"Plantas medicinales para la autogestión de la salud": El poder sanador de la sabiduría vegetal

30 Agosto 2018

Hoy, cuando la salud se halla perdida entre las garras de una industria que sólo busca el lucro, es necesario volver la mirada a las plantas medicinales.

Gabriela Espino... >
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María es una niña que, apenas nacida, tuvo un cuadro agudo de asma, lo que la llevó a estar hospitalizada siendo muy pequeña. A medida que fue creciendo, el asma la seguía acompañando, ya que ninguno de los tratamientos médicos realizados daba resultados. Los padres de María, desesperados, deambulaban de consulta en consulta, buscando remedio para su hija. Ellos confiaban en los tratamientos farmacológicos que se le prescribían a la niña, a pesar de no ver ningún resultado. Inhaladores de salbutamol, vacunas, corticoides, nada funcionaba en el largo plazo y María se transformó así en una enferma crónica de asma, dolencia que la acompañó hasta abandonar el hogar familiar, cuando, por opción propia, dejó de consumir leche de vaca. ¿Por qué ninguno de los tratamientos farmacológicos realizados a la niña surtió efecto?

Porque curar enfermedades no es buen negocio. Así de simple. No es la denuncia de algún grupo antisistema, sino las conclusiones de un informe de Goldman Sachs (uno de los mayores bancos de inversión del mundo) sobre terapia génica. El informe, emanado en abril de este año, decía: “El potencial de administrar ‘remedios totales’ (remedios que se administran en una única dosis con un alto nivel de efectividad) es uno de los aspectos más atractivos de la terapia génica […]. No obstante, estos tratamientos ofrecen una perspectiva muy diferente con respecto a los ingresos recurrentes frente a las terapias crónicas. Si bien la propuesta tiene un enorme valor para los pacientes y la sociedad, podría representar un desafío para los desarrolladores de medicina genómica que busquen un flujo de efectivo sostenido”. En palabras sencillas: la curación de las enfermedades es un mal negocio, no así la inversión en tratamientos para terapias crónicas, que generan millonarias ganancias en el corto y largo plazo para las compañías farmacéuticas.

Tomando en cuenta lo anterior, ¿estamos dispuestos y dispuestas a dejar un aspecto tan relevante como nuestra salud en manos del mercado?, ¿seremos cuerpos y cuerpas al servicio de una industria que existe gracias a transformar nuestras dolencias en algo cotidiano, pan de cada día, que sólo podemos aplacar, no curar, con sus costosos remedios? La decisión está en nuestras manos. Sin embargo, aún hay luz al final del camino ya que, al contrario de aquella humanidad egoísta, existen seres generosos que ayudan en nuestra sanación de manera gratuita e incluso ofreciendo su propia vida: son las plantas medicinales.

Compañeras de la humanidad desde sus primeros tiempos, las plantas medicinales albergan una sabiduría ancestral acumulada durante miles y hasta millones de años de adaptación a los múltiples cambios de la vida sobre la Tierra. Es posible que, por ignorancia y soberbia, no veamos esa sabiduría, pero si logramos ir más allá de los prejuicios instaurados por la religión y la ciencia, podremos descubrir la fina sensibilidad de las plantas, su inteligencia, su sociabilidad altamente cooperativa, sus maneras de comunicarse entre sí y con otros organismos vivos como insectos y animales que las ayudan en la reproducción, transportando el polen y las semillas. Nos sorprenderemos al saber que las plantas madres, en los bosques, son capaces de alimentar a las más pequeñas a través de las raíces o cómo pueden alertar a plantas vecinas sobre eventuales peligros como depredadores herbívoros. Asimismo, es esa sabiduría vegetal la base del poder sanador de las plantas medicinales. Ellas producen y almacenan sustancias activas que modifican el funcionamiento de nuestro cuerpo, ayudándonos a restablecer el bienestar.

Hoy, cuando la salud se halla perdida entre las garras de una industria que sólo busca el lucro, es necesario volver la mirada a las plantas medicinales. Al igual que nuestros antepasados, tenemos que re-conocer las plantas que nos sanan y cómo pueden hacerlo, volviendo a vincularnos y a sanarnos con ellas. Junto con esto, debemos confiar en la sabiduría propia que cada uno tiene acerca de su propio cuerpo, siendo conscientes de nuestras debilidades y fortalezas para poder saber lo que está pasando cuando nos sentimos mal y cómo actuar para reencontrar el equilibrio.

Apuntando en esa dirección es que se realizará en nuestra ciudad el taller “Plantas medicinales para la autogestión de la salud”, el cual consta de 2 sesiones (sábado 01 y 08 de septiembre de 10:00 a 13:00 horas), en las que los y las participantes podrán adentrarse en el mundo de las plantas medicinales, su cultivo, recolección, formas de uso, además de aprender la elaboración de dos formas terapéuticas importantísimas como lo son la tintura madre y la microdosis. La tintura madre es el concentrado de la planta medicinal y tiene múltiples usos, tanto internos como externos. La microdosis, por otra parte, es una forma cómoda, efectiva y segura de utilizar las plantas medicinales en tratamientos para un sinnúmero de trastornos, crónicos y agudos.

Este taller se desarrollará en el emergente y prometedor Espacio 466 (ubicado en Sotomayor 466, Arica) y será facilitado por Marcela Olivares Díaz, quien es cofundadora de la Cooperativa de salud natural Yerba Buena de Valparaíso, formada por mujeres que cultivan, recolectan y elaboran productos fitoterapéuticos, además de impartir talleres donde comparten todo el conocimiento que, a través de años de trabajo colectivo, han aprendido.

El costo del taller es de $10.000 por sesión e incluye todos los materiales de estudio y trabajo. En cada sesión, los y las participantes se llevarán una medicina (tintura madre y microdosis) elaborada por sus propias manos y de acuerdo a sus propias necesidades terapéuticas.

Si te interesa participar de esta instancia debes inscribirte en el correo electrónico [email protected] o al teléfono/Whatsapp +56956244730.

La invitación es a participar del taller, tomando en nuestras manos la autogestión de la salud, recuperando el saber y el vínculo con las plantas medicinales para el buen vivir de las personas y comunidades.

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