vida, mi hija del corazón, para acompañarme en una aventura que ni yo misma sabía viviría muy pronto a su nacimiento.

El destino me llevó lejos de Chile, y sin dudarlo partí con mi pequeñita. En un viaje lleno de incertidumbres y a la aventura, Sasha fue mi fortaleza. Ella se adaptó muy bien al viejo mundo, en donde pude ver la fuerza de su raza, sus instintos en la naturaleza que por origen le brotaban por la piel. La humedad, los bosques, los ríos, lagos, el verde, la lluvia, los conejos salvajes, caballos, aves, todo era para ella su ambiente natural, libre, feliz, en aquellos parajes hermosos y totalmente nuevos para mi. Siempre saludable, obediente, muy apegada a mi y yo a ella, compañeras de vida en una vida nueva para ambas en tierras extrañas, con gente ajena e idiomas inentendibles.

Durante casi 15 años Sasha me acompañó fiel y amiga, se convirtió en mi compañera, mi alegría, llenó de amor mis días como me imagino llenan de amor la vida los hijos paridos. Dios me la envió sabiendo que la iba a necesitar, no la escogí yo, me la envío él y le doy infinitas gracias por su sabia decisión. Mi hija del corazón, disfrutaba de mi alegría y se acurrucaba a mi lado entregándome su patita cuando veía en mí alguna pena. Se adelantaba al peligro salvándome la vida más de una vez, sirvío de ayuda a mis amigas, era querida y esperada en todo lugar. Son muchas las historias vividas, las aventuras y emociones miles con mi chiquitita, y que hoy son tesoros en mis recuerdos.

Su amor por mi era tan grande que se convirtió en vida en mi angel guardían. Mi Sashy mi familia en el destierro y aún en mi regreso, tuviste la nobleza y fuerza hasta el último momento para esperar volver a Chile para tu descanso eterno. Sabías de mi deseo y que no podría dar tal paso sin Tí y te lo agradezco.

Sólo las personas que han entregado y sentido el amor de los animalitos, saben que ellos si son distintos, pero mejores, son familia, niños pequeños, sensibles, almas transparentes, sin maldad.

“El Alma es la Misma en Todas las Criaturas, aunque el cuerpo de cada una sea diferente” (Hipocrates).

Hoy a días de su muerte sólo calma mi tristeza y su ausencia, el saber que mi Sasha está en un lugar donde puedo ir a verla, visitarla, recordarla y conversar. Por toda la felicidad que me entregó quisiera poder darle un lugar digno y bonito, donde descansar definitivamente, asi como se merecen todos los angelitos que pasan por este mundo en total inocencia y entrega incondicional.

Estoy segura que mi historia con Sasha es una de entre tantas historias silenciosas que duermen en el improvisado cementerio de animalitos “Mascotas del desierto”, en las cercanías del hipódromo en Arica. Lugar que se ha convertido en un espacio sagrado, bendito con las lágrimas de todos los papitos que amamos a nuestras mascotas y necesitamos un lugar donde seguir entregándoles nuestro amor, por nuestra propia paz, un lugar donde se siente el amor, donde se reunen todos los angelitos a jugar mientras esperan la visita de sus familias humanas.

Mientras no tengamos un lugar definitivo donde llevar a nuestros hijos del corazón, pido a Dios despierte compasión, respeto y paciencia en las almas humanas involucradas, para que nuestros angelitos puedan dormir en tranquilidad en este lugar, hasta ver materializado el sueño de muchos ariqueños que amamos a nuestras mascotas, el de un cementerio oficial para nuestros animalitos, como lo ha prometido la municipalidad de Arica. Un lugar digno y definitivo, sin intereses comerciales, para el descanso final de nuestros hijos del corazón. Que así sea. Namaste.

Por Jacqueline Muñoz.