Terapia online: Salud Mental en tiempos de cuarentena por Coronavirus

30 Marzo 2020

Cuando la tecnología está al servicio de la psicoterapia como dinámica social, la dimensión del cuidado se expande hacia espacios no análogos de relación.

Mariela Cortés Soto >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Sin duda, estas últimas dos semanas han sido vertiginosas y han planteado un importante desafío para nuestra vida cotidiana. Trabajo, contacto social, actividades de recreación o incluso la alimentación se ha visto afectada por la contingencia mundial del avance del COVID-19. Como sociedad nos venimos adaptando a un gran cambio cultural, el cual tiene una importante dimensión en lo que respecta a lo individual y lo colectivo, siendo lo individual interpelado por lo colectivo. Y es que si el movimiento social inundó todas las dinámicas sociales, quedó un espacio que, si no fue tocado en esa oportunidad, llegó su momento de ser repensado. Me refiero a la psicoterapia como dinámica social y los alcances que pudiese tener en tiempos de confinamiento.

Ha comenzado hace unas semanas un replanteamiento del espacio terapéutico debido a la no posibilidad de reunirse como acto principal de cuidado, pero ¿Qué pasa cuando no puede ejercerse una de mis actividades de cuidado, como la psicoterapia? ¿Es lo psicoterapéutico algo “de primera necesidad”?. A mi parecer, es muy relevante intentar mantener actividades que nos hacen bien en contextos de mucha exigencia emocional, sobretodo cuando estás obligado a no salir de tu casa ni reunirte con personas significativas para tu vida. En este sentido, la tecnología comunicacional ha abierto una puerta que ha diversificado los espacios terapéuticos, rompiendo la barrera de lo físico y metiéndose de lleno de lo digital. Esta alternativa ha posibilitado un replanteamiento del encuadre terapéutico, no sólo en lo concreto de la cámara de nuestros dispositivos, sino también la forma en que la terapia se puede ir desarrollando.

La reunión no es entonces en un espacio neutral, sino en espacios íntimos y significativos para terapeuta y paciente, otorgando una cierta atmósfera de flexibilidad con los tiempos de la terapia y con los espacios que se muestran. La mayoría de las y los terapéutas con lo que hablé para escribir esta nota, comentaban que en el apuro de mantener la continuidad con sus pacientes, no tuvieron tiempo de adaptar espacios de su propia casa, por lo que eso los ha llevado a reflexionar sobre que una terapia en la casa de cada uno, le da un cierto aire de “horizontalidad”. Sin duda es una experiencia sin precedentes, que se ha podido llevar a cabo porque existe una responsabilidad social al asumir la labor de ser psicoterapeutas.

Ahora bien, ¿Qué sucede con las personas que no tienen acceso a estas tecnologías? ¿Cómo se mantiene lo terapéutico en un contexto más precarizado tecnológicamente?. Pienso en personas mayores que no usan teléfono celular, por ejemplo, que no tienen acceso a internet o que no saben usar un dispositivo que requiere esta tecnología. Lo primordial es no seguir debilitando la salud de las personas, siendo la salud mental la hermana pobre de la salud física, tiende a ser menos visibilizada en importancia.

En mi experiencia actual, trabajando desde mi casa, sin posibilidad de atender de forma remota a mis pacientes, sólo he podido realizar llamados telefónicos a modo de seguimiento, con el fin de poder actualizar la situación de cada uno. La conversación que se puede mantener es de poca profundidad, sin embargo, otorga una atmósfera de cuidado y preocupación que pudiese contribuir al bienestar de esa persona. No es suficiente, pero mantiene un vínculo que, a mi parecer, es necesario en tiempos de aislamiento. Porque, para mi, la terapia es un acto de cuidado.

Todo indica que nos estamos movilizando hacia espacios no análogos de relación, donde la salud está siendo interpelada por los tiempos actuales, surgiendo la disposición de los sujetos como elemento relevante para afrontarlos. Lo planteo de esta forma, porque no hay políticas públicas que sienten las bases para que esto se desarrolle, sino que han sido actos espontáneos, sin previa coordinación, por lo que no habría ninguna mirada institucional al respecto. Y es que en tiempos de pandemia, lo personal es político.

Agradecimientos a: Alejandra Henriquez, Carla Riedemann, Evelyn Gómez, Rodrigo Morales, Daniela Ulloa, Pablo Hernández.