Origen del Día del Niño: Más política que juguetes

05 Agosto 2018

En un país donde estamos precisamente debatiendo respecto de la protección a la niñez, es bueno recordar el origen y significado de este popular día, que tiene una deuda social que no se soluciona con regalos. 

Cecilia Fuentes... >
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De todos los "día de" que tenemos en el calendario, probablemente el que celebra a niños, niñas y adolescentes en agosto es uno de los con mayor carga histórica y política. Probablemente también es el que tiene esa carga más invisibilizada por su majestad el comercio. Por lo mismo, en un país donde estamos precisamente debatiendo respecto de la protección a la niñez, es bueno recordar el origen y significado del popular Día del Niño.

Spoiler: no, no tiene que ver con las multitiendas ni las fábricas de juguetes.

En 1954, la Asamblea General de Naciones Unidas instruyó a sus estados miembros que designaran una fecha para tener un Día Universal del Niño, para promover sus Derechos Humanos y asi "intensificar y extender los esfuerzos de las Naciones Unidas a favor y en nombre de todos los niños del mundo" como reza la resolución 836 (IX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En este contexto de decisión de cada país, en Chile Augusto Pinochet impuso el año 1976 que la celebración nacional sería el tercer miércoles de octubre.

Pasado el tiempo (y la evolución sobre la situación de Derechos Humanos de la niñez), el Día Universal del Niño sería finalmente el 20 de noviembre de 1989, día en que se consagró la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyo cumplimiento es obligatorio para todos los países firmantes (que básicamente son todos en el mundo, excepto Estados Unidos).

Entonces, ¿por qué en Chile celebramos en agosto? Bueno, porque este mes tiene una fecha fundamental para la niñez de nuestro país, ya que el 14 de agosto de 1990 el Congreso Nacional promulga como Ley de la República la Convención de Derechos de la Niñez, paso necesario para comenzar a instalar el nuevo paradigma de relación social para niños, niñas y adolescentes, quienes pasan de ser "objetos de protección" a "sujetos de protección", siendo considerados actores sociales activos. Activos no solo en su capacidad de desarrollo integral, en su energía, sino también en su opinión en los temas que les importan y afectan.

En un país donde el slogan #LosNiñosPrimero se ha instalado como prioridad social por el Gobierno, ¿podemos celebrar efectivamente a nuestros niños, niñas y adolescentes? Cabe leer las cifras de vulneraciones y la respuesta es no. Leer los avances legislativos de nuestro país en tema de infancia y la respuesta es un no aún más rotundo. Habiéndose promulgado la Convención de Derechos de la Niñez como ley en 1990, Chile es el único país de Sudamérica que aún no cuenta con Ley de Protección Integral. Recién desde este año tenemos Subsecretaría de la Niñez y Defensoría de la Niñez, figuras que debían ser instaladas en esta nueva legislación. Nuestra legislación de infancia vigente data de 1979, absolutamente anacrónica. Deudas de casi 3 décadas, de generaciones completas de niños y niñas que crecieron sin una protección acorde a los tiempos.

Ante esta gran deuda pública con los Derechos de la Infancia, ha sido el comercio el que le ha dado la importancia a este día para incentivar las ventas de juguetes. Esto produjo que El Día del Niño tuviese una visibilidad y socialización como nunca, pero perdiera absolutamente su significado original (para lo que fue creado, además). El Día del Niño es un día de celebración por los avances conseguidos en materia de derechos, pero también para alertar sobre la situación de la infancia con más necesidades y la deuda social que tenemos como adultos con la protección, protagonismo y participación de niños, niñas y adolescentes. Seguir extendiendo esta labor pendiente es un gran trabajo estatal, pero también familiar y social, para no invisibilizar a nada menos que un tercio de nuestra población. Empezamos por rescatar el verdadero sentido de su celebración.

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