Un cobro simbólico a nuestro pasado: El presente y futuro del Parque Centenario

06 Junio 2018

Luego de 7 años, el parque reabre sus puertas. Este reabrir implica el cobro simbólico por entrada. Medida que algunos aplauden y otros rechazan.

Juan Leiva Barrios >
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En el año 2010 los alumnos de los diferentes liceos celebraban uno que otro evento en el Parque Centenario: Un lugar humilde, con resbalines oxidados, una piscina sin agua, unas alpacas que decían a gritos “¡mátenme, por favor!”, una casa del árbol arruinada y uno que otro condón decorando el pasto inexistente.  

Un lugar que cumplía para los ariqueños, donde se podían hacer picnic, asados, carretes, rifas, aniversarios y una que otra actividad improvisada de algún profesor que no preparó la clase.

Dentro de las promesas de campaña del Ex Alcalde Claudio Borghi (más conocido como Waldo Sankán), estaba la de transformar el Parque Centenario en un parque acuático, el cual estaría ubicado a 100 metros del mar (¡Fuck Logic!).

En el año 2011 comenzó la demolición del parque y junto a ello fueron lapidadas las ansías de muchos jóvenes universitarios que no tenían plata o dónde tener relaciones casuales.

En el año 2012 Claudio Borghi o como los ariqueños le llamaban, Dr. Sankán, fue destituido de su cargo por fraudes, lavado de dinero, corrupción, soborno y no beber durante el carnaval.

Producto de esto, nos quedamos con un parque que no era ni centenario ni acuático. Una metamorfosis inconclusa, que lo dejó lleno de escombro, basura y los mismos condones, esta vez bajo cerros de arena.

El tiempo pasaba y el parque no daba noticias de abrirse. Luego de 7 años, el parque reabre sus puertas. Este reabrir implica el cobro simbólico por entrada. Medida que algunos aplauden y otros rechazan.

¿Dónde irán los jóvenes universitarios a tirar? Nadie lo sabe. Algunos proponen que los moteles acepten pase escolar, pero el señor Espíndola no dice nada al respecto. Sólo nos queda que a Arica Injusta Realidad se le ocurra entrar con un dron y darnos visitas virtuales gratuitas.

Pero este cobro ciertamente simboliza algo: quizás es una deuda impaga que tenemos con nuestra ciudad, por no hacernos cargo. Quizás la próxima vez que venga alguien a ofrecernos un monorriel, pensemos “No lo sé Rick, me parece falso”.