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Feliz Día del Niño.

Feliz Día del Niño.

Repetido una y otra vez.

¿De qué “Feliz Día” me hablan si de los más de 4 millones de niños y niñas que viven en Chile, 577 mil vive en situación de pobreza por ingresos?

¿Qué “Feliz Día” tendría que saludar si, para peor, 1 de 4 niños en el país vive en pobreza multidimensional por falta de acceso a sus derechos?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si en Quintero/Puchucaví se han vulnerado 17 derechos de niños y niñas a causa de la contaminación y que para el Gobierno es más prioritario que las empresas no dejen de producir y no que los niños vayan a la escuela a recibir su educación?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si en Antofagasta empezó la “marcha blanca” de la restricción de circulación de niños y niñas en algunos horarios, haciendo que ellos paguen en sus libertades constitucionales por la ineficiencia de los adultos en brindar seguridad urbana?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si la criminilización de la infancia y especialmente de la adolescencia hace que las autoridades se pongan “creativas”, incentivando excepciones constitucionales para menores de 16 años, como lo es restringir la libre circulación por las calles?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si en Arica un colegio les instala chips en las mochilas a sus estudiantes y los medios de comunicación lo presentan como si fuese una “gracia tecnológica” (auspicio mediante), cuando es el peor de los planes del Gran Hermano y niños/niñas sus conejillos de india?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si en los procesos de planificación/construcción de instancias urbanas en ningún momento les preguntan la opinión a niños y niñas sobre lo que necesitan, pero luego ellos son los primeros en ser mencionados como “beneficiarios” por más que los juegos o máquinas de ejercicios no les quepan, porque están hechas para adultos (sin discapacidades físicas, además)?

Pero eso no importa, porque siempre pondremos niños felices en las fotografías de la propaganda (aunque no hayan solicitado nunca la autorización siquiera de los padres, porque ¿acaso existe la solicitud de autorización por parte de un niño?).

¿De qué “Feliz Día” me hablan cuando niños y niñas del mundo hacen protestas para que adultos con poder tomen acciones en contra del Cambio Climático que les arruinará su ecosistema, pero ellos les regalan cosas llenas de ese plástico que les piden que se reduzca porque -si no- quedarán sin un planeta donde habitar?

¿De qué “Feliz Día” me hablan cuando conceptos base de la Convención de Derechos del Niño como “Participación” y “Autonomía Progresiva” son satanizados por los sectores conservadores que luego levantan sus banderas objetivizadoras en sus slogans de “Con mis hijos no te metas”?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si las vulneraciones de maltrato, abuso sexual, explotación sexual son habituales y están más cerca de lo que pensamos, el 90% ocurren en los entornos de confianza como lo es la familia, pero las ocultamos bajo esa premisa de “ellos sabrán que hacen con sus hijos”?

¿De qué “Feliz Día” me hablan si hay un diario nacional importante haciendo “debate” sobre el derecho a la inmunización vía vacunas, mientras este pensamiento adulto hace que 20 millones de niños en el mundo se quedan sin vacunas esenciales, impidiéndoles proyectar el futuro inmunizado que ha permitido que enfermedades como sarampión o la polio pasen de “olvidadas” a ser de inminente riesgo?

Y los que mueren son los niños y niñas, esos mismos a los que con la cara llena de cinismo y mentira los adultos les dicen “Feliz Día”.

Este miércoles 14 de agosto se conmemora un nuevo aniversario de cuando en 1990 el Congreso Nacional promulga como Ley de la República la Convención de Derechos de la Niñez, paso necesario para comenzar a instalar el nuevo paradigma de relación social para niños, niñas y adolescentes, quienes pasan de ser "objetos de protección" a "sujetos de protección".

¿Y Chile aún no tiene implementado un Sistema Nacional de Protección, aún rigiéndose por una legislación de 1979? (!!!)

¿De qué “Feliz Día” hablamos?

Ver también: Día de la Madre: Menos flores y chocolates hipócritas, más respeto por quienes decidimos gestar [13]