Tenemos vocación de entendimiento

21 Octubre 2019

Le escribo a los fieles y a todas las personas de buena voluntad que habitan en nuestra Iglesia de Arica.

Obispado de Arica >
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Con sorpresa, estupor y dolor hemos sido testigos de los acontecimientos que ha ocurrido en los últimos días en Santiago y otras ciudades del país, estos acontecimientos se han replicado en nuestra ciudad. Ante ellos no quedo indiferente y me hace reflexionar sobre la sociedad que hemos estado construyendo.

Son legítimas las aspiraciones que en estos días se han expresado: una vejez que asegure tener lo que es digno para vivirla, que nadie sufra por no contar con una salud oportuna, donde ser atendido no dependa de la capacidad económica, de igual modo continuar profundizando por una educación que ayude a crecer y madurar a cada uno de los niños y niñas de nuestra Región y Patria, como también que se tengan trabajos dignos, que posibiliten a todos gozar de la familia y experimentar del fruto de ese trabajo.

Siendo legítimas las aspiraciones, no queda otra posibilidad que condenar los hechos de violencia, con que algunos piensan que ellas se pueden materializar. Esto es más grave aun cuando existe la intención de vulnerar a grupos o personas, desconociendo sus valores o ignorando sus necesidades. Esto nos insta a fortalecer el respeto por los derechos fundamentales de cada persona, a profundizar el diálogo social y cívico; construir confianza se impone como una necesidad de fundamento de un país que se reconoce con vocación a la inclusión y participación de todos los que vivimos en estas tierras bendecidas por la bondad y misericordia de Dios.

Los tiempos actuales son complejos, vivimos lo globalizado de tendencias, culturas, modas como también lo que es más propio y pequeño, nuestras tradiciones y lo que cotidianamente nos aflige. El mundo cambió y no podemos restarnos de esos cambios, pero tenemos la obligación de hacer discernimiento para dejar de lado todo lo que no nos ayuda a construirnos como comunidad y como Patria.

Recuerdo nuestra vocación al entendimiento, que en otros episodios de nuestra historia tanto bien nos ha traído. Elevo la oración por aquellos que hasta este momento, son víctimas de la violencia e imploro que el don de la paz sea pronto una realidad entre nosotros.

Invito a rezar juntos por nuestras autoridades y todos aquellos que ejercen responsabilidades como constructores de la sociedad, para que dejándose inspirar por los anhelos más altos del servicio público, se decidan a buscar el bien común y preocuparse de aquellos que menos oportunidades tienen. 

Hago un especial llamado a cada Hermano Sacerdote, Diácono, Religiosa y Pueblo Fiel, de nuestra Diócesis, estar atentos a descubrir las formas oportunas para la atención humana y espiritual, de quien más lo necesita, orar incesantemente y a compartir la rica enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia.Comparto la cercanía, la fraternidad y mi oración.

Imagen: Huawei / Agencia Uno