Opinión: Colaboración; la clave para el éxito empresarial de hoy

25 Enero 2014
La economía del siglo XXI transformó nuestro entendimiento y la forma en la que nos relacionamos con la competencia. Gracias a la colaboración, empresas competidoras trabajan juntas para resolver desafíos que generan nuevas oportunidades.
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Un mercado justo y competitivo ha sido el pilar para el desarrollo de cualquier economía. Sin embargo, en un mundo globalizado, donde las fronteras entre industrias son poco claras, la competitividad como la entendemos hoy no es suficiente para conseguir un crecimiento económico sustentable. 

La creación de nuevas tecnologías impulsan el nacimiento de industrias completamente nuevas, donde sus primeros actores luchan por ganarse un pedazo de la incipiente torta. El resultado es una batalla a muerte, donde muchos quedan en el camino peleando por algo que a penas recién existe. Otros entienden que es preferible tener el 1% de algo muy grande al 100% de algo muy pequeño, comprendiendo la necesidad de no solo competir, sino de agrandar rápidamente la torta. Estas empresas del siglo XXI colaboran con sus clientes, proveedores e incluso con sus competidores, redefiniendo la forma en que se desarrollan los negocios y creando nuevos paradigmas económicos.

Una de las principales características de la globalización es el acceso que tienen las  personas en tiempo real a todo tipo de información y conocimiento. Esta particularidad histórica ha tenido múltiples consecuencias, entre ellas, el nacimiento de expertos en todas las áreas imaginables. Basta solo con buscar en Google y en minutos podemos aprender de expertos en lo que sea: Lasañas, aviones de papel, rutinas de fitness, lo que queramos. Lo anterior porque gracias a internet, las personas con gustos e intereses particulares comparten entre ellos desinteresadamente con el objetivo de ser mejores en aquello que les gusta hacer, construyendo velozmente un conocimiento colectivo.

La especialización extrema también se observa en el mundo profesional, donde lo que antes era un simple Ingeniero, hoy los hay en un sinnúmero de especialidades. Lo mismo sucede en el diseño, medicina, derecho, música, arte, donde se busque existen grandes especialistas. Un profesional e incluso una empresa, invierte mucho tiempo y recursos para ser experta en un área. Consecuentemente se convierten en actores muy limitados e incapaces en otras áreas muchas veces complementarias y necesarias para el desarrollo de su negocio.

Estas empresas muchas veces optan por tratar de hacerse expertos en aquellas áreas en las que son débiles, consumiendo mucho tiempo y recursos, dejándolos muchas veces fuera de la carrera. Otros para no quedar fuera, subcontratan lo que necesitan a un alto costo. Finalmente existen otros que colaboran abiertamente con su ecosistema empresarial, fórmula que ha logrado grandes resultados. Las empresas colaborativas del siglo XXI interactúan constantemente con sus clientes, proveedores e incluso con sus competidores cercanos, con el objetivo de explotar nuevas oportunidades y agrandar la torta.

Para Antonio García, experto en colaboración de Co-Work, la primera plataforma chilena de aceleración de negocios colaborativa, afirma, “vivimos los inicios de una economía colaborativa, donde las leyes de los modelos económicos tradicionales no tienen cabida, donde cada actor pone a disposición del resto sus talentos y habilidades con el objetivo de resolver problemáticas y desafíos que suponen la explotación de una oportunidad latente”.

Esta manera de trabajar es mucho más ágil que los métodos tradicionales, ya que supone encontrar rápidamente solución a los problemas o desafíos que enfrentamos, aumentando la competitividad de manera radical.

“En el caso del emprendimiento, la colaboración es vital. En la medida que resolvemos rápidamente nuestros desafíos, más rápido avanzamos” explica Antonio. La colaboración, por ende,  deja ser parte de la estrategia y pasa a ser la clave para el éxito empresarial en el largo plazo.

Asimismo declara, “en la medida de que construimos nuestros productos con la ayuda de nuestros clientes, menos riesgos corremos de llegar al mercado con un producto que nadie quiere. En la medida de que ayudamos a nuestro entorno empresarial, nos convertimos en conectores con una vista privilegiada de las oportunidades que nacen constantemente alrededor nuestro”.

El especialista concluye, “no se trata de colaborar esperando algo a cambio, sino de un estilo de vida que aumenta nuestras probabilidades de éxito enormemente”.