Trabajador ariqueño es indemnizado tras ser despedido por consumir cannabis medicinal

23 Febrero 2017

Condición del demandante fue acogida y respaldada por el Juzgado de Letras del Trabajo de Arica.

Equipo El Morro... >
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La historia de Raúl García Vergara podría marcar un precedente, si de uso medicinal de cannabis se trata. Oriundo de Santiago, este trabajador de 56 años se radicó en Arica hace más de una década, teniendo la oportunidad de desempeñarse como movilizador de cargas en la empresa Ultraport.

Tras sufrir un accidente de trayecto en 2009, García tuvo que ingresar al pabellón para la colocación de una prótesis en su cadera. Sin embargo, luego de la operación continuó trabajando como movilizador, a pesar de las recomendaciones del médico tratante, situación que decantó en una artrosis de columna.

Posterior a ello, en marzo de 2015 la Comisión Médica de la Superintendencia de Pensiones determinó que García padecía una invalidez transitoria parcial, con una pérdida del 58% de la capacidad de trabajo, sumado a los constantes dolores que debía soportar producto de su enfermedad.

Fue entonces que comenzó a buscar alternativas terapéuticas que le permitieran mejorar su calidad de vida, transformándose de esta manera en usuario de cannabis medicinal, bajo la supervisión de la doctora Daniela Palavecino, quien recetó dosis en gotas y de forma tópica.

“Después de esto seguí trabajando a pesar de mis dolencias; la empresa no me reubicó en otro puesto, como capataz, por ejemplo. Seguí siendo un movilizador más, no se preocuparon de mi salud. Pero a uno lo tratan como un número más, no se preocupan de nuestro bienestar", manifestó.

DESPIDO

Si bien García siguió trabajando como movilizador en la empresa portuaria, el 30 de mayo de 2016 Ultraport llevó a cabo un control de drogas y alcohol interno, el cual arrojó positivo, ya que consumía aceite de cannabis para tratar su hipoacusia y artrosis de cadera.

Esto provocó su inmediata desvinculación y el no pago de su indemnización por los 11 años de servicio, argumentando la empresa que habría faltado al artículo 160, números 5 y 7 del Código del Trabajo, referidas a causales de terminación de contrato por “actos, omisiones o imprudencias temerarias que afecten a la seguridad o al funcnamiento del establecimiento, a la seguridad de los trabajadores, o a la salud de éstos (artículo 5), y por incumplimiento grave de las obligaciones que impone el contrato (artículo 7).

Frente a esta situación, García explicó que la administración de Ultraport estaba al tanto de su tratamiento a base de aceite cannábico y el consumo de Morvex desde 2015.

“Yo no inventé nada. La  empresa me dijo ‘usted se va y no le vamos a pagar nada’, porque, según ellos, yo fumaba. No falté a ninguna ley interna de la empresa ni tampoco a las leyes del trabajo”, señaló.

JUICIO

Después de haber asistido al Seminario de Cannabis Medicinal organizado en Arica por la Fundación Daya y por la Agrupación de Usuarios de Cannabis Medicinal Arica, García solicitó orientación a los profesionales encargados de llevar adelante el encuentro.

Ya con la información necesaria, y luego de que abogados le aconsejaran no dar pie atrás en su batalla por hacer valer sus derechos, García optó por ir a juicio, con el fin de que la empresa reconociera su contrato.

Ante la negativa de Ultraport, de reconsiderar la injustificada decisión de ser desvinculado, García inició el proceso judicial pertinente en el Juzgado de Letras del Trabajo de Arica, tribunal que falló a su favor y declarando “indebida la desvinculación del trabajador”, condenado a la empresa portuaria a pagar la indemnización por los años de servicio, dictamen que estuvo a cargo del juez titular, Gonzalo Brignardello Cruz.

“Yo lo único que quería es que se hicieran valer mis derechos. No tengo casa propia, no estoy bien de salud. Si fuera joven quizás no le daría tanta importancia, porque uno tiene las fuerzas para luchar, pero a mi edad ya no y menos con mi enfermedad”, sostuvo.

Actualmente, y tras el pago de la indemnización, García pudo adquirir una camioneta en la que realiza fletes en diferentes lugares de la región.

“Agradezco a Fundación Daya, porque me acogieron muy bien, me respetaron, me informaron a tiempo, además de acercarme al cultivo medicinal de cannabis”, expresó.