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Durante estas últimas semanas ha sido interesante el tema de la fotografía en el gobierno: “fotos con las cajas”, “fotos al inaugurar algo” “fotos en las aperturas de albergues”. Menos mal que solo algunos ocupan los rollos de cámara, pues si se vendieran ya estarían agotados de tanta caja entregada. “Póngase por aquí, póngase por allá, mire para acá ...”

La fotografía ya no es un arte sino solo una experiencia mediática que busca sacar tribuna de la paciencia de algunos. Y lo peor de todo, se ha convertido en la visibilidad del dolor de otros. En Chile hay miles de sitios que no tienen fotos. Miles de personas que subsidian al gobierno en este doloroso tiempo: almuerzos, cajas de comida, dinero, ollas comunes, parroquias. El esfuerzo de comunidades enteras que se organizan para sentir con el otro su dolor.

La única diferencia es que en ellos no hay foto de marketing sino solo agradecimiento a los voluntarios o bienhechores. Si algo hemos descubierto en este último tiempo es que un gobierno sin empatía, sin conocer las necesidades del otro y que solo necesita una foto para su marketing no es lo que merece el país. Menos foto y más presencia real con las necesidades del otro.